El grupo de países en desarrollo llamado G-22, que se enfrentó con los del Norte rico en la reunión ministerial de la OMC celebrada este mes, brilló al irrumpir en la escena comercial mundial, pero hay indicios de que puede tratarse de una estrella fugaz.
La tensión en la conferencia de cuatro días, que terminó el 14 de este mes sin acuerdos en el sudoriental balneario mexicano de Cancún, dejó fisuras entre los miembros del grupo, 13 de ellos latinoamericanos. La reunión reunió a representantes de los 146 países integrantes de la OMC (Organización Mundial del Comercio).
Según funcionarios de gobierno y observadores en varios países de América Latina consultados por IPS, Colombia, Costa Rica, Chile, Guatemala, México y Perú podrían desmarcarse del grupo y tratar de alcanzar o consolidar acuerdos comerciales bilaterales con Estados Unidos.
Ya actuó de esa forma El Salvador, que abandonó el G-22 (o Grupo de los 22) poco antes de que finalizara la conferencia de Cancún.
Representantes de ese país de América Central, subregión que en la actualidad negocia un tratado de libre comercio con Estados Unidos, afirmaron que el grupo, uno de cuyos líderes es Brasil, no representaba sus intereses.
[related_articles]
”El G-22, o G-21 si quitamos a El Salvador, está agarrado por alfileres y lo más seguro es que pronto se vea un desmembramiento”, vaticinó Germán de la Reza, experto en integración y profesor de la materia en varias universidades mexicanas.
Los únicos miembros que se mantendrían unidos, al menos para negociaciones de carácter continental, serían Argentina, Brasil, Cuba y Venezuela, que conjugan en posiciones políticas y tienen intereses comerciales similares, dijo.
En duda estarían Bolivia, Ecuador y Paraguay, que admiten marcado interés en suscribir acuerdos comerciales con Estados Unidos. Washington advirtió por diversas vías que quienes integren el G-22 quedarían excluidos de futuras negociaciones bilaterales.
El presidente del Comité de Finanzas del Senado de Estados Unidos, Charles Grassley, del gobernante Partido Republicano, dijo que se tomará nota de cuáles fueron los países que desempeñaron un papel ”constructivo” en la reunión ministerial de Cancún y cuáles no.
Luego de tal análisis, Washington ”efectuará una nueva evaluación de aquellos países que califican como socios potenciales de Estados Unidos en acuerdos”.
El G-22 brilló en Cancún al exigir en bloque a los países industrializados que redujeran la protección a la agricultura, lo que, junto con otros pedidos rechazados por las naciones ricas, impidió a la postre que se alcanzaran acuerdos.
A fines de 2004 vence el plazo para que los 164 miembros de la OMC pongan en marcha una serie de acuerdos que deberían beneficiar a los países en desarrollo.
Entre esos acuerdos figura la disminución de los más de 300.000 millones de dólares anuales que suman los subsidios entregados en los países industriales a los productores agrícolas, ayuda que, según la OMC, perjudica a las naciones pobres.
Observadores sostienen que el fracaso de Cancún puso en duda el cumplimiento de los calendarios de la OMC. Por ello, advierten que en América Latina muchos países optarán por buscar acuerdos regionales y bilaterales, especialmente con Estados Unidos, el mayor importador de la región.
Otra consecuencia de Cancún es que el proyecto de crear una Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), previsto para enero de 2005, podría sufrir retrasos.
”El resultado influirá en todas las negociaciones regionales, incluidos el ALCA y posiblemente también en su cronograma, y uno de los pronósticos, por lo demás adelantado ya por Estados Unidos, es el de que los países se vuelquen hacia más acuerdos bilaterales”, declaró el ministro venezolano de Producción y Comercio, Ramón Rosales.
En las negociaciones previas del ALCA, proyecto de zona de libre comercio desde Alaska en Estados Unidos hasta Tierra del Fuego en Argentina, con la excepción de Cuba, los conflictos en materia de subsidios a la agricultura y por el desmantelamiento de las medidas antidumping fueron trasladados a la OMC, donde aún no se logran avances.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, consideró que ”el ALCA ha sufrido un duro golpe con los resultados de Cancún, y por ello vamos a insistir en el ALBA”, siglas de su propuesta de Alternativa Bolivariana de las Américas.
El ALBA es una expresión de ideas algo difusas que Chávez ha presentado en algunos foros como alternativa al ALCA, proyecto contra el que se ha pronunciado reiteradamente.
Para el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, la formación del G-22, liderado por importantes exportadores agrícolas como Brasil, India y China, estableció ”un nuevo paradigma en las relaciones financieras globales para el siglo XXI” y demostró que los países pobres pueden ser un contrapeso efectivo frente a los ricos.
Antonio Romero, coordinador de área en el Sistema Económico Latinoamericano, grupo que reúne a 28 países de la región, dijo a IPS que ”por primera vez en muchos años los países del Sur mostraron tal capacidad de concertación y alianza. Incluso los delegados del Norte reconocieron que hubo una clara delimitación entre Norte y Sur”.
La falta de acuerdos en Cancún, donde se pretendía avanzar en la llamada agenda de Doha, que pretende beneficiar a los países en desarrollo, fue celebrado con vítores y hasta bailes por activistas sociales presentes en esa cita.
Esos grupos otorgaron al G-22 el crédito de haber frenado con decisión y unidad lo que consideran ”el poder de los países desarrollados y la corporaciones”, y le auguraron un futuro promisorio.
Pero esa unidad y el paradigma del que habló Wolfensohn están en duda.
El presidente Chávez reconoció que el G-22 ”es apenas una posibilidad que comienza, que nace, no exenta de contradicciones. Sería deseable trabajar por su consolidación para ir más allá del tema agrícola, a otros como la propiedad intelectual, por ejemplo”.
El ministro de Comercio Exterior de Colombia, Jorge Botero, aclaró que la presencia de su país en el G-22 ”sólo se mantendrá en tanto el grupo no se convierta en un factor de confrontación política con Estados Unidos”.
El investigador del Instituto Latinoamericano de Servicios legales Alternativos en Bogotá Héctor Moncayo dijo a IPS que la participación de Colombia en el G-22 ”es extrañísima y contradictoria”.
”Si uno pensara de manera muy retorcida podría decir que Colombia entró al G-22 por que le interesaba dañar la reunión, pues dañándole todo el andamiaje y llevándose de paso el ALCA, se le facilitaba el acuerdo bilateral con Estados Unidos por el que ya ha apostado. Pero eso sería demasiado maquiavélico”, apuntó.
Según la canciller Soledad Alvear, de Chile, país que tiene un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos vigente, en Cancún ”hubo países pobres que no entendieron que en las negociaciones sobre comercio es trascendental ser flexibles para lograr acuerdos”.
En cuanto a México, país que integra junto a Canadá y Estados Unidos el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, se sumó al G-22 por intereses meramente pragmáticos e insinuó que podría dejarlo en cualquier momento, según afirmó el negociador Eduardo Pérez.
Similares declaraciones se recogieron en otros países.
”Estamos aliados con el grupo de los 22 sólo en lo que refiere a la liberalización del comercio de productos agrícolas con los países desarrollados”, expresó el director de Organismos Económicos Multilaterales de la cancillería paraguaya, Igor Pangrazio.
En lo que coinciden casi todos los gobiernos de América Latina es que Cancún fue un fracaso y que ahora es necesario reforzar las negociaciones para evitar el fracaso de la Ronda de Doha. No obstante, cada uno mide las consecuencias con diferente vara.
El ministro de Agricultura de Chile, Jaime Campos, coincidió con portavoces de la empresarial Sociedad Nacional de Agricultura en señalar que el resultado de Cancún es lamentable, pero irrelevante para su país.
Los temas de acceso a los mercados y subsidio a las exportaciones ”Chile ya los tiene solucionados como consecuencia de los tratados de libre comercio que hemos venido suscribiendo en el último tiempo”, con la Unión Europea, Estados Unidos, la Asociación Europea de Libre Comercio y Corea del Sur, expresó Campos.
Para el vicecanciller argentino Martín Redrado, Cancún tiene un balance positivo, pues su país encontró allí ”una coalición de intereses que, en adelante, brindará una mayor fuerza política” a los reclamos comunes de los países en desarrollo.
(*) Con aportes de Humberto Márquez (Venezuela), María Isabel García (Colombia), Gustavo González (Chile), Marcela Valente (Argentina), Alberto Sciscioli (Paraguay) y José Eduardo Mora (Costa Rica)