Los casos de abuso sexual de menores en Portugal, donde aparecen involucradas figuras públicas, lograron poner en jaque la credibilidad del Estado ante una ciudadanía cada vez más escéptica sobre la justicia y en un creciente clima de desaliento.
Los escándalos de paidofilia no se limitaron al estupor por la prisión preventiva de políticos, diplomáticos y periodistas sino que desataron además una guerra sin cuartel por audiencias entre los cuatro canales de televisión, con noticieros que se prolongan hasta una hora y media, en un formato de teleserie donde todo vale.
El quehacer político y la economía nacional o internacional, así como los grandes temas culturales han quedado decididamente relegados y sólo el fútbol logra competir -aunque sólo en parte- con el abuso sexual de menores, donde se llega al punto de llevar niños a los noticiarios para narrar como fueron violados.
Nada de esto sorprende al escritor Baptista Bastos, pues entiende que es resultado del letargo político y cultural que afronta Portugal.
Este es el país de los 10 estadios (en referencia a los que están construyendo para la Eurocopa-2004 de fútbol, pese a la modestia de su economía), pero con 62 por ciento de ciudadanos que nunca leyeron un libro, un país que está condenado a perder su papel y su identidad, apuntó.
En lo político, económico y social, a diferencia de las últimas dos décadas, Portugal ya no es aquel jardín plantado a la orilla del mar, como versa una canción popular, y por segundo año consecutivo es víctima de porfiados indicadores negativos.
Según datos divulgados hace una semana, Portugal desalojó a Grecia del fatídico último lugar de la Unión Europea en materia económica.
Es la nación de este bloque que más decreció el último año (retrocedió 2,3 por ciento), donde el desempleo aumenta de modo vertiginoso al pasar de 4,5 por de los activos en 2002 a 7,3 por ciento este año.
Como si estas cifras no bastasen, los golpes de gracia para la imagen de este país en el mundo fueron propinados hace dos semanas por la revista estadounidense Time y por el diario español El País.
La edición europea de Time dedicó en su número de la tercera semana de octubre ocho páginas y su portada a un reportaje sobre prostitutas brasileñas en Bragança, describiendo a esa septentrional ciudad como el nuevo distrito europeo de la luz roja.
Por su parte, El País marcó los varios puntos del desaliento nacional portugués.
Todos esos factores, que condimentan en forma paralela los escándalos de paidofilia, convierten a Portugal en un país desmoralizado, que no cree en sí mismo y en sus capacidades, opinó Miguel Sousa Tavares en su habitual columna semanal del diario lisboeta Publico.
La justicia cambió en octubre a detención domiciliaria la prisión preventiva dictada en mayo al ex ministro y diputado socialista Paulo Pedroso por supuestos actos de paidofilia en el marco de una acusación por 15 casos de abusos a alumnos menores de edad de la estatal Casa Pía, dedicada a educar indigentes y huérfanos.
El opositor Partido Socialista (PS) decidió hipotecar su futuro al desenlace del caso Pedroso, acusando a desconocidos de montar una intriga y anunciando que no cederá hasta saber de dónde partió la calumnia, cuyos autores deben ser identificados y enjuiciados.
Para el gobierno del primer ministro conservador José Manuel Durao Barroso, acosado por desfavorables indicadores económicos y por crecientes movimientos sindicales y estudiantiles adversos, la decisión del PS se tradujo en un alivio ante la presión de una sociedad que ya decidió la culpabilidad de los acusados antes del juicio.
El secretario general del PS, Eduardo Ferro Rodrígues, aseguró que Pedroso era inocente. Este podrá ser el último combate de mi vida, pero advierto que daré una tremenda batalla contra esas pruebas forjadas, expresó cuando se produjo la detención del ex ministro, posteriormente reiteradas varias veces.
En la Casa Pía se ocultó por dos décadas, con la complicidad del Estado, una red de explotación sexual infantil frecuentada por políticos, diplomáticos, médicos, abogados y periodistas.
La administración de Casa Pía dependía entre 1999 y 2000 directamente de Pedroso, en su calidad de secretario de Estado (viceministro) de Seguridad Social.
Entre los detenidos más conocidos, se cuentan Carlos Cruz, el más célebre animador de televisión del país, y el diplomático Jorge Ritto, cuyas dos últimas misiones antes de jubilarse en 2000 fueron la de embajador en Sudáfrica y ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en París.
En medio del debate, el propio fiscal general de la República, Antonio de Souto Moura, responsable por los procesos en fase de investigación judicial, fue acusado por el presidente del Colegio de Abogados, José Miguel Júdice, de no controlar la fuga de información.
La referencia era porque a fines del mes pasado un canal de televisión privado reprodujo la trascripción de una grabación a una conversación telefónica de Ferro Rodrígues, donde el líder socialista pronunció improperios contra el secreto de justicia, documento que sólo puede haber salido de la fiscalía.
Los editorialistas de los principales diarios del país mantienen diferencias de enfoque sobre el caso Casa Pía. Sin embargo, coinciden en que en el balance final de la batalla el Estado portugués será el gran derrotado, porque difícilmente podrá recuperar su credibilidad.