La reducción de la mayoría legislativa de la coalición de gobierno de Japón refleja frustración por el ritmo de las reformas que el primer ministro Junichiro Koizumi anunció cuando llegó al poder, en abril de 2001.
El resultado de las elecciones generales del domingo contrasta con la popularidad de que gozaba Koizumi cuando asumió el gobierno, con la promesa de reactivar la economía y reformar la poderosa burocracia.
La coalición de tres partidos encabezada por el Partido Liberal Democrático (PLD) mantuvo su mayoría simple en la Cámara de Representantes, con 278 de 480 escaños, informó el lunes la agencia de noticias Kyodo. El PLD solo conquistó 240 asientos.
Antes, la coalición (integrada también por el Nuevo Partido Komeito y el Nuevo Partido Conservador) ocupaba 287 escaños en la cámara baja.
Alentado por las señales de reactivación de la economía nacional, en octubre el primer ministro disolvió el Parlamento y convocó a elecciones anticipadas.
Este lunes, Koizumi dijo que su gobierno seguiría como antes. "Quiero convertir el capullo de la reforma en un gran árbol", declaró en la sede del PLD.
Pero esto no convence a personas como Kenji Mihara, presidente del Consejo Japonés de Comercio Exterior.
La reducción de la mayoría "expresa la esperanza del público en que la reforma estructural sea promovida de una manera más específica y rápida", opinó.
Kakutaro Kitashiro, presidente de la Asociación Japonesa de Ejecutivos Empresariales, señaló que los votantes japoneses demostraron su "insatisfacción por el ritmo de las reformas pero apoyaron la vía de las reformas estructurales de Koizumi".
Pero aun más preocupantes para Koizumi son las señales de cambio en la política japonesa.
El opositor Partido Democrático de Japón (PDJ) obtuvo 177 escaños, la segunda mayoría dentro de la cámara. Esto augura el surgimiento de una oposición más poderosa al gobernante PLD, y quizá de un sistema bipartidario.
Los escaños que ganó el PDJ son la mayor cantidad conquistada por un partido de oposición mientras el PLD ha estado en el poder, destacó el diario The Japan Times este lunes. La mayor cifra hasta ahora era la lograda por el Partido Socialista de Japón en 1958, cuando ganó 166 asientos parlamentarios.
"Con esta elección, la política japonesa se acerca a un sistema bipartidario dominado por el PLD y el PDJ", señaló el periódico Nihon Keizai Shimbun. Antes de las elecciones, el PDJ tenía apenas 137 escaños.
"Cambio de poder a la vista", tituló el Asahi Shimbun. "Ha empezado la era en que dos partidos competirán por el poder, en términos nominales y reales", sostuvo.
Naoko Kan, líder del PDJ, dijo que ahora concibe el surgimiento de un sistema bipartidario "en el verdadero sentido de la palabra".
Otras autoridades del PDJ prometieron no confiar en burócratas para adoptar decisiones importantes, en alusión a las promesas de Koizumi.
El primer ministro ha intentado, no siempre con buenos resultados, reformar la banca y el comercio y sectores como la construcción de autopistas y los servicios postales.
Kan afirmó antes de las elecciones que el PLD estaba demasiado vinculado con intereses creados en los sectores bancario y agrícola para realizar una verdadera reforma.
Aunque admitió que el pueblo todavía confía en Koizumi, el líder opositor dejó claras sus intenciones políticas para el futuro: "Mi misión es prepararme para la próxima oportunidad de desplazar al gobierno" encabezado por el PLD, dijo en conferencia de prensa, tras la medianoche del domingo.
La agencia Kyodo estimó que la participación electoral fue de 59,73 por ciento, tres puntos porcentuales menos que en la última elección, en junio de 2000.
Además, de las cuestiones domésticas, la conducción de la política exterior por Koizumi está bajo la lupa.
La mayor parte del público japonés no comparte el alineamiento con la "guerra contra el terrorismo" declarada por Estados Unidos luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
Koizumi respaldó la invasión de Afganistán e Iraq por Estados Unidos, en octubre de 2001 y marzo de este año, respectivamente.
Como resultado, Japón debió desplegar tropas de sus Fuerzas de Autodefensa en Iraq y aportar 1.500 millones de dólares para la reconstrucción de ese país. (FIN/IPS/tra-en/ek-js/js/mlm/ip/03)