El grupo de países en desarrollo que se destacó en la V Conferencia Ministerial de la OMC, de septiembre en México, tiene un destino incierto, pero puede ser clave para el futuro de ese sistema multilateral de comercio.
El ahora llamado Grupo de los 20 Plus (G-20 plus) es quizás la única esperanza de mantener la OMC (Organización Mundial del Comercio), señaló a IPS Mario Marconini, director ejecutivo del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales (CEBRI) y ex secretario de Comercio Exterior del gobierno brasileño.
Las negociaciones en la OMC están sin liderazgo, ahora que Estados Unidos abandonó su tradicional posición y se hizo proteccionista por razones electorales en varios sectores, como el siderúrgico, el textil y la agricultura, señaló el experto.
Estados Unidos siempre encabezó los procesos negociadores como la Ronda Uruguay, finalizada en 1994 y que dio paso a la OMC, y la actual Ronda del Desarrollo, iniciada en 2001 en Doha, pero ahora no le interesa el multilateralismo, incluso porque su sector privado ya no quiere más apertura de mercado, apuntó.
Así, y como la Unión Europea (UE) nunca encabeza sino que reacciona a esas rondas y actualmente se concentra más aún en su propia integración, con la incorporación de otros 10 países, el sistema multilateral de comercio depende de la fuerza que tengan los países en desarrollo, para impulsar la negociación, agrgó.
El contexto apunta a un cambio de paradigma, una inversión de papeles, con países en desarrollo encabezando la lucha por la liberalización comercial, ante la resistencia de los países ricos, que disciplinaron la industria del siglo XXI, pero quieren proteger la del siglo XIX, sostuvo.
Marconi razonó que el G-20 Plus es un laboratorio, que debe probar si puede lograr reducciones importantes en los subsidios agrícolas, y que opera bien porque sus miembros tienen algo en común, todos pagaron el precio de abrir sus mercados, como hizo China para entrar a la OMC, y ahora quieren una contrapartida.
La Ronda Uruguay tuvo una mala aplicación práctica, en desmedro de los países en desarrollo, especialmente en agricultura, pero también en textiles, acotó.
La importancia del G-20 Plus para sacar las negociaciones del atascadero, tras el fracaso de la conferencia realizada del 10 al 14 de septiembre en el sudoriental balneario mexicano de Cancún, fue reconocido por el director general de la OMC, Supachai Panitchpakdi.
El funcionario de la OMC pidió al grupo, a través del canciller brasileño, Celso Amorim, un diálogo con Estados Unidos y la UE para hacer avanzar en la Ronda del Desarrollo.
El G-20 Plus tiene un gran peso al reunir países grandes, como Brasil, China, India y Sudáfrica, pero también es heterogéneo, tiene intereses distintos en agricultura, y su cohesión exige una política activa, un diálogo intenso para evitar divisiones, advirtió Marconini.
Este grupo de países en desarrollo se inició con 20 miembros, luego se sumaron tres países y perdió uno para la V Conferencia Ministerial de la OMC en Cancún y se pasó a llamar Grupos de los 22 (G-22), pero en los últimos días sufrió la deserción de Colombia y Perú.
Ahora está conformado por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, China, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Egipto, Filipinas, Guatemala, India, Indonesia, México, Nigeria, Pakistán, Paraguay, Sudáfrica, Tailandia y Venezuela.
Esas pérdidas debilitan un poco, pero no desmantelan el grupo, que sólo se debilitará de hecho si sale un país como India, evaluó Pedro Camargo Neto, ex secretario de Producción y Comercialización del Ministerio de Agricultura y activo representante del sector privado en las negociaciones, como consejero de la Sociedad Rural Brasileña.
La salida de Colombia era esperada, ya que su prioridad es la cuestión de las drogas y su lucha contra el narcotráfico, pero la de Perú sorprendió a Camargo, que lo atribuyó a la presión económica de Estados Unidos.
Una unión entre Argentina, Brasil, China, India y Sudáfrica es más que suficiente, opinó, señalando que incluso un grupo de dos, con Brasil e India, ya tendría una fuerza considerable.
El G-20 Plus se formó con algunos miembros que no hacen parte del Grupo de Cairns, que reúne a 17 países de producción agrícola eficiente y que combaten los subsidios y barreras del sector desde los años 80, pero no mostró cohesión ni agilidad en Cancún, para responder a la propuesta de Estados Unidos y la UE de acotar la reducción de sus subsidios.
Brasil hizo concesiones a China e India, exigiéndoles menos acceso a sus mercados, para componer un G-20 que sumara más de la mitad de la población mundial.
India siempre habla de sus 400 millones de agricultores como motivo para no abrir más (su mercado) y China alega que recién entró a la OMC y no puede abrir inmediatamente, justificó Camargo.
Además, el gran obstáculo para que países en desarrollo importen más no son aranceles, sino el bajo poder adquisitivo de su población, por eso pelear por desgravación, como hace Estados Unidos, no tiene sentido, argumentó.
Los negociadores brasileñas destacan que Estados Unidos cambió su posición en Cancún. Las propuestas del G-20 Plus, al que Washington acusa de haber provocado el fracaso de Cancún, coinciden de 70 a 80 por ciento con los planteos estadounidenses del inicio de la Ronda de Doha, dijo el canciller Amorim.
Para Camargo Neto, la propuesta original de Estados Unidos era ambiciosa, (pero) no coherente con su Farm Bill ni con la Autoridad para Promoción Comercial (TPA en las siglas inglesas), adoptas en los últimos años para ampliar subsidios agrícolas y condicionar la aprobación parlamentaria de los acuerdos comerciales.
Por eso Washington aceptó volver a acordar con la UE, proteccionista pero compatible con las leyes agrícola y comercial, comentó el experto.
Lo que hace falta a esas potencias es ser más coherentes, no hablar de libre comercio y a la vez seguir otorgando subsidios y practicando el proteccionismo, concluyó Camargo Neto.