El asesinato de un militar español en Bagdad este jueves no cambiará las políticas en relación con la cuestión iraquí del gobierno de España, presidido por José María Aznar, de la oposición ni de las organizaciones no gubernamentales (ONG) españolas que operan en Iraq.
El sargento primero del ejército del aire José Antonio Bernal Gómez, consejero de información de la embajada española en Iraq y muerto a las puertas de su residencia en Bagdad, dependía de la Central Nacional de Inteligencia (CNI), un organismo del Ministerio de Defensa.
España apoyó la invasión de Iraq encabezada por Estados Unidos, del 20 de marzo al 1 de mayo, e integra las fuerzas que ocupan ese país.
Según testigos oculares, un grupo de iraquíes llamó a la puerta del domicilio de Bernal Gómez, y que cuando éste atendió hubo una discusión y un forcejeo, tras lo cual el sargento trató de huir pero fue derribado y asesinado de un tiro en la nuca.
Confirmada la muerte del militar, el mando estadounidense de las fuerzas que ocupan Iraq decidió reforzar la vigilancia frente a la sede de la embajada española, y la cancillería de España abrió una investigación sobre lo ocurrido.
El hecho de que Bernal Gómez haya abierto la puerta de su domicilio a un grupo de personas con aspecto de iraquíes hace suponer que conocía a por lo menos uno de ellos, señaló a IPS un portavoz de la cancillería, quien también consideró digno de indagación que el guardia personal privado de la residencia, de nacionalidad iraquí, estuviera ausente en el momento del ataque.
El diplomático Fernando Valderrama, quien renunció al cargo de embajador de España en Bagdad antes de la invasión liderada por Washington, por estar en desacuerdo con ella, señaló este jueves que el muerto era una persona entusiasta, positiva, cumplidora y muy apreciada entre sus compañeros.
Un grupo de iraquíes, no sabemos si cinco o seis, aparcaron un coche delante de la casa de José Antonio Bernal. Llamaron a la puerta, él abrió, lo encañonaron y el militar intentó escapar, pero no lo consiguió. Le dispararon, lo mataron y se fueron, dijo a periodistas el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Ramón Gil-Casares.
Ese funcionario recordó que el muerto era un profesional de la seguridad y que se ignora por qué abrió la puerta con esa facilidad, aunque también admitió que podría ser porque conociese a alguno de los que integraban el grupo agresor.
Gil-Casares opinó que el ataque, al que calificó de terrorista, es un paso cualitativo después de la muerte en Iraq del también español Manuel Martín-Oar, un capitán de navío fallecido a finales de agosto en un atentado contra la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Bagdad, donde trabajaba.
No obstante, el de este jueves, es el primer acto terrorista contra un ciudadano español, cuya pertenencia al CNI no era ningún secreto, ni bajo el régimen del derrocado presidente iraquí Saddam Hussein ni en la actualidad, cuando estaba en sus funciones para conseguir información sobre lo que ocurría, concluyó.
El sacerdote católico Angel García, presidente de la ONG española Mensajeros de la Paz, que trabaja en Iraq, dijo a IPS que Bernal Gómez lo acompañó varias veces durante sus viajes humanitarios por ese país, trasladándolo en su vehículo.
Era muy buena persona, muy colaboradora y atenta, recordó García, quien evitó pronunciarse acerca de la conveniencia de que mantener tropas de España en Iraq, pero fue categórico acerca de que las ONG españolas sí deben permanecer allí.
Ese país al que hemos ido a destruir, no puede ser abandonado ahora, pues sería una irresponsabilidad, sentenció.
Mensajeros de la Paz ya operaba en Iraq antes de la invasión, mediante envío y distribución de medicamentos, y esa actividad fue reforzada después de la caída de Saddam Hussein.
En la actualidad colabora, entre otras actividades, para construir un hospital infantil en Bagdad y otro en Basora, además de apadrinar niños a los que traslada a Madrid para que reciban atención médica especializada. Ya hubo cinco beneficiarios de ese servicio, y se espera la llegada a la capital española de otros 10 en los próximos días.
Andrés Rascón, de la ONG Asociación por la Paz y el Desarrollo, fue categórico al declarar a IPS que así como estuvo y está en contra de la invasión, también condena la ocupación militar y todos los actos de violencia, incluyendo al que acabó con la vida de Bernal Gómez.
Ahora hay que apoyar la reconstrucción de Iraq y excluir de ella a los ejércitos, sean de la nacionalidad que sean. Y la reconstrucción debe ser encaminada a través de la Organización de las Naciones Unidas, alegó.
Representantes del gobierno español también fueron terminantes, cuando se les preguntó si la muerte de Bernal Gómez ponía en cuestión la permanencia de soldados del país en Iraq.
El ministro del Interior, Angel Acebes, aseguró que no se cerrará la embajada en Bagdad ni habrá retirada de las tropas españolas, porque eso sería ceder ante el terrorismo.
El vicepresidente segundo del gobierno, Javier Arenas, se pronunció en la misma línea. En Iraq existen riesgos, nadie puede negarlo, reconoció, pero arguyó que el asesinado era un servidor público que cumplía una misión civil.
La principal fuerza de la oposición, el Partido Socialista Obrero Español, se limitó a condenar el homicidio y a lamentar el caos y la violencia que existen en Iraq, una situación que tiene difícil arreglo, según su portavoz parlamentario, Rafael Caldera.
Desde Izquierda Unida, coalición opositora basada en el Partido Comunista, se lanzó una dura crítica a las autoridades. El coordinador general de ese grupo, Gaspar Llamazares, afirmó que mientras nuestro gobierno siga embarcado en una guerra y ocupación ilegal, nuestros ciudadanos estarán condenados al peligro y al caos.