El carácter plural de la Bienal de Artes Plásticas de La Habana se pondrá a prueba el 1 de noviembre con la apertura de la octava edición de la muestra, surgida en 1984 como espacio para los artistas del Sur.
El retiro de dos artistas y el posterior debate sobre la libertad artística en la isla pusieron otro acento al encuentro.
Ya tenemos en Cuba a 70 por ciento de los más de cien artistas que se esperaban, y en los próximos días deben llegar más, afirmó Rafael Acosta, presidente del gubernamental Consejo Nacional de las Artes Plásticas.
Según el funcionario, más de 700 galeristas, críticos de arte y artistas asistirán en calidad de observadores a la cita de La Habana, la mayoría procedentes de Estados Unidos, marcando una tendencia ya registrada en la última bienal de 2000.
Además de las muestras centrales, con las obras de los artistas invitados a la bienal, el público podrá disfrutar de un número importante de exposiciones colaterales, 53 personales y 43 colectivas.
Bajo el lema El Arte con la Vida, la bienal habanera incluirá un encuentro de performance (representación), organizado por el Centro de Arte Actual Le Lieu de Canadá, y varias propuestas vinculadas a los espacios urbanos y a la comunidad.
Pero el programa se ve opacado por la intensa polémica internacional sobre la libertad artística en Cuba surgida en agosto, cuando el artista venezonalo Alexander Apóstol y la costarricense Priscila Moge anunciaron su retiro de la bienal.
La renuncia circuló por Internet y con ella los textos de los mensajes de correo electrónico que intercambiaron los artistas con organizadores de la bienal, en ambos casos por desacuerdos con las palabras escritas para presentar las obras.
Me parece inaceptable participar en un evento donde tanto artistas cubanos como extranjeros están siendo cuestionados ycensurados, afirmó Moge en una carta al Centro Wifredo Lam, importante institución cubana de artes plásticas.
Apóstol, en tanto, optó por retirarse ante el desacuerdo de la curadora cubana Margarita Sánchez con un texto de la argentina Eva Grinstein que debía acompañar su obra y que, según Sánchez, podía dañar las relaciones entre Venezuela y Cuba.
Un artículo del periodista Edgar Alfonso-Sierra, publicado en el diario venezolano El Nacional el 13 de agosto, aseguraba que la censura había alcanzado también al guatemalteco Darío Escobar y al costarricense Federico Herrero.
El resultado de lo que autoridades culturales cubanas llamaron campaña mediática contra la isla de régimen socialista fue el retiro de los fondos comprometidos para la bienal por instituciones de Holanda y Francia.
El programa de la bienal, que fue siempre uno de los más importantes espacios de libertad para el arte no occidental, no es tan libre como en años precedentes. La censura es evidente, afirmó un comunicado del instituto holandés de cooperación Hivos.
En tanto, la Fundación Príncipe Claus, también de Holanda, vinculó su decisión de retirar la asistencia al arresto en marzo pasado de 75 opositores al gobierno cubano de Fidel Castro, entre los cuales hay un grupo de periodistas independientes.
Según un comunicado de la fundación, la condena a los disidentes muestra un deterioro significativo de la situación en que viven los intelectuales y artistas cubanos, y no se puede colaborar con una bienal cuyos organizadores no mantienen una distancia de la política oficial.
La fundación francesa AFAA, dependiente de la cancillería de ese país, adujo supuestas dificultades burocráticas para situar los fondos que beneficiarían a los artistas que debían viajar a La Habana desde Africa.
Algo más de 200.000 dólares han sido retirados del financiamiento del evento por fundaciones que, como Príncipe Claus e Hivos, dieron el 70 por ciento del financiamiento externo de la anterior Bienal de La Habana, afirmó el presidente del Consejo Nacional de Artes Plásticas.
Según Acosta, el recorte de fondos a sólo cuatro meses del inicio de la bienal creó una situación muy difícil y obstaculizó la participación de artistas que debían trasladarse desde sitios lejanos, sobre todo de Asia y Africa.
Para enfrentar la crisis, los organizadores acudieron al gobierno cubano, que decidió aportar a última hora un presupuesto ínfimo de 156.000 dólares, menos de lo previsto inicialmente, pero suficiente para que la bienal se lleve a cabo.
Un número importante de artistas decidieron asistir de todas maneras buscando los recursos necesarios para su estancia en la isla por cuenta propia y gracias a personas amigas, que realizaron diversas donaciones, dijo Acosta.
Al contrario de la versión divulgada por El Nacional, de Caracas, el funcionario cubano sostuvo que en ninguno de los casos mencionados por el periódico las obras de arte o los artistas fueron censurados por los organizadores de la bienal.
Eugenio Valdés, curador cubano que participa en el proyecto 4D (cuatro dimensiones, cuatro décadas) del grupo Rain, comentó a IPS que la idea ha enfrentado no pocos obstáculos burocráticos, pero nada que ver con censura o limitación de la libertad artística.
Rain es un colectivo de artistas, arquitectos y curadores de varios países que en esta ocasión se apropiará del Pabellón Cuba, un espacio de exposiciones en el centro de La Habana, para promover la reflexión sobre la ciudad y los espacios urbanos.
Hemos pasado mucho trabajo, sobre todo porque en Cuba no estamos preparados para recibir el arte fuera del estrecho ámbito de la galería o el museo. Se ve la galería como un recipiente que contiene el arte y no se derrama, dijo Valdés.
Para la directora de la bienal, Hilda María Rodríguez, la inclusión de grupos interdisciplinarios y multinacionales como Rain son una muestra de la pluralidad que a su juicio caracteriza al encuentro.
El carácter de la bienal es una suerte de condición sine qua non. Ha estado sobre todo relacionada con la diversidad de expresiones, disciplinas, propuestas, exposiciones, artistas y voces, sostuvo la funcionaria cubana. (