Seiko Tayama, de 31 años, no participará el próximo domingo de las elecciones generales en Japón. Prefiere quedarse en su casa eligiendo por Internet un curso para realizar en Estados Unidos.
Tayama, intérprete de inglés, está ”un poco avergonzada” de su desinterés en la política, pero considera que elegir un curso es una mejor inversión para su futuro que ir a votar.
”Los políticos son aburridos y poco confiables. ¿Qué sentido tendría votar?”, preguntó.
Jun Ando tampoco concurrirá a las urnas. El estudiante universitario de 29 años tiene planes de abrir una tienda de artesanías asiáticas, y por eso viajará para buscar y comprar materiales.
”Votar es una pérdida de tiempo. Estoy harto de los políticos, que nunca cambian nada para mejor”, expresó Ando, que todavía vive con sus padres.
Tayama y Ando representan una tendencia en la franja de votantes jóvenes de Japón.
Entre los ciudadanos mayores de 70, la participación electoral oscila entre 60 y 70 por ciento, pero entre los menores de 30 años, desciende a poco más de 50 por ciento. Este contraste llevó a muchos analistas a hablar de un ”grave vacío político”.
Con o sin vacío, el domingo se decidirá el destino de 480 escaños parlamentarios, a los que aspiran 1.159 candidatos.
El primer ministro Junichiro Koizumi exhortó a la ciudadanía a votar, en una aparición televisiva. ”Esta elección representa un punto de inflexión para el país”, dijo. Pero cerca de la mitad de los jóvenes no opinan lo mismo.
Al igual que campañas anteriores, la última se caracterizó por grandes promesas, pero las encuestas continúan reflejando falta de entusiasmo de la opinión pública en el proceso electoral.
Un sondeo realizado la semana pasada por Yomiuri Shimbun, el diario de mayor circulación de Japón, reveló que 40 por ciento de los japoneses todavía no habían decidido a qué partido votar.
”En 2000, la gente estaba encantada por la franqueza de Koizumi y lo consideraba una promesa. Pero como no ha logrado demasiado durante su mandato, ahora hay menos interés, especialmente entre los jóvenes”, comentó Rei Shiratori, profesor de la Universidad de Tokai.
Según Shiratori, un número cada vez mayor de jóvenes vuelven la espalda a los políticos porque creen que pueden salir adelante sin ellos.
”Esto contrasta con la actitud de la generación mayor, que vivió la guerra y sigue dependiendo del gobierno para planear su futuro. Los jóvenes son más individualistas”, afirmó.
Sin embargo, el pronóstico para la coalición de gobierno, encabezada por el Partido Liberal Democrático (PLD), es bueno. Es casi seguro que el PLD permanezca en el poder, pero también es probable que el opositor Partido Democrático de Japón (PDJ) aumente sus escaños parlamentarios, según las encuestas.
El PDJ procura atraer a los votantes con promesas de más fondos para servicios sociales, reformas que protejan el empleo, y de no ofrecer a Iraq más que ayuda humanitaria. La consigna del presidente de este partido, Naoto Kan, es convertir a Japón en ”un lugar más seguro y feliz”.
En contraste, Koizumi promete sacar a Japón de su prolongada recesión económica a través de drásticas reformas estructurales, más privatizaciones y cambios en la Constitución pacifista para permitir el despliegue internacional de tropas japonesas.
Pese a la marcada diferencia entre ambas plataformas electorales, los indecisos o apáticos siguen formando una proporción importante del electorado. De ahí la exhortación de Kan: ”Esta elección es la última oportunidad para el cambio”.
Otros partidos opositores más pequeños critican al PLD por promover los negocios sobre las necesidades de la gente, pero según las encuestas, no recibirán muchos votos, sino que éstos se volcarán hacia los grandes partidos.
Koichi Ishiyama, experto en relaciones internacionales y comentarista de prensa, atribuyó a ”la ausencia de un sentido de crisis entre los jóvenes” la falta de confianza en la política. ”Esto ha hecho que el PLD se prolongue demasiado tiempo en el poder”, dijo.
Ishiyama cree que la apatía también tiene que ver con una generación de jóvenes económicamente prósperos, sustentados por sus padres, y más interesados en artículos de marca que en cambios políticos.
También se trata de una generación que no vivió la guerra y ”nunca tuvo que tomar decisiones difíciles”, señaló.
El experto también culpó al sistema educativo de posguerra, que deliberadamente se negó a promover un debate profundo sobre las agresiones de Japón a otros países asiáticos durante la segunda guerra mundial y antes.
En cambio, se ha puesto el foco en el éxito económico, dijo Ishiyama. ”El resultado será una elección sin sorpresas, como antes. Estamos estancados”, concluyó. (