El asunto central que deberán resolver este sábado los mandatarios de 21 países iberoamericanos reunidos en esta ciudad boliviana, será la constitución y las atribuciones de una secretaría permanente de las reuniones cumbres.
Hay países, como Cuba, Venezuela y México, que anticiparon su oposición a crearla, en tanto otros cuestionan cuáles serían su sede y sus competencias, así como los plazos y métodos para establecerla.
Respecto de las competencias, se piensa en lo positivo que sería contar con una voz unificada en el escenario internacional.
Pero el canciller boliviano, Juan Ignacio Siles, quien presidió las reuniones de sus pares esta semana, advirtió que ”algunos países ven con desconfianza la idea de que un organismo internacional tenga la voz y el voto para tomar decisiones por ellos”.
El ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso (1995-2003). quien formó y dirigió el grupo de tareas que elaboró un informe sobre el futuro de las cumbres a presentarse este sábado a los mandatarios, no se pronuncia por algo tan terminante como un organismo que tenga ”voz y voto” por todos, ni mucho menos.
Lo que Cardoso planteará a los jefes de Estado y de Gobierno es un comité permanente de concertación, integrado por los embajadores en el país sede de cada cumbre, con el objetivo de dar seguimiento a las resoluciones de aquellos y apoyar a la secretaría permanente.
Además, les propondrá establecer un grupo de expertos, que Cardoso denomina ”sherpas” en alusión a los guías que auxilian a los escaladores del monte Everest, la montaña más alta del mundo.
La misión principal de los sherpas sería preparar la agenda de las cumbres, sobre todo su contenido político, para que los mandatarios se concentren en cuestiones de actualidad, dejando a los cancilleres y coordinadores nacionales lo relativo a cooperación y desarrollo.
La coordinación política no será fácil ni hará efectiva una sola voz en el concierto internacional sobre todos los temas, ni siquiera sobre los más importantes.
Y, por tomar ejemplos, basta referirse a la guerra y ocupación de Iraq por parte de Estados Unidos, y a los subsidios agrícolas del Norte industrial.
Es muy clara la posición de España y Portugal de respaldo a la política de Estados Unidos en Iraq, así como la oposición de casi todos los países latinoamericanos, y en especial de los más fuertes económica y políticamente: Argentina, Brasil, Chile, México y Venezuela.
El propio Cardoso se distancia de las dos naciones europeas al calificar lo ocurrido en Iraq de ”invasión” y puntualizar que las circunstancias en que se produjo ”exasperaron el sentimiento de impotencia de la comunidad de los estados frente a los impulsos unilateralistas de la potencia hegemónica”.
Es previsible que de constituirse la secretaría permanente, sus funciones principales sean dar continuidad a la organización de las cumbres, cumplimiento e impulso a los programas de cooperación, y preparación de los debates políticos de los mandatarios.
Pero difícilmente se daría a este cuerpo la facultad de pronunciarse internacionalmente en nombre de los 21 países, al menos en el corto plazo.
Pues, ¿qué podría decir en estos momentos sobre los subsidios agrícolas cuando dos países (España y Portugal) los defienden y los 19 latinoamericanos los rechazan?
Poco más de lo que figure en la declaración final que firmarán este sábado los mandatarios, en la que los latinoamericanos pedirán a los dos europeos que lleven el asunto a la Unión Europea, pero sin adoptar resoluciones concretas.
Otro aspecto que levanta interrogantes son las candidaturas, mencionadas en los pasillos, para ocupar la propuesta secretaría permanente.
Pese a la insistencia española, Cardoso ha rechazado rotundamente su designación.
Se aventuran otros nombres de ex presidentes: el colombiano Andrés Pastrana (1998-2002), el uruguayo Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000) y el chileno Patricio Aylwin (1990-1994).
En todo caso, es posible que los líderes no dejen para más adelante la decisión de crear la secretaría permanente, y que se pronuncien positivamente.
Se iniciaría un proceso que tendría su punto más alto en noviembre de 2004 en Costa Rica, cuando podría estar resuelto el nombre del secretario y los términos jurídicos para constituir el cargo.
La importancia del asunto explica por qué no fue tratado en la reunión de los cancilleres, a la que Cardoso no asistió, pues presentará su informe directamente a los mandatarios.
Las Conferencias Iberoamericanas de Jefes de Estado y de Gobierno, en las que participan líderes de los 19 países de América Latina y los dos de Europa de habla española y portuguesa comenzaron a celebrarse en 1991, en la ciudad mexicana de Guadalajara.
Desde entonces se celebraron otras once conferencias anuales, en Madrid (España), San Salvador de Bahía (Brasil), Cartagena de Indias (Colombia), Bariloche (Argentina), Santiago (Chile), Isla de Margarita (Venezuela), Oporto (Portugal), La Habana (Cuba), Panamá (Panamá), Lima (Perú) y Bávaro (República Dominicana).
La organización de todas corrió a cargo de una secretaría pro témpore, que a partir de la segunda pasó a estar integrada por tres diplomáticos, uno del país sede de la anterior, otro del anfitrión de ese año y el tercero del país a cargo del encuentro del periodo siguiente.
Ese organismo pasó a ser conocido como ”la troika”.
Aún sin conocer el informe Cardoso, la mayoría de cancilleres anticipó su apoyo a la creación de un órgano permanente, pero muchos optaron por dar largas al asunto.
Así, en charla informal, el canciller cubano Felipe Pérez Roque dijo que lo más lógico, cuando los mandatarios reciban el documento informe, sería que decidan crear un grupo de trabajo para que lo analice y presente propuestas a la cumbre siguiente.
Es difícil que esa sea la opción de los mandatarios, pues el informe propone con claridad la constitución de un organismo permanente.
Según varios miembros del equipo de Cardoso, tras consultar a los gobiernos concluyeron que hay coincidencia en fortalecer la dimensión política del sistema de cumbres.
Si, como se prevé, los mandatarios avalan esa tesis, deberán definir antes de clausurar la reunión del sábado, cuál sería el alcance y los temas de esa dimensión política.
El propio Cardoso destaca que ”hay una percepción generalizada de que los objetivos y la estructura originales de la experiencia iberoamericana no se han actualizado”.
Un punto que concita un principio de acuerdo es la coordinación de esfuerzos para fortalecer a la Organización de las Naciones Unidas, y en especial a su Consejo de Seguridad.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, planteará a sus pares que la declaración final sea más contundente que el borrador aprobado por los cancilleres.
Y que, por tanto, se comprometan a pugnar por un Consejo de Seguridad ”más equilibrado y democrático”, lo que debe entenderse como una posición favorable a su ampliación, y a la incorporación de países del Sur (Brasil entre ellos).
Y, si no fuera posible impedir el derecho a veto que ostentan Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, China y Rusia, al menos regular su ejercicio.
Otro punto en el que habría acuerdo tiene que ver con la lucha contra el terrorismo.