El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, recibió este viernes en la capital de Japón la promesa del primer ministro Junichiro Koizumi de tropas para el mantenimiento de la paz en Iraq y dinero para la reconstrucción del país árabe.
”Realmente franca” y ”fantástica” fueron las palabras empleadas por Koizumi para describir la reunión con Bush y la cena con que lo agasajó en Tokio. ”La relación entre Japón y Estados Unidos es muy buena”, dijo, por su parte, el presidente estadounidense.
El vínculo bilateral se basa sobre la ayuda estadounidense para la reconstrucción del derrotado Japón al cabo de la segunda guerra mundial (1939-1945), un dato que adquiere especial importancia cuando Washington pide una mano a la comunidad internacional para reconstruir el Iraq ocupado.
Este viernes, Japón comprometió formalmente 1.500 millones de dólares en asistencia en Iraq para 2004 y el despliegue de sus soldados, el mayor desde la adopción de la constitución pacifista diseñada por Estados Unidos en 1945.
Según la constitución, Japón no tiene Fuerzas Armadas sino una Fuerza de Autodefensa, a las que se le prohíbe participar en agresiones a otros países.
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Se prevé que el aporte japonés a la reconstrucción de Iraq aumente a 5.000 millones de dólares para 2007. Las autoridades estadounidenses prevén que entonces se requerirán 55.000 millones de dólares en total.
En el pasado, Japón contribuyó con entre 10 y 25 por ciento de los requerimientos financieros de la reconstrucción de Afganistán, Camboya y Timor Oriental.
”Bush se va de Tokio con ayuda concreta, mientras el compromiso de Europa es aún reducido”, observó el comentarista político japonés Kichiya Kobayashi.
Bush asistirá a la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico desde el 20 de este mes, en el marco de una gira relámpago por seis países de Asia oriental, entre ellos Filipinas, Indonesia y Singapur.
Analistas atribuyen la gira a la intención de obtener en Asia el respaldo asiático para la ocupación de Iraq que Occidente le niega a la potencia.
”Incapaz de encontrar en Europa el apoyo que pretende y afrontando nuevos perjuicios en Estados Unidos, Bush ha dirigido su atención a Asia. Japón ha respondido a su pedido, lo que marca un tono positivo para Asia”, indicó en un editorial el diario Asahi Shimbum.
Sin embargo, los gestos de Koizumi no representan una adhesión plena de la población japones a Estados Unidos, según observadores.
Koizumi está caminando en la cuerda floja: al mismo tiempo trata de convencer al público de que no cederá a las presiones de Bush y, al mismo tiempo, de que la seguridad no se verá en peligro. La defensa de Japón depende fuertemente de Estados Unidos a raíz del pacto en la materia firmado en 1960.
”La impresión es que Koizumi está cediendo a la presión, lo cual podría costarle muy caro”, sostuvo el profesor de Ciencias Políticas Tetsuro Kato, de la Universidad Hitotsubashi.
Las encuestas asignman a Koizumi un elevado índice de aprobación (62 por ciento de los ciudadanos entrevistados), pero el despliegue de las Fuerzas de Autodefensa en Iraq en momentos en que soldados estadounidenses y trabajadores humanitarios son objetos de ataque promete convertirse en un asunto delicado.
Cincuenta y dos por ciento de los japoneses encuestados por una firma consultora en agosto se oponen al envío de tropas a Iraq. Por eso, analistas advierten que la muerte de un solo soldado japonés sería un duro golpe contra el gobierno de Koizumi y, por elevación, contra el de Estados Unidos.
El reformista Koizumi procura un segundo periodo de gobierno, luego de disolver el parlamento hace dos semanas. Al mismo tiempo que trata de convencer a los japoneses de la necesidad de participar en el mantenimiento de la paz en Iraq, el primer ministro afronta una dura batalla contra la recesión económica.
