Cuando las cámaras de televisión sigan al emperador y a destacados políticos de Japón este viernes, en el 58 aniversario de la rendición ante las fuerzas aliadas en la segunda guerra mundial, Susumu Abe, de 74 años, estará hablando a los jóvenes sobre los horrores de la guerra.
Aquel día fatídico adquiere un significado especial en el Japón actual, dijo Abe, un maestro jubilado que tenía 16 años cuando las fuerzas de Estados Unidos bombardearon su barrio e incendiaron su casa en 1945, obligándolo a huir con su madre y sus dos hermanas.
Mi misión es convencer a los jóvenes de que el horror de la guerra es lo único que puede detener la nueva tendencia armamentista de Japón, explicó Abe, procedente de la ciudad de Yokohama, al sur de Tokio.
Abe y otros 30 sobrevivientes del bombardeo de Yokohama planean relatar este viernes en una ceremonia de recordación el tormento físico y psicológico que padecieron como resultado del enorme error de su país al lanzarse a la guerra contra sus vecinos de Asia oriental.
Teníamos hambre todo el tiempo. Vi los cuerpos quemados y aplastados de mis amigos a mi alrededor, y extrañaba muchísimo a mi padre, que se había ido a trabajar para el ejército. Japón nunca más debe ir a la guerra, insistió.
El hermano mayor de Abe, que tenía 17 años cuando el bombardeo y estaba en la Armada, también sufrió inmensamente por su experiencia del conflicto.
Cuando mi hermano regresó a casa después de la guerra, estaba consumido por la culpa, porque lo habían convencido de que era su deber morir por el emperador y su país, contó.
La experiencia de guerra de Abe lo convirtió, como a muchos de su generación, en un pacifista de profundas convicciones.
De hecho, los civiles de setenta años en adelante constituyen la espina dorsal del movimiento japonés contra la violencia, y este espíritu está consagrado en la Constitución de la Paz impuesta por Estados Unidos, que ocupó Japón por seis años luego de su rendición, en 1945.
Pero el ánimo del público ha cambiado, en especial porque la mayoría de los jóvenes japoneses sólo saben de la agresión militar de su país por libros, y porque los problemas sociales y políticos de la actualidad alientan sentimientos nacionalistas.
Según observadores, la actitud pacifista está cambiando, porque el estancamiento económico y social de Japón hace que muchos deseen revivir la antigua gloria nacional para restaurar la autoconfianza.
Japón se ha vuelto más nacionalista frente a los problemas domésticos y a la amenaza (nuclear) de Corea del Norte, afirmó el analista político Harumi Arima.
Como los menores de 60 años —que son la mayoría de la población— no experimentaron la guerra, no existe una barrera fuerte que pueda detener esa tendencia, señaló.
Abe concordó. Nos llaman viejos tontos y nos acusan de ignorar la realidad. Esta situación nos recuerda cuando Japón fue arrastrado a la guerra por militaristas que ganaron el apoyo del público convenciéndolo de la amenaza de ataques extranjeros, dijo.
Puede que no exista la amenaza de invasiones extranjeras, pero ciertamente la inseguridad es creciente en el Japón actual.
El índice de crecimiento del producto interno bruto ha estado por debajo del uno por ciento por más de una década, y esto ha dado fuerza a conservadores que quieren poner de pie nuevamente a la segunda potencia económica del mundo.
A la vanguardia de esta tendencia se encuentran políticos que alzan el espectro de un Japón decadente frente a una China que podría convertirse en potencia económica.
Por ejemplo, el gobernador de Tokio, Shintaro Ishihara, reclama que el país recobre su debida posición internacional como igual de Estados Unidos.
Ahora en su segundo mandato, Ishihara logró aprobación para su demanda de retiro de la base aérea estadounidense en Yokota, cerca de la capital.
Sus comentarios hostiles sobre China molestaron a Beijing, pero fueron considerados prácticos en este país. La ayuda japonesa a China debe utilizarse para que los criminales chinos regresen a casa, dijo.
Otra señal de este conservadurismo es un polémico proyecto aprobado el 27 de julio, que fortaleció a las Fuerzas de Autodefensa al autorizar su envío a Iraq para respaldar a las tropas de ocupación estadounidenses.
El proyecto fue impulsado por el propio primer ministro, Junichiro Koizumi, y los más radicales describen la victoria legislativa como una nueva página en la historia japonesa.
El próximo paso para los conservadores es la revisión de la Constitución de la Paz, por la cual el país renunció a la guerra.
Todo esto estremece a Abe. No existe debate público, y asuntos que alguna vez se consideraron radicales se están volviendo aceptables en la actualidad. Pero no debemos desanimarnos, concluyó. (