Las divisiones entre los países del Sur y la resistencia de las principales potencias a ceder poder vuelven inviable la reforma del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), según expertos.
El tema es de gran sensibilidad política, incluso entre países en desarrollo que han exigido cambios en el órgano ejecutivo de la ONU con renovada fuerza desde que Estados Unidos decidió atacar a Iraq este año, pasando por alto al foro mundial.
El presidente de Nigeria, Olusegun Obasanjo, se mostró visiblemente irritado cuando, en su última visita a la sede de la ONU en Nueva York, un periodista le preguntó si Sudáfrica debería tener un asiento permanente en el Consejo.
Obasanjo, cuyo país también aspira a integrar el Consejo con carácter permanente, respondió que si Africa debe tener un asiento fijo en el Consejo es un asunto que deben discutir los países africanos, y no un corresponsal del Financial Times.
La airada contestación pareció confirmar la sensibilidad de la cuestión.
Jim Paul, del Global Policy Forum, un equipo neoyorquino de expertos, se mostró escéptico, aunque su grupo ha estado a la cabeza de una intensa campaña para reestructurar y revitalizar a la ONU.
Hemos estado negociando por 10 largos años. Me parece muy improbable que se realicen reformas que impliquen cambios en la Carta de las Naciones Unidas, dijo a IPS.
Los cambios propuestos incluyen el aumento del número de miembros permanentes y rotativos (en la actualidad cinco y 10, respectivamente) del Consejo, así como la abolición del poder de veto de los integrantes permanentes.
Los miembros permanentes son, desde la fundación de la ONU en 1945, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia y China. Todos ellos se oponen al debilitamiento o la eliminación de su poder de veto.
Nos gustaría que se debilitara el poder de veto, pero sabemos que eso no va a pasar, declaró Paul.
Según Paul, entre los países occidentales existe un fuerte apoyo a la admisión de Japón y Alemania, dos grandes potencias industriales, como nuevos miembros permanentes.
¿Pero eso puede ocurrir? La respuesta es no. Ningún país del Sur lo permitiría, porque el Consejo les sería entonces menos favorable que ahora, dijo.
Países en desarrollo señalan que el Consejo tal como está constituido en la actualidad no refleja la composición del foro mundial, porque no hay ningún país del Sur entre los miembros permanentes.
De los 191 países miembros de la ONU, más de dos tercios pertenecen al mundo en desarrollo.
Hay una gran resistencia en todos los continentes, incluso en Europa, porque los italianos odian la idea de que Alemania se convierta en miembro permanente, dijo Paul.
Los países en desarrollo no han podido unir su voz debido a divisiones sobre cuáles deberían representar a Africa, Asia y América Latina en un Consejo reestructurado.
Los contendientes por un asiento permanente en un Consejo ampliado son numerosos: India e Indonesia rivalizan para representar a Asia; Brasil, Argentina y México aspiran a la representación de América Latina, y Sudáfrica, Nigeria y Egipto pretenden el asiento correspondiente a Africa.
El Movimiento de Países No Alineados, integrado por 116 países en desarrollo, decidió no adoptar una postura unificada en cuanto a la propuesta reforma del Consejo de Seguridad de la ONU.
Cada hombre para sí mismo, y Dios para todos, dijo un miembro de los No Alineados sarcásticamente.
El grupo considera que la cuestión está tan dividida que no amerita siquiera una discusión significativa.
La reforma del Consejo de Seguridad es el desafío más espinoso que enfrenta la comunidad internacional, dijo a IPS Don Kraus, director de la Campaña para reformar a la ONU.
Sin embargo, su actual estructura, con miembros permanentes con poder de veto, se considera ineficiente y falta de representatividad, observó.
Según Kraus, los países miembros deben realizar nuevas propuestas creativas para aumentar la legitimidad del Consejo e inducir a los cinco permanentes a ceder algunas de sus prerrogativas.
Los miembros permanentes deben darse cuenta de que, si el Consejo sigue perdiendo legitimidad, sus vetos se volverán insignificantes, advirtió.
Además, exhortó, se deberían examinar seriamente las propuestas de votación compensada, redefinición de la representación regional y eliminación gradual o modificación del sistema de veto.
La provisión de recursos adicionales también podría contribuir a aumentar la legitimidad y eficiencia del organismo, sugirió Kraus.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, dijo a la prensa en octubre que la reforma del Consejo de Seguridad ha estado en discusión por más de una década y debe abordarse de manera más creativa y audaz.
La actual composición del Consejo se contradice con la realidad geopolítica del siglo XXI, declaró Annan.