En el primer semestre de este año, policías brasileños que disfrutan de una impunidad casi total mataron a 621 civiles en Río de Janeiro y a 464 en Sao Paulo, advirtió este jueves la organización de derechos humanos Amnistía Internacional.
Los números van en aumento. En 1997, murieron unos 300 civiles en Río de Janeiro y unos 400 el año siguiente, pero en 2001 la cifra saltó a 587. ”Las muertes ocurridas este año serán más de 1.000 si todo sigue a este ritmo”, dijo a IPS el miembro de Amnistía a cargo de la campaña brasileña, Damian Platt.
”El índice de asesinato de civiles a manos de policías en Brasil debe estar entre los más altos del mundo. Y son los casos registrados oficialmente. El número real debe ser aun más elevado”, agregó Platt.
Martha Deyhle de Oliveira, madre de Carlos, asesinado por policías de Río de Janeiro en abril a los 18 años de edad, dijo a la prensa en Londres que no acusa a los agentes.
”Ellos son gente pobre de comunidades pobres, y actúan cumpliendo órdenes”, dijo, y sostuvo que su campaña se dirigirá contra el sistema policial.
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Martha no está sola. ”Creo que los policías también son víctimas”, dijo un familiar de Everson Gonsalves Silote, taxista asesinado a los 26 años en una operación policial en Rio de Janeiro el último 17 de abril.
”Ellos discriminan (a la población de las localidades pobres) porque los entrenaron para eso. Estoy seguro de que si el gobierno presentara una imagen diferente de estas comunidades, la policía nos respetaría y pondría fin a la discriminación”, agregó.
El gobierno da escasas señales de querer actuar en ese sentido. El informe de Amnistía fue divulgado en las vísperas del 10 aniversario de la matanza policial de 21 civiles en Vigario Geral, una comunidad pobre en las afueras de Rio de Janeiro.
También en 1993, pero el 23 de julio, ocho niños y jóvenes de la calle que pernoctaban fuera de una iglesia en el céntrico barrio carioca de Candelaria fueron muertos por agentes de policía.
”Aun cuando hubo algunas acusaciones exitosas, en particular respecto de la masacre de Candelaria”, la mayoría de los responsables de ambas masacres ”siguen sin castigo. Sobrevivientes, testigos y familiares de los muertos continúan sufriendo y buscando justicia”, indicó Amnistía en su informe.
Sólo dos de los 50 policías acusados de haber participado en la masacre de Vigario Geral están en prisión, indicó Amnistía. Ninguno de los sobrevivientes y familiares de las víctimas de ambas matanzas recibieron aún una compensación estatal adecuada.
El contexto en que esos episodios ocurrieron no ha cambiado, según Amnistía. ”Esto incluye declaraciones públicas de funcionarios electos que parecen respaldar la matanza de civiles y la presentan como un producto necesario y aceptable del control de la delincuencia”, indica el informe.
Además, Brasil sufre altos niveles de violencia y de criminalidad. ”Río de Janeiro es una de las ciudades más violentas del mundo”, sostuvo Platt.
Por eso, ”la clase media y los medios de comunicación aprueban las matanzas como parte de la represión del delito, como modo de sacarse de encima a los elementos indeseables”, agregó.
Los policías suelen argumentar que los muertos son delincuentes que se resisten al arresto, pero varias autopsias obtenidas por Amnistía muestran que muchas víctimas recibieron tiros de gracia o por la espalda, indicó Platt.
”Pero la policía goza de gran impunidad, y rara vez hay un seguimiento de esas estadísticas”, indicó. De hecho, en la mayoría de los casos los culpables nunca llegan a comparecer ante la justicia. ”Quisiéramos ver que un defensor del pueblo independiente controle estos casos”, dijo el activista.
Los intentos por reformar los métodos policiales en Río de Janeiro se han abandonado hace tiempo, según Amnistía.
”Nuestra organización siempre ha reconocido y deplorado el extremo nivel de violencia en Río de Janeiro y en otras ciudades de Brasil”, dijo Platt. ”De todos modos, las autoridades deben cumplir con su tarea de defender la ley y de proteger a todos los ciudadanos de la violencia en todas sus formas.”