SEGURIDAD-INDIA: Preparen y apunten

Cinco años después de sus primeras pruebas de armas nucleares, India dio un paso más hacia el despliegue efectivo de sus misiles en dirección hacia Pakistán, lo cual, lejos de distender, agrava el enfrentamiento en Asia meridional.

El Consejo Político de la Autoridad India para el Control Nuclear (NCA) decidió el 2 de este mes acelerar el despliegue de armas nucleares en varios sectores del ”programa de fuerzas estratégicas”.

La medida fue adoptada en la primera reunión del Consejo Político de la NCA, creada en enero con el único mandato de desarrollar, desplegar y, si es necesario, ordenar el lanzamiento de armas nucleares.

El Consejo Político de la NCA es el único organismo gubernamental con la potestad de autorizar el uso de armas atómicas, y está integrado por el primer ministro, los ministros del Interior, Finanzas, Asuntos Exteriores y Defensa, y el consejero de Seguridad Nacional.

De forma gradual pero sin pausa, la posición de India respecto de las armas atómicas sufrió una radical reforma desde la ”abstinencia nuclear” proclamada por Jawaharlal Nehru, primer ministro entre 1950 y 1964. En 1974, el país realizó una prueba disimulada como una explosión ”pacífica”.

Luego, en 1996, India se retiró de las negociaciones sobre desarme nuclear en Ginebra, pues, argumentó, la prohibición no conduciría al desarme dado que China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia mantendrían sus arsenales. Pero aseguró que no construiría armas nucleares.

Finalmente, en mayo de 1998, India sorprendió al mundo y a sus propios ciudadanos con una serie de cinco pruebas nucleares. Días después, su vecino y rival Pakistán realizó las suyas.

Desde entonces, India ha experimentado problemas para poner en funcionamiento su capacidad nuclear.

Estados Unidos, que mantuvo numerosas rondas de conversaciones con altos funcionarios indios al respecto, presionó a Nueva Delhi para que no desplegara abiertamente sus armas atómicas.

En un principio, el gobierno indio manifestó su compromiso de no ser el primero en usar armas nucleares —sólo las emplearía como represalia— y de apuntar con ellas a países que cuenten con la misma tecnología bélica.

Esa posición dio paso en los últimos años a una preparación activa, a medida que la presión estadounidense cedía bajo el gobierno de George W. Bush. Actualmente, Nueva Delhi está dedicada a ”consolidar su poder de disuasión nuclear”.

El gobierno pone ahora énfasis en aumentar la ”credibilidad” de la amenaza nuclear, mediante la creación de una estructura de control y de comando, así como por la demostración de voluntad política de utilizar esas armas y de la capacidad militar necesaria.

La adopción de esa política es atribuida a la influencia de los mandos militares en el gobierno, que los invitó a la reunión del Consejo Político de la NCA.

El órgano recibió informes según los cuales los sistemas de ”comando y control” —para preparar y autorizar el uso de las armas— y el de ”indicación y alerta” —para detectar posibles ataques nucleares contra India— no están operativos aún.

Por ahora, India cuenta para cargar armas nucleares con el misil balístico Agni-II, de entre 2.000 y 2.500 kilómetros de alcance, y el Prithvi, de entre 150 y 250. También está en desarrollo el Agni-I, que apuntará específicamente contra Pakistán, con un rango de entre 700 y 800 kilómetros.

La próxima respuesta de Islamabad es predecible: tratará de igualar la apuesta de Nueva Delhi. Los expertos indican que Pakistán cuenta con sistemas de coordinación entre misiles y carga más avanzados que India, y que ambos países desplegarán sus arsenales al mismo ritmo.

Los riesgos que implica tal despliegue son graves. Un misil tardaría entre tres y ocho minutos en atravesar la frontera y detonar en algún punto del otro país. Y se requieren más de cinco minutos para procesar información sobre un eventual ataque y elevarla al órgano político que decidiría una represalia.

Por lo tanto, ningún sistema de comando y control ni de indicación y alerta podría reducir el margen de error, según los expertos.

Las posibilidades de un ataque accidental, sin intención o sin autorización son mayores en Asia meridional que en ninguna otra zona del mundo, y probablemente más elevadas que en el periodo de la guerra fría posterior a la crisis de los misiles que enfrentó a Estados Unidos con la Unión Soviética y con Cuba en 1962.

Los decididos pasos dados por la NCA contrastan con la interrupción del proceso para normalizar las relaciones entre Nueva Delhi e Islamabad lanzado por el primer ministro indio Atal Bihari Vajpayee hace cuatro meses y medio.

A fines de agosto, por ejemplo, se cortó el diálogo para la reanudación de los vuelos comerciales.

Vajpayee descartó una normalización a menos que Pakistán deje de apoyar a los combatientes separatistas de Cachemira, septentrional estado indio de mayoría musulmana. Mientras, ambos gobiernos volvieron a la diplomacia del megáfono y al intercambio de acusaciones y de discursos hostiles.

Enfrentamientos políticos internos en los dos países complican aun más el panorama y podrían precipitar un enfrentamiento. Las armas nucleares sólo agravan la tensión que tiene su epicentro en Cachemira.

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