La sequía es el principal problema que sufre Afganistán, pero continúa oculta detrás de las noticias políticas y militares dos años después del ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos y que dio pie a la invasión del país asiático.
Mientras, la prensa mundial se concentra en la lucha de Washington contra remanentes del movimiento islámico Talibán y de la red terrorista Al Qaeda, dijo el médico japonés Testu Nakamura, director de tres sanatorios en Afganistán y un hospital en la fronteriza ciudad pakistaní de Peshawar.
Pero la sequía en Asia central, que abarca China, India, Irán, Iraq y Pakistán, afecta a más de la mitad de los 20 millones de habitantes de Afganistán, sostuvo el médico, ganador este mes del premio Ramon Magsaysay a la labor humanitaria, galardón al que en Asia se suele comparar con el premio Nobel de la Paz.
Talibán controló Afganistán entre 1996 y diciembre de 2001. Lo depuso una alianza militar liderada por Estados Unidos a raíz de los ataques que dejaron 3.000 muertos en las torres gemelas del World Trade Center en Nueva York y en el Pentágono, sede en Washigton del Departamento (ministerio) de Defensa.
Con dos decenios de experiencia en Asia central, Nakamura afirmó que los medios de comunicación occidentales y de Japón se concentran demasiado en los aspectos políticos y culturales de la guerra en Afganistán, así como los de la invasión a Iraq.
Eso brinda un panorama con frecuencia equivocado de la vida de los afganos, sostuvo el médico japonés, cuyas independencia de opinión es muy apreciada en su país.
La sequía es el principal problema que afronta el pueblo de Afganistán, y la comunidad internacional debería preocuparse más de eso que por las imágenes de la guerra, dijo Nakamura a IPS.
Cuatro millones de afganos están al borde de la inanición y un millón podría morir de hambre en el corto plazo, según el médico. Se dice que 90 por ciento del ganado en los poblados afganos murió hace dos años, indicó.
En algunas zonas de Afganistán, hemos visto personas caminando varios kilómetros en busca de agua. A veces ocupan un día entero en eso. Brotes de infecciones gastrointestinales como disentería golpean el área, dijo Nakamura en el discurso que pronunció para aceptar el premio en Manila la semana pasada.
Murieron tantos niños… Hemos visto muchos niños muriendo en los brazos de sus madres en las salas de espera de nuestras clínicas, agregó.
Podrá no ser adecuado que un médico diga esto, a veces pienso que no debería preocuparme tanto por el tratamiento de las enfermedades, porque la situación se ha vuelto tan desesperada que sólo sobrevivir sería muy difícil, agregó.
La Asociación Peshawar que conduce Nakamura, además de dirigir los sanatorios, inició hace tres años un programa para ayudar a las comunidades a perforar pozos de agua, en ocasiones utilizando minas antipersonales y con la ayuda de soldados estadounidenses, ex combatientes de Talibán y antitalibanes.
En marzo, la Asociación comenzó la construcción de un canal de 16 kilómetros en el este de Afganistán para irrigar hasta 2.000 hectáreas de tierras agrícolas desertizadas por la sequía, lo que permitirá sobrevivir a 150.000 campesinos.
La organización que dirige Nakamura no recibe fondos gubernamentales, sino de 12.000 contribuyentes individuales.
Nakamura afirmó que 70 por ciento de la ayuda de Occidente a Afganistán se dirigió a instituciones de la sociedad civil no afganas y a agencias de la Organización de las Naciones Unidas, lo cual deja al gobierno de Hamid Karzai con poco para atender las necesidades de la población.
Además, las continuas acciones militares estadounidenses contra Talibán y contra Al Qaeda contribuye a crear nuevas zonas de combate casi dos años después de que el movimiento radical islámico fuera desalojado del poder.
Los países occidentales y Japón ayudan a la violencia al ignorar las necesidades urgentes. Si quieren erradicar a Talibán, la solución es mejorar la vida de 20 millones de afganos poniendo dinero para acabar la sequía y salvar vidas, dijo Nakamura a IPS.
Con los antecedentes de Afganistán, el gobierno de Estados Unidos debería revisar sus políticas sobre la ocupación de Iraq, según Nakamura. Trato de mostrar la visión de la gente débil, como el pueblo de Iraq, que sufre como consecuencia de los bombardeos estadounidenses, dijo.
Es importante que el gobierno estadounidense no implemente una política violenta contra Iraq, agregó.