ALCA-BRASIL: Flexible hasta lo posible

Flexibilidad es el principio clave que Brasil pretende incorporar al ALCA para poder contemplar las distintas realidades de los 34 países involucrados, permitiendo a cada uno asumir o descartar los compromisos más sensibles.

La nueva estrategia elástica de Brasilia ayuda también a los países de economía más diversificada a manejar los intereses internos discrepantes, a veces en conflicto, difíciles de conciliar a la hora de definir una posición nacional respecto del ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas).

Es que en Brasil esas discrepancias llevaron incluso a impactar en el mismo gobierno, con las carteras de Agricultura y de Industria enfrentadas a la línea de acción que la cancillería había impuesto a la conducción de las negociaciones del ALCA.

Fue necesario la intervención del presidente Luiz Inácio Lula da Silva para ratificar en su cargo al canciller Celso Amorim como jefe de las negociaciones, pero a la vez ampliando la participación de delegados de los ministerios económicos.

Agricultura y algunos sectores industriales que se consideran competitivos, como el siderúrgico, de calzados y ropas, pretenden un acuerdo continental amplio, ambicioso, para conquistar mejor acceso a grandes mercados como los de Estados Unidos y Canadá.

Por eso irritó a los empresarios rurales la posición defendida por la cancillería de un futuro ALCA limitado, dejando fuera los subsidios agrícolas, que Estados Unidos sólo acepta discutir en la Organización Mundial del Comercio (OMC), y también servicios, patentes y compras gubernamentales, cuyos mercados Brasil no desea abrir ahora.

”Itamarati (sede de la cancillería) está usando la agricultura para boicotear el ALCA, desinformando al decir que Estados Unidos se niega a discutir subsidios”, acusó Antonio Donizeti Beraldo, responsable de Comercio Internacional de la Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil (CNA).

Donizeti Beraldo fue directo en sus expresiones hace dos semanas, cuando el proceso de construcción del ALCA parecía bloqueado por discrepancias entre Brasilia y Washington.

Ese es un punto a negociar. Si Estados Unidos no reduce los subsidios a su agricultura deberá ofrecer alguna compensación, porque en una negociación no puede haber ”un solo ganador como en el fútbol o en la guerra”, dijo a IPS por teléfono desde Miami la presidente de la Cámara de Comercio Exterior de CNA, Gilman Viana Rodrigues.

Además, todos los acuerdos, regionales o mundiales, tienen como ”horizonte, auque lejano, el libre comercio, la reducción del proteccionismo”, acotó.

Los productores agropecuarios brasileños ”quieren la apertura inmediata de los mercados”, pero ”tienen que comprender la situación de la industria”, que enfrentaría dificultades si cae a corto plazo su protección arancelaria, observó Rodrigues, con una visión más nacional que sectorial.

En Estados Unidos el cuadro es al revés. Los grandes grupos industriales presionan por la pronta y amplia liberalización, y por eso quieren que el país negocie la cuestión agrícola, abriendo mano de subsidios y barreras.

”Hay una coincidencia de intereses” con la agricultura brasileña, ”pero no alianza”, definió Rodrigues, destacando la necesidad de defender los objetivos nacionales en su conjunto.

No se puede ”conquistar todo en desmedro de los demás, hay que conciliar los intereses de distintos sectores, combinando concesiones y conquistas”, explicó tras reconocer que productos agroindustriales, como azúcar, alcohol, algodón, jugo de naranja y carnes, sufren más el proteccionismo estadounidense, inhibidor de su crecimiento en Brasil.

Varios de esos productos, considerados sensibles por Estados Unidos y otros países, están en la lista D en las propuestas del ALCA, es decir su desgravación se prevé en ”más de 10 años”, en una situación opuesta a la lista A, de desgravación inmediata.

Es necesario establecer un límite, ya que esa indefinición puede significar ”10 o 200 años”, reclamó Rodrigues. La flexibilidad ”tampoco puede ser absoluta”, hay que determinar plazos y formas graduales para una ”convergencia hacia la liberalización general” del comercio hemisférico, concluyó.

La elasticidad propuesta por Brasil, que permite también acuerdos específicos bilaterales o plurilaterales, puede conducir a un cuadro muy complejo, pero es una ”buena táctica” para impulsar un proceso que ahora ”tiende a caminar”, comentó a IPS Cristina Pecequilo, investigadora del Centro Universitario Iberoamericano, de Sao Paulo.

La intención es ”acomodar” las discrepancias para ”discutir temas más difíciles en el futuro”, permitiendo a Brasil ”mantener su posición defensiva, sin ceder a Estados Unidos, pero de manera propositiva, mostrando voluntad de negociar y evitando acusaciones de obstruir el proceso”, evaluó.

La flexibilidad es también necesaria en todas las negociaciones, para formar ”alianzas específicas, poco duraderas”, como son las actuales, ante la variedad de acuerdos e intereses, acotó.

Un ejemplo es la alianza de países en desarrollo formado con miras a la V Conferencia Ministerial de la OMC de septiembre en el sudoriental balneario mexicano de Cancún, llamado en algún momento Grupo de los 20, y que ahora con algunos miembros menos sigue tratando de que el mundo industrializado reduzca sus subsidios agrícolas.

En relación a los sectores brasileños más interesados en el ALCA, Pecequilo opinó que algunas ramas industriales están ”más ansiosas que la agricultura” por la conclusión de un acuerdo amplio, ”en la ilusión de que conquistarán el mercado estadounidense.

El problema es que Estados Unidos traba la importación justamente de los productos más competitivos y para eso usa barreras no arancelarias, como medidas antidumping (comercio desleal), que no aceptan desactivar en el ALCA, concluyó la experta.

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