América Latina retomará a paso modesto la senda del crecimiento, según anticipa el último informe de Cepal, pero expertos entienden que nada garantiza una reactivación a largo plazo que aleje el fantasma de las crisis y depresiones recurrentes.
El estudio prevé que Argentina tenga la mayor expansión económica de la región, con 5,5 por ciento, que a primera vista parece espectacular, aunque no lo es de cara a la recesión de 10,9 por ciento de 2002, que culminó una cadena de caídas de 3,2 por ciento en 1999, de 0,5 en 2000 y de 4,4 por ciento el año siguiente.
Pero Alejandro Vanoli, profesor de Economía Internacional de la Universidad de Buenos Aires y uno de los especialistas consultados por IPS, manifestó escepticismo respecto de la recuperación prevista por la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe).
La Cepal, con sede en Santiago de Chile, señaló el 7 de este mes que la región mejorará en 2003 sus índices de crecimiento del producto interno bruto (PIB), empleo, finanzas, cuentas externas e inflación, pero advirtió que la base de comparación ”dista mucho de ser exigente”.
En el ”Estudio económico de América Latina y el Caribe 2002- 2003” se proyecta para este año un crecimiento del PIB regional de 1,5 por ciento, que se compara positivamente con la caída de 0,6 por ciento registrada en 2002.
En tanto, el gobierno argentino de Néstor Kirchner negocia un alto superávit fiscal, del orden de tres por ciento, con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Precisamente, las exigencias de superávit fiscal del FMI inhiben el gasto público, impidiendo que éste opere como reactivador de la economía, sobre todo en países que, como Argentina, vienen saliendo de prolongadas recesiones.
El informe de Cepal señala que en casi toda América Latina la política fiscal no estimulará el gasto interno, a lo cual se suma ”la falta de un motor externo”, ya que el entorno internacional muestra a Estados Unidos creciendo menos de lo previsto, a la Unión Europea sin dinamismo y a Japón estancado.
La región baja las tasas de interés para estimular inversiones y endeudamiento, lo cual redunda en mayor gasto y más consumo.
”Llama la atención que en los primeros siete meses de 2003 se observa que un mayor número de países está aplicando políticas monetarias más expansivas”, señaló la agencia de la Organización de las Naciones Unidas.
La disminución de las tasas está acompañada en Chile por tipos de cambio más competitivos, lo cual favorece las exportaciones y se constituye en el principal soporte del crecimiento del PIB de 3,5 por ciento que se espera para este año en este país, según el secretario ejecutivo de Cepal, José Antonio Ocampo.
La entidad regional elogió tanto a Chile como a Brasil por ”acumular capacidad de crecimiento de mediano plazo”. En 2003 la economía brasileña crecerá 1,5 por ciento por tercer año consecutivo, apuntó el trabajo.
Pero una vez más hay otras visiones internas que contrastan con el optimismo que los gobiernos transmiten a través de Cepal.
El senador chileno Alejandro Foxley, ex ministro de Hacienda, sostuvo que 3,5 por ciento es el ”techo” de la posible expansión del PIB este año, pero que resulta más realista prever un crecimiento del producto de tres por ciento.
Por su parte, Fernando Cardim, economista y profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, comentó a IPS que ”no hay escollos estructurales para la recuperación económica a corto plazo”, pero en el mediano plazo pueden surgir restricciones por la poca capacidad productiva de algunos sectores.
Brasil necesita más inversiones y exportar más, lo cual no se logrará a juicio de Cardim con la política de reducción de la demanda agregada, que responde a exigencias del FMI, puesta en marcha por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2003) y acentuada por la actual administración de Luiz Inácio Lula Da Silva.
Hay un agravamiento social que el gobierno de Lula podría contrarrestar con un esperado Plan Plurianual de Inversiones, que destinaría 64.000 millones de dólares a planes de infraestructura hasta 2007.
”Si persiste el deterioro (social), Brasil puede sufrir una crisis a la Argentina”, en referencia al colapso y consecuente protesta popular que provocó en diciembre de 2001 la dimisión del presidente Fernando de la Rúa cuando sólo había cumplido la mitad de su mandato.
Un descontento igual en Brasil derivaría en una ”crisis política, al perder (el gobierno de Lula) la base de izquierda”, sentenció el economista de la Universidad de Río de Janeiro.
Las condiciones que impone el FMI en nombre de la disciplina fiscal y la ortodoxia siguen siendo obstáculos para una reactivación económica más sólida.
Vanoli señaló a IPS que Argentina debe apoyarse más en el Mercosur (Mercado Común del Sur que conforma con Brasil, Paraguay y Uruguay), para negociar con el Fondo, de manera de contar con mayor capacidad de interlocución y ayudar a su vecino a salir de las exigencias que lo están frenando.
Mientras Uruguay, entre los dos colosos del Mercosur, proyecta uno de los más pobres desempeños para este año.
Tras una caída del PIB de 10,7 por ciento en 2002, Uruguay tendría este año una nueva baja, de 2,5 por ciento, sólo superada en la región por la depresión de 13 por ciento que Cepal calcula para Venezuela.
La economía uruguaya sintió el impacto de la devaluación de la moneda brasileña a comienzos de 1999 y de la debacle argentina de fines de 2001, preámbulos de una crisis fiscal que llegó a su punto máximo en 2002, explicó a IPS el director del Instituto de Economía de la estatal Universidad de la República, Walter Cancela.
El crecimiento acelerado del endeudamiento redundó en un aumento del ”riesgo país” (que mide la posibilidad del cese de pagos, según la percepción de los inversionistas) que lo dejó fuera del mercado de capitales, apuntó.
Así, la deuda, la crisis del sector financiero y las negativas condiciones externas se sumaron para configurar los principales factores que impiden la reactivación, añadió.
Cancela, en una sentencia que pueda aplicarse tal vez a toda América Latina, planteó que ”no hay un rumbo estratégico del gobierno (uruguayo de Jorge Batlle), pues no está definido hacia dónde llevar los esfuerzos de la política económica para lograr la reactivación”.
A su vez, Libia Sánchez, presidenta de la Sociedad Colombiana de Economistas, atribuyó la inestabilidad económica de la región a la volatilidad de los mercados (financieros) internacionales que produce el modelo neoliberal.
A ello se agrega que ”la región está signada por el síndrome de la politiquería”, señaló la experta a IPS.
También la colombiana Priscila Celedón, analista independiente, comentó a IPS que ”la región afronta fallas estructurales en educación y equidad. La desigualdad social impide su crecimiento”.
”Cifras del SELA (Sistema Económico Latinoamericano) indican que, mientras en los países industrializados la clase media representa entre 50 y 60 por ciento de la población, en América Latina es menos de 20 por ciento”, puntualizó.
Sin embargo y en medio de esas miradas críticas, Colombia tendrá un buen desempeño este año, con una expansión de su PIB que Cepal prevé de 2,5 por ciento, luego de 1,5 por ciento en 2000 y 2001, lo cual es visto como positivo en un país marcado por la guerra civil y la violencia común.
Sánchez sostuvo que el gobierno colombiano de Alvaro Uribe proyecta una imagen de estabilidad presidencial que ”ha tranquilizado a los mercados”, con una política de control del déficit fiscal y un manejo razonable de la devaluación monetaria.
El mayor gasto militar, resultante de la ofensiva gubernamental contra los grupos irregulares armados, es otro factor que ”genera un mayor clima de confianza” en ese país, según un informe de la firma consultora de inversiones bursátiles ”Corfinsura y Suvalor”.
No obstante, Sánchez advirtió que la economía de Colombia presenta problemas comunes a todos los países que, pilotados por el FMI, restringen el gasto y la inversión fiscal, con indicadores de desempleo en torno a 17 por ciento de la población activa, 33 por ciento de subempleo y retrocesos de los salarios a niveles de 1993.
* Con aportes de Marcela Valente (Argentina), Mario Osava (Brasil), Yadira Ferrer (Colombia) y Raúl Pierri (Uruguay)