Trascender la escultura estática e involucrar en el arte las actividades del ser humano, para transformarlo en parte fundamental de la obra, son algunos de los principales objetivos del artista austriaco de vanguardia Edwin Wurm.
Wurm, quien reivindica la diversión y el ridículo como estrategias para crear obras de arte, exhibe actualmente parte de su obra en uno de los museos de la capital mexicana, con cierto grado de sorpresa de los espectadores, invitados a interactuar con los materiales expuestos.
El artista, nacido en 1954, realizó sus primeras esculturas con materiales desechados en la vida diaria, como una simple casaca militar, un abrigo o ropa de cama.
Algunas de sus obras consisten en una o varias prendas de vestir para que las personas se cubran por completo con ellas y, al moverse, las conviertan en una especie de esculturas en movimiento y cambio permanentes.
En la amplia y peculiar exposición, un grupo infantil que recorría museos de la capital, como suele ocurrir durante los cursos de verano (boreal), recibió asombrado la invitación a ser parte de una escultura en movimiento.
Emiliano y Berenice, de ocho y seis años respectivamente, se vieron en serias dificultades para meterse en un solo y enorme suéter. Cuando al final lo lograron, él con un pie en una manga, y ella ocultando pies, manos y cabeza en el interior, rodaron y la ”escultura” fue cambiando a múltiples formas.
”No entiendo que quiere decir este señor (el artista) pero es divertido, es algo que no se nos había ocurrido, como el hacer formas con ropa o con utensilios para la limpieza de los baños”, dijo a IPS Carlos Eduardo, de nueve años.
”Gran parte de la obra de este artista es construida a partir de dibujos y materiales inestables, que se manipulan para después registrar el resultado con fotografía o vídeo, continuando así la línea tradicional de documentación del arte conceptual”, señaló la curadora de la exposición, Pamela Echeverría.
En el vestíbulo del museo Carrillo Gil, al sur de la ciudad, los visitantes son recibidos por un enorme vehículo rosado, que parece tener rebosantes carnes y una boca de labios gruesos. El título de esa obra es ”Automóvil gordo de 2001”.
Esa obra se puede interpretar ”como un emblema de la analogía entre los males acarreados al cuerpo por la obesidad y los males a nuestro ecosistema causados por la industria del petróleo”, sostuvo Echeverría.
”Por una parte, los daños que el exceso desmesurado de peso produce en el ser humano (baja autoestima, ataques cardiacos, entre otros) pueden ser equivalentes a aquellos producidos por la industria petrolera (contaminación, accidentes ecológicos o la guerra en Iraq”, opinó.
”Los excesos de la civilización postergan el cambio de los energéticos por seguir alimentando a una industria glotona”, según la curadora.
Otra obra de Wurm, titulada ”Instrucciones para holgazanear”, es una receta con varias recomendaciones, entre ellas ”no trabaje”, ”sea indiferente a todas las cosas”, ”nunca responda”, ”fume antes del desayuno” y ”haga movimientos lentos”. (