La mayor colección de instrumentos autóctonos de América Latina se atesora en Venezuela, donde un grupo de musicólogos y antropólogos se ha dado desde hace 20 años a la tarea de mantener una orquesta dedicada a difundir y enseñar etnomúsica.
La Orquesta de Instrumentos Latinoamericanos (Odila), que este año celebra su vigésimo aniversario con una serie de conciertos, cuenta con casi 400 instrumentos propios, entre los que destacan los de tradición aborigen como los caparazones de tortuga (el ayotetl de América Central) o las quijadas de burro (la charrasca de Colombia y el crasnapat de la cultura misquito).
La orquesta, surgida al amparo del Instituto Interamericano de Etnomusicología y Folklore, no sólo se ha propuesto recoger, preservar y usar instrumentos del acervo cultural latinoamericano, sino también difundir expresiones musicales de la región, y formar músicos y fabricantes de instrumentos para darle continuidad.
La Odila ha ofrecido cursos y talleres en los cuales se han formado más de 60 músicos, y acaba de inaugurar un masivo taller de etnomúsica en los cursos propedéuticos (preparatorios para el estudio de disciplinas) de la recién creada Universidad Bolivariana de Caracas, explicó a IPS Israel Girón, director de la agrupación.
El taller, dedicado a 2.000 jóvenes, los acerca a la música desde varias perspectivas. Les explicamos que el sonido se genera por leyes físicas y van a saber que un tambor es algo para darle con un palo, pero también van a aprender que ese tambor suena en una comunidad por una razón, comentó.
Además se les dan clases de teoría y solfeo, y se les explica que eso corresponde a una tradición y a una historia, señaló Girón.
La colección de la Odila cuenta con instrumentos de viento como ocarinas prehispánicas, cachos de venado, flautas de Pan y quenas, de percusión como tambores de calipso, tambores mapuches, tambores del Barlovento venezolano y tumbadoras, y de cuerdas como cuatros, charangos y bandolas.
La orquesta presenta instrumentos indígenas, aborígenes y occidentales, porque nuestra tradición musical es resultado de un encuentro de culturas diferentes. Por ejemplo, cuando escuchamos los giros melódicos de una bandola del llano venezolano notamos la influencia árabe-española, señaló.
La orquesta, originalmente creada con 40 músicos, actualmente cuenta sólo con nueve, fundamentalmente por problemas de financiamiento.
Nos hemos adaptado y hemos llegado a un trabajo de estudios interdisciplinarios, explicó Girón. En otras palabras, cada músico de la Odila debe tocar por lo menos 10 instrumentos diferentes. Y cantar.
La única experiencia similar en América Latina es la de la boliviana Orquesta Experimental de Instrumentos Nativos, fundada en 1979 y dirigida por Cergio Prudencio.
Sin embargo, el interés por la musicalidad aborigen no ha desaparecido, y en los últimos años ha crecido una tendencia a introducir instrumentos étnicos en otros contextos musicales, con nuevas proposiciones agrupadas en casos de utilización, aseguró el musicólogo venezolano Emilio Mendoza.
Entre esas nuevas proposiciones, mencionó experiencias como un concierto para maracas y orquesta sinfónica, y la ejecución conjunta de una agrupación de instrumentos étnicos y una filarmónica.
Lo más común ha sido el uso de instrumentos étnicos de percusión dentro de la orquesta sinfónica, apuntó Mendoza.
De los 89 compositores musicales vivos que hay en Venezuela, 26 han utilizado los instrumentos étnicos en sus composiciones, y eso nos dice que la etnomúsica es un movimiento concreto y vivo, enfatizó.
Huáscar Barrandas, uno de los músicos venezolanos que en los últimos años se ha dedicado a esas combinaciones de instrumentos autóctonos con los de la tradicional orquesta sinfónica de origen europeo, dijo a IPS que los primeros poseen sonidos muy interesantes y muy bellos, que además son la expresión de un pasado que no debemos olvidar.
Se trata de hacer vivir instrumentos que sonaron hace 1.000 años y que corrían el peligro de extinción, apuntó.
Barrandas estudió flauta travesera y es en la actualidad, sobre todo, intérprete de sawawa, un tipo de flauta de la etnia wayúu, cuyos integrantes también son conocidos como guajiros y habitan en la región fronteriza entre Colombia y Venezuela. También ha utilizado ocarinas y caracolas de barro de Colombia.
Sobre su experiencia como estudiante de estos instrumentos, indicó que se trata de un aprendizaje por imitación. Los wayúu no tienen escritura de ningún tipo, mucho menos musical. Pero eso no es un inconveniente, durante siglos hemos tocado los instrumentos afro-caribeños, que tampoco se estudian de manera formal. (