Las telenovelas latinoamericanas son el nuevo furor en la devastada Serbia, donde se han convertido en la principal vía de escape para millones de televidentes abrumados por los problemas políticos y económicos.
Telenovelas mexicanas y venezolanas acaparan la programación de los principales canales de televisión provinciales y de Belgrado.
Se calcula que unos tres millones de serbios se quedan en sus casas todos los días a partir de las cinco de la tarde para ver la telenovela peruana Soledad (2000) o las mexicanas Salomé (2001) y Las vías del amor (2002). Serbia y Montenegro tiene 7,5 millones de habitantes.
Sobre las ocho de la noche se emiten las mexicanas Rosa salvaje (1987), Madres egoístas (1991), Esmeralda (1997), Amor gitano (1999), y la venezolana Kassandra (1992). A la mañana siguiente se repiten los episodios.
Las telenovelas latinoamericanas se convirtieron en un fenómeno en Serbia en los últimos años. Son muy emotivas, de narrativa simple, y tienen un mensaje positivo que siempre prevalece sobre el mal, dijo a IPS el crítico de televisión Ratko Bozovic.
En las historias siempre hay jóvenes honestas y bondadosas, con frecuencia huérfanas, que luchan contra grandes obstáculos para tener al hombre que aman y probar su verdadera identidad, pues en muchos casos proceden de familias ricas, pero abandonadas y criadas por pobres.
La búsqueda de la felicidad le toma a cada protagonista por lo menos 200 eposiodios, en los que se ven rodeadas de otras trágicas vidas con las que pueden compartir sus duras experiencias.
Pero al final triunfan, y los malos que se ponen en su camino siempre reciben el castigo que merecen por sus fechorías.
Los críticos de las telenovelas y los promotores de una cultura de elite dicen que estos programas no tienen valor. Pero las personas comunes no buscan valores estéticos cuando los ven. Solamente quieren escapar de sus problemas, de las dificultades económicas, señaló Bozovic.
La población serbia sufrió mucho en los últimos años.
Entre 1989 y 2000, cuando Slobodan Milosevic presidió la Federación Yugoslava (ahora Serbia y Montenegro), hubo cuatro guerras de secesión, 11 semanas de bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y duras sanciones económicas internacionales.
Todo eso devastó la economía del otrora próspero país.
Las telenovelas latinoamericanas no son populares sólo en países de habla española o en Serbia, sino en todo el mundo. El hombre moderno vive en un ambiente de gran desarrollo tecnológico y muy racional. Las emociones y las historias de amor quedan de lado. Las telenovelas latinoamericanas llenan ese vacío, sostuvo el psicólogo Zarko Trebjesanin.
Los comentarios entre los vecinos que acuden a los mercados provinciales de Serbia siempre son sobre las últimas novedades de las telenovelas, y ya se convirtió en tradición no hacer visitas familiares ni llamadas telefónicas en los horarios en que se emiten estos programas.
Si un familiar llega desde algún país vecino donde ya se emitieron las telenovelas, como Bosnia-Herzegovina, Bulgaria o Croacia, todos le preguntan cómo continuará la trama.
El nombre Kassandra se vuelve más popular y muchos padres lo eligen para sus hijas, mientras cientos de jóvenes acuden a centros de idiomas de Belgrado para aprender español.
Las guías de televisión serbias y las revistas populares siguen la carrera de los más famosos actores latinoamericanos.
Algunos sectores culturales serbios lanzaron una campaña para sacar a las telenovelas de las pantallas de televisión, y remplazarlas por otro tipo de programas. Pero no han tenido ningún éxito.
Las telenovelas latinoamericanas no deben ser prohibidas. Alivian el pesar de los que sufren los problemas políticos de Serbia, y le dan un respiro al público. Pueden remplazar a los sedantes, que ya no se pueden obtener sin prescripción médica. Los que no quieren telenovelas pueden cambiar de canal, dijo Trebjesanin.
Las autoridades serbias pusieron controles en los últimos meses a la venta de sedantes en las farmacias para reducir el elevado consumo de estos productos.
En los años 90, se consumían más de 3,5 millones de tabletas de sedantes todos los días. Ahora están las telenovelas. (