Por primera vez el gobierno de Brasil consideró factible que el ALCA entre en vigor en 2005, luego de la flexibilidad mostrada por Estados Unidos para impedir que la reunión ministerial de la próxima semana en Miami finalice con un fracaso similar al de la OMC en Cancún.
Estoy animado por las conversaciones (con Estados Unidos) porque el elemento de flexibilidad fue comprendido, dijo el jueves el canciller brasileño Celso Amorim, tras analizar con el presidente Luiz Inácio Lula Da Silva el resultado de una reunión continental de ministros de comercio el día 8 en Washington.
La instancia fue convocada por Estados Unidos para establecer las bases de la negociación sobre el ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas) que se desarrollará entre el 17 y el 21 de este mes en la sudoriental ciudad estadounidense de Miami entre representantes de los 34 países de América, excepto Cuba.
Por otra parte, Brasil y Estados Unidos acordaron en los últimos días dejar para otro momento los asuntos más ásperos y avanzar en Miami hacia un ALCA que no impida ni imponga, según dijo Amorim el jueves.
Ahora tenemos una buena base para una reunión exitosa en Miami. Claro, los asuntos sustanciales no fueron resueltos aún, pero la visión general es que vamos a seguir adelante, señaló el canciller, quien no descartó que la zona de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego entre en vigor en 2005.
El principal resultado de la reunión de Miami será un acuerdo que posibilite la intensificación de las negociaciones, con respeto a las flexibilidades que acordamos adoptar en la arquitectura del ALCA, añadió el canciller.
La agenda comercial del gobierno de George W. Bush sufrió un grave traspié con el fracaso el mes pasado de las negociaciones de la OMC (Organización Mundial del Comercio) en el sudoriental balneario mexicano de Cancún, cuando países del Sur en desarrollo cerraron la posibilidad de un acuerdo si el Norte no atendía su demanda de eliminar los subsidios agrícolas.
Estados Unidos no quiere que ocurra lo mismo en Miami.
Va a ser un verdadero desafío. Siempre es un desafío cuando tienes 34 países sentados alrededor y tienen que acordar cada letra de un documento. Pero soy mucho más optimista ahora que hace unos días, dijo un alto funcionario de Estados Unidos a IPS.
Washington quiere que el ALCA incluya acuerdos sobre inversiones extranjeras, derechos de propiedad intelectual y aranceles, pero países de América Latina, liderados por Brasil y Argentina, señalan que estos asuntos deben ser discutidos en el seno de la OMC junto con los subsidios agrícolas del Norte.
Estados Unidos quiere incluir todos estos asuntos que, paradójicamente, no pertenecen en realidad a un acuerdo comercial en un sentido estricto, señaló el economista Mark Weisbrot, del Centro de Investigación Económica y Política de Washington.
Quieren incluir la propiedad intelectual para obligar a los países a que adopten leyes sobre patentes similares a las suyas, quieren las reglas de inversiones para darle a sus compañías más poder para demandar a los gobiernos cuando algo afecte a sus ganancias, pero no quieren hablar de agricultura, indicó.
Con más de 800 millones de personas, el ALCA será al mercado más grande en el mundo, una potencial mina de oro para firmas de Estados Unidos y Canadá, que venderán sus bienes y servicios.
Pero Brasil, la economía más grande de América Latina, desea antes discutir reglas contra el comercio desleal, la reducción de los subsidios agrícolas y las barreras paraarancelarias, como las medidas fitosanitarias.
Brasil, cuyas exportaciones se vieron afectadas por los subsidios a la agricultura y los aranceles al acero de Estados Unidos, calificó al ALCA como un intento de Washington para anexar las economías latinoamericanas.
La OMC apoyó esta semana una queja presentada por la Unión Europea, Brasil y otros seis países contra los aranceles de hasta 30 por ciento que aplica Washington a las importaciones de acero para proteger su industria siderúrgica.
Activistas y analistas sospechan que las reuniones en Miami repetirán el fracaso de Cancún.
Todo lo que he visto es que Estados Unidos se niega a ofrecer las cosas que son importantes para Brasil o Argentina, sobre todo la reducción de los subsidios agrícolas, dijo la activista Vicki Gass, de la Oficina para América Latina en Washington.
Laboralistas advierten que el ALCA extenderá al resto de continente los perjuicios que acarreó para Canadá, Estados Unidos y México el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, creado en 1994.
Unos 765.000 empleos se perdieron en Estados Unidos desde ese año, señalan.
No creo que Miami vaya mucho más allá, porque este es un mal acuerdo para todos y para la mayoría de los habitantes de todos los países, incluso el nuestro. Es una pérdida neta para América del Sur, afirmó Weisbrot.
No obstante, Gass dijo dudar cuánto podrán resistir los países de América Latina a las presiones de Estados Unidos para aceptar el ALCA.
Las naciones latinoamericanas serán objeto de una pulseada porque muchas de ellas ya firmaron acuerdos para liberalizar sus economías, endeudadas con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, subrayó.
Por otro lado, Gass señaló que Estados Unidos está tan influenciado por los intereses de sus empresas que no prestará atención a los obvios efectos negativos que tendrá el ALCA en los derechos laborales y ambientales en los países de América Latina.
Washington se guía por los intereses de sus corporaciones multinacionales, y Bush quiere ganar las próximas elecciones en 2004, así que les dará todo lo que quieren, sostuvo.