El presidente George W. Bush pierde autoridad ante los legisladores de su partido, como lo demuestra la aprobación en el Senado, inesperada y por amplio margen, del levantamiento de la prohibición de viajar a Cuba que rige para los estadounidenses.
El Senado marcó con su decisión, por 59 votos a 36, una creciente independencia del Poder Ejecutivo. La mayoría de la cámara alta del Congreso legislativo es del gobernante Partido Republicano, 19 de cuyos senadores apoyaron la iniciativa.
La resolución del jueves, a la que siguió la inmediata amenaza de veto de la Casa Blanca, fue posterior a una casi idéntica aprobada por la Cámara de Representantes el 9 de septiembre.
A pesar de las grandes presiones del Partido Republicano, 53 de sus diputados unieron entonces su voto a una fuerte mayoría de demócratas para poner fin a las restricciones a los viajes.
Como ambas cámaras aprobaron textos muy similares, resultará difícil enmendarlos en el Comité de Conferencia, organismo interno a cargo de conciliar iniciativas legales similares antes de enviarlas unificadas al presidente para su sanción.
Bush anunció hace dos semanas medidas en favor del advenimiento de una Cuba nueva, libre y democrática, incluida la aceptación de más inmigrantes desde la isla, la creación de una comisión para planificar la transición del estalinismo a una sociedad libre y abierta y nuevas restricciones a los viajes.
Los senadores se desalinearon de la Casa Blanca un año antes de las elecciones presidenciales y en momentos en que la aprobación de Bush cayó a menos de 50 por ciento, tras haber alcanzado 80 por ciento durante la invasión a Iraq entre el 20 de marzo y el 1 de mayo.
Esto hubiera sido inconcebible hace seis meses. Pero resulta claro que cada vez más republicanos están dispuestos a votar contra el presidente, afirmó una fuente del Congreso sobre la votación relativa a Cuba.
La línea dura de Bush contra el régimen de Fidel Castro tiene el objetivo de asegurar los votos al Partido Republicano entre los ciudadanos de origen cubano en el sudoriental estado de Florida, cuyo gobernador es el hermano del presidente, Jeb Bush.
El Senado había mantenido en 1999, por 55 votos a 43, la prohibición de viajar a Cuba. Trece senadores republicanos cambiaron de opinión desde entonces y votaron lo contrario el jueves.
El amplio margen de la votación tomó a muchos por sorpresa, y más aun porque varios republicanos, entre ellos el presidente del Comité de Relaciones Exteriores Richard Lugar, dijeron estar a favor del levantamiento de la prohibición, si bien no la votaron por entender que éste no era el momento.
Además, cuatro senadores del opositor Partido Demócrata que también estaban a favor de levantar la prohibición faltaron a la sesión. Por lo tanto, los integrantes de la cámara alta a favor de levantar la prohibición se acerca a los 66 necesarios para levantar un eventual veto presidencial.
Funcionarios de la Casa Blanca dijeron confiar en que el veto permanecería si el texto votado sobrevive a la consideración del Comité de Conferencia.
La ley estadounidense permite los viajes a Cuba para reuniones familiares, estudios e investigaciones, entre otros pocos motivos, pero esas excepciones son utilizadas con demasiada frecuencia como cobertura de negocios turísticos ilegales y para esquivar las restricciones al ingreso de efectivo a Cuba, dijo Bush.
El turismo ilegal perpetúa la miseria del pueblo cubano, advirtió el mandatario.
El Departamento del Tesoro ha aumentado los controles, inspecciones, investigaciones y multas a quienes supuestamente viajaron a Cuba de manera ilegal.
Las sanciones unilaterales no sólo frenan el flujo de bienes, sino el de ideas, dijo el senador republicano Michael Enzi. El mejor enfoque para hacer frente a los países comunistas es el compromiso, concluyó el demócrata Brian Dorgan. (