La decisión brasileña de importar medicamentos genéricos contra el sida, procedentes de China e India, ganó mayor legitimidad tras el acuerdo aprobado por la Organización Mundial de Comercio (OMC), aunque no dependía de él.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva emitió este viernes un decreto que autoriza la importación de genéricos (medicamentos identificados por el nombre de su principio activo, mucho más baratos que sus equivalentes con marca registrada), aun sin anuencia de los dueños de las patentes correspondientes.
Los 146 países miembros de la OMC habían acordado el 30 de agosto que los países en desarrollo podrán importar tales medicamentos para enfrentar enfermedades graves y epidémicas, como el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), la tuberculosis y la malaria.
Ese acuerdo fue alcanzado pese a que países en desarrollo como Argentina y Filipinas cuestionaron el apresuramiento de las negociaciones, bajo presión por un entendimiento que alejara los presagios de fracaso sobre la V Conferencia Ministerial de la OMC, que se llevará a cabo del 10 al 14 de este mes en la sudoriental ciudad mexicana de Cancún.
Organizaciones no gubernamentales (ONG) como Oxfam y Médicos Sin Fronteras criticaron la decisión de la OMC, por considerar que favorece a la gran industria farmacéutica occidental, al imponer reglas de control para que los genéricos sólo sean usados en el país autorizado a importarlos, y en la cantidad que se permita expresamente.
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Pero el coordinador del programa de sida y enfermedades sexualmente transmisibles del Ministerio de Salud brasileño, Alexandre Granjeiro, opinó que esas ONG cometieron ”un error estratégico”, debido a ”una equivocada evaluación de la coyuntura”.
El acuerdo ”es un gran triunfo” y beneficia todos los países que afrontan crisis sanitarias, especialmente en el continente africano, que pierde millones de vida cada año a causa del sida, la malaria y otras epidemias, dijo a IPS Granjeiro.
Las medidas de control, que prohíben la reexportación, no disminuyen sus efectos positivos para la salud pública, afirmó.
La mayoría de los países no producen medicamentos, por falta de capacidad industrial o pequeñez de sus mercados. Si esas naciones no pueden importar a precios bajos, para ellas queda sin efectos prácticos el principio de que la salud pública prevalece sobre la propiedad intelectual, aprobado en 2001 en la IV Conferencia Ministerial de la OMC, en Doha, destacó Granjeiro.
El canciller brasileño, Celso Amorim, también celebró el acuerdo que ”abaratará los medicamentos”, en muchos casos adquiridos por el gobierno para distribución gratuita a la población.
Brasil ha sido uno de los países en la vanguardia del uso de genéricos para afrontar emergencias sanitarias, mediante licencias obligatorias de patentes y suspensión de derechos de las grandes firmas farmacéuticas en relación con los medicamentos antirretrovirales, que frenan el desarrollo del sida.
Esos medicamentos se distribuyen gratis en un programa de éxito reconocido mundialmente, que atiende en la actualidad a unas 130.000 personas y que costará este año unos 195 millones de dólares.
La compra de sólo tres antirretrovirales, cuyos nombres genéricos son efavirenz, lopinavir y nelfinavir, absorbía 63 por ciento del presupuesto de ese programa. Por eso Brasilia buscó, en negociaciones con las transnacionales Merck, Abbott y Roche, una reducción de precios de por lo menos 40 por ciento.
La respuesta fue una oferta de rebaja máxima de 6,7 por ciento, por lo cual el gobierno brasileño decidió aplicar la licencia obligatoria, prevista en la legislación nacional, e importar los tres medicamentos en versiones genéricas.
Para eso no hubo necesidad de nuevas reglas de la OMC, porque India y China aún no adhirieron al sistema internacional de patentes y producen a costos muy bajos los genéricos correspondientes, que pueden exportar libremente hasta 2005, explicó Granjeiro.
Pero el acuerdo de la semana pasada le concede ”mayor legitimidad” a la decisión brasileña, reconoció.
La importación es necesaria por ahora, ya que a Brasil le llevará cerca de un año estar en condiciones de producir los medicamentos en cuestión, pero cuando lo haga, reducirá a menos de la mitad el costo actual de los tres productos, calculó Granjeiro.
Brasil tiene 18 laboratorios estatales con capacidad para producir excedentes de genéricos y exportarlos, pero ”su vocación es atender las necesidades internas, y no comercial”, dijo a IPS el presidente de la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos Oficiales, Carlos Alberto Gomes.
Esos laboratorios, en general vinculados con universidades o centros de investigación, responden a pedidos del Ministerio de Salud y gobiernos estaduales y municipales. Por eso Gomes no descartó futuras exportaciones, en el ámbito de acuerdos del gobierno para ayudar otros países en el combate a epidemias.
La industria del medicamento tuvo un fuerte desarrollo en los últimos cinco años, por la política gubernamental de distribuir medicamentos contra el sida y fomentar el uso de genéricos y la producción nacional, dijo a IPS Pedro Rolim Neto, director técnico del Laboratorio Farmacéutico del Estado de Pernambuco (Lafepe), al noreste del país.
Además de la modernización tecnológica que eso implica, avanzó la formación de recursos humanos para avanzar mucho en el área, destacó Rolim, también profesor de la Universidad Federal de Pernambuco.
El Lafepe produce medicamentos contra la tuberculosis, la hipertensión, la diabetes, el cólera y la hanseniasis (lepra), además de los antirretrovirales.
La crisis del sida jugó un papel clave en ese proceso, porque obligó al país a superar sus dificultades financieras con creatividad, mediante iniciativas que lo convirtieron en ”formulador de políticas públicas”, y le dieron liderazgo en el movimiento cuestionador de las patentes farmacéuticas, opinó Gomes.