Tanto los cultivos ilícitos como el uso de herbicidas para combatirlos contaminan el ambiente colombiano, y la polémica sobre cuál acción es más dañina subirá otro peldaño cuando la calidad del entorno sea medida con herramientas más precisas.
”Sólo ahora empezamos a cuantificar el impacto ambiental del cultivo ilícito. Por cada hectárea que se siembra de coca hay que deforestar tres hectáreas”, dijo a IPS el jefe de la delegación colombiana, Juan Pablo Bonilla, a la XIV Reunión del Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, que se realiza en la capital panameña.
Los ministros adoptarán un plan de acción regional con énfasis en el impulso a la adopción de indicadores para medir la calidad ambiental y el desempeño de Estados y organizaciones en la preservación y recuperación del entorno.
Según Bonilla, viceministro colombiano de Ambiente, ”con herbicidas e insecticidas hablamos de impacto local, sobre las aguas, por ejemplo. Pero con la deforestación hablamos de impacto global, sobre el clima y la biodiversidad”.
Además, ”parte de la deforestación (para los sembrados de adormidera) se realiza sobre los páramos que son vitales como fuente del agua dulce de Colombia. Y después de la deforestación (de parte de los grupos ilegales) viene la quema”.
Pero en un foro paralelo de organizaciones no gubernamentales, los activistas Kenneth Ochoa, del brazo colombiano de Caretakers of the Environment, y Yolanda Díaz, de la asociación de periodistas ambientales de Colombia, pusieron de relieve estudios de la Defensoría del Pueblo de Ecuador y del gobierno del meridional departamento colombiano del Putumayo.
Esos estudios apuntan contra el glifosato, herbicida con el que se fumigaron casi 29.000 hectáreas plantadas con coca en el Putumayo a fines de 2001.
Según un estudio efectuado por el Laboratorio de Genética Molecular y Citogenética Humana de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador en Quito, divulgado este mes, la población de la franja ecuatoriana fronteriza con Colombia mantiene desde entonces síntomas de intoxicación crónica.
”Hay desde daños a cultivos lícitos y cursos de agua hasta casos de niños nacidos con alteraciones como el labio leporino”, indicó Díaz a IPS. ”El impacto del glifosato se sostendrá, porque no todos sus efectos se ven de un día para otro”, agregó.
El estudio ”Daños genéticos en la frontera de Ecuador por las fumigaciones del Plan Colombia”, analizó la historia médica y muestras de sangre de 22 mujeres, 10 de Ecuador y 12 de Colombia, que habían recibido impacto de las fumigaciones aéreas en una ocasión o más, y presentado síntomas de intoxicación por contacto con glifosato.
Todas las mujeres estudiadas presentan lesiones genéticas en 36 por ciento de sus células, lo que constituye un importante factor de riesgo de cáncer y de malformaciones fetales.
El daño genético en estas mujeres es 800 por ciento superior al de mujeres analizadas por el laboratorio de Quito y 500 por ciento superior al hallado en poblaciones de similares características en la región amazónica, a 80 kilómetros de la zona de estudio.
En cambio, Bonilla subrayó que ”ese herbicida tiene un nivel tóxico mínimo, lo que explica que lo utilicen cultivadores lícitos. Sólo 17 o 18 por ciento del glifosato que ingresa a Colombia se emplea en fumigar cultivos de droga”.
Según el funcionario, ”peores, con efectos que pueden durar hasta 30 años, son herbicidas que emplean los grupos ilegales para proteger de malezas sus cultivos de droga, como endosulfan y paracuat, que pueden permanecer en el ambiente hasta 30 años, mientras que el glifosato es de ciclo corto”.
”Todo esto nos lleva al tema de los indicadores. Así como medimos el impacto de los residuos fecales, o los desechos domésticos o industriales y la emisión de gases contaminantes, podríamos hacerlo con el cultivo ilícito y su combate”, dijo Bonilla.
Añadió que también tiene efecto contaminante el uso descontrolado de cloratos y derivados del petróleo para la manufactura de la droga ”y, por qué no, debiéramos llegar a medir el impacto de los precursores químicos (para la elaboración de la cocaína) que como se sabe no se producen en Colombia sino que vienen de países industrializados”.
La sociedad civil y los detractores del Plan Colombia creen que la mejor opción sigue siendo la erradicación manual de coca, adormidera y marihuana.
El Plan Colombia, respaldado por Washington, busca desde hace cuatro años bajar el consumo de drogas en Estados Unidos y fortalecer a las fuerzas armadas de Colombia para derrotar a la guerrilla.
La erradicación manual ”no sólo es más amigable con el ambiente sino que sigue siendo alternativa dentro de un esquema de desarrollo sustentable para incorporar a las comunidades campesinas e indígenas, y ofrecer empleo”, recordó Díaz. ”Y se debe acompañar con oferta de sustitución por cultivos realmente comprados a precios competitivos”, agregó.
Un indicador que manejan los críticos del Plan Colombia es que los precios de la droga prácticamente no han aumentado desde que comenzó la campaña de fumigaciones, lo que mostraría que los productores simplemente se mudaron a otras zonas, que serían deforestadas para sembrar plantas de drogas, en un proceso sin fin.
Incluso áreas que fueron desechadas por los cultivadores en otros países andinos serían retomadas como alternativa para la producción de materia prima para las drogas.
Los ministros congregados en Panamá incluirán la medición de la deforestación y recuperación de la superficie boscosa entre las áreas necesitadas de un sistema de indicadores ambientales, así como la calidad del aire y de las aguas para consumo humano y la agricultura. Pero el mecanismo aún está en la fase de propuesta y diseño.
+ PNUMA (http://www.rolac.unep.mx/)
+ Daños genéticos en la frontera con Ecuador por fumigaciones del Plan Colombia (http://www.accionecologica.org/descargas/areas/fumigaciones_plancolombia/documentos/docu/02-Danio%20genetico%20en%20la%20frontera-definitivo.doc)
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