– La mayoría de los incendios que consumieron gran parte de la riqueza forestal de Portugal en las últimas tres semanas podrían haber sido evitados con una eficaz política de prevención, según dos de las voces más autorizadas del país en la materia.
El presidente de la Liga para la Protección de la Naturaleza (LPN), José Manuel Alho, y el profesor de ingeniería forestal de la Universidad de Lisboa, José Cardoso Pereira, fueron enfáticos en sendas entrevista con IPS al identificar la negligencia como la causa primaria del flagelo.
La carencia de planes de gestión y explotación sustentables de bosques y otras zonas agrarias y el retiro del Estado del ordenamiento territorial y de la prevención de incendios figuran entre las principales causas de uno de los peores desastres ecológicos en la historia de Portugal.
Desde el comienzo de los grandes incendios el 27 de julio en este país las llamas arrasaron con 215.000 hectáreas, el equivalente al territorio de Luxemburgo, aseguró a inicios de esta semana la gubernamental Dirección General Forestal (DGF).
Sin embargo, científicos independientes, asistidos por fotos satelitales de la estadounidense Agencia Nacional de Administración del Espacio (NASA), sostienen que hasta el domingo los incendios habían abarcado unas 325.000 hectáreas.
La tragedia cobró la vida de 15 personas y las pérdidas económicas ya se calculan en unos 1.000 millones de euros (unos 1.130 millones de dólares), sin considerar otros 150 millones (170 millones de dólares) para reforestación y 50 millones (57 millones) para ayudas iniciales de emergencia.
El fuego también destruyó 680 kilómetros de red eléctrica, dejando sin luz a 800.000 de los 10,2 millones de portugueses y carbonizó 70 kilómetros de fibra óptica, causando el corte de 11.000 teléfonos.
La mano criminal es evidente que existe y la prueba son las detenciones de la policía, pero el principal motivo es la falta de modelos de gestión y explotación sostenida de vastas áreas forestales, aseveró Alho.
Para la organización no gubernamental LPN, es fundamental que de las cenizas de la catástrofe surjan las bases para la reestructuración seria de los bosques portugueses.
Por eso propone el uso racional del dinero público, con el concurso del gobierno, las empresas, las alcaldías, la comunidad científica, las organizaciones no gubernamentales y de todos los ciudadanos.
Los incendios de las últimas semanas demuestran la falta de una articulación entre las instituciones para la prevención de incendios, porque, pese a que el gobierno presentó en febrero un Plan de Acción para el sector forestal, en pocos meses no se pueden corregir errores de décadas, explicó.
Alho lamentó en especial el registro de víctimas mortales, porque los bosques, hasta cierto punto, son recuperables, aunque con su ritmo muy propio, pero no así las vidas humanas.
Todo eso nos debe llevar a concebir un 'nuevo orden' para los bosques portugueses. Es fundamental evaluar lo que corrió mal, porque ningún otro país acumuló durante tantos años tantos errores de gestión forestal, añadió.
También entiende que en el futuro será necesario respetar los principios básicos de la sostenibilidad de los sistemas agrarios, lo que exige un cambio radical en las conductas, una visión moderna con dominio de las nuevas tecnologías y con visión del futuro.
Según el presidente de la LPN, es preciso 'hacer bosques bien' para preservar nuestro patrimonio natural, nuestra biodiversidad, para lo cual se exige entre otras cosas quemar bien en el invierno, para que los bosques no ardan en el verano.
Es que en 1997 ardieron 28.194 hectáreas de bosques y campos de pastoreo, 155.072 al año siguiente, en 1999 las llamas cubrieron 68.180 hectáreas, 156.414 en 2000, 109.166 en 2001 y 121.912 el año pasado.
Pero este año, según cálculos basados en las fotos de NASA, las llamas devoraron en sólo siete meses el doble de la cifra récord de los últimos cinco años y superado el máximo histórico de Portugal desde que se cuenta con estadísticas, que fueron las 182.486 hectáreas quemadas en 1991.
Los números de la tragedia corroboran que esta vez se está frente a la peor catástrofe ecológica vivida en los últimos 50 años por este país del sur europeo de 89.000 kilómetros cuadrados de superficie.
Portugal ocupa el primer lugar en gravedad y dimensión en la ola de incendios que este mes afecta a Europa, que soporta muy altas temperaturas al punto de que han alcanzado el promedio de 40 grados a la sombra, un registro que hay que buscar al menos dos siglos atrás.
En Italia, Milán y Turín alcanzaron 41 grados, la temperatura más alta de los 250 años en que ese país cuenta con estadísticas climáticas.
Austria, con una media de 40 grados, no sentía tal calor desde 1768, Gran Bretaña superó el récord de siempre el domingo 10 de agosto, cuando los termómetros marcaron 38,1 grados en Gravesend, ducado de Kent, y Dinamarca alcanzó el máximo inédito de 32 grados el pasado fin de semana.
Estas altas temperaturas, que en Portugal alcanzaron 47,3 grados en la localidad meridional de Ameraleja, la más alta desde 1944, unidas a la total ausencia de lluvias, aumentan los riesgos de fuego cinco veces.
Sin embargo, la LPN insiste en que no se limpian los bosques y el Estado persiste en una política municipal de autorizar la presencia de casas y edificios en espacios forestales protegidos, debido sobretodo a la falta de catastros, lo cual permite las llamadas construcciones salvajes y especulación inmobiliaria.
Hasta el 13 de agosto, la policía judicial ya había arrestado a 62 presuntos incendiarios, muchos de ellos al parecer con desequilibrios mentales, pero según coinciden varios analistas, otros han actuado por encargo de los grandes intereses económicos que estarían detrás de los fuegos.
En la primera línea de los presuntos culpables están las empresas constructoras y luego los grandes aserraderos, ya que la cotización de la madera no baja en el mercado, pero los productores desesperados por la situación venden a cualquier precio.
En tercer lugar son ubicadas las empresas privadas de aviones antiincendios, a las que se les entregó la gestión de esta área en reemplazo de las Fuerzas Armadas.
Para el ingeniero forestal José Cardoso Pereira, doctorado en gestión de recursos naturales en la estadounidense Universidad de Arizona, estas razones no son descartables, pero no son las principales.
Todos los años es la misma cosa: los incendios arrasan el país, las causas y las formas están estudiadas, pero nadie hace nada y un día nos quedamos sin bosques, dijo a IPS.
El especialista recuerda las cifras. Sólo 10 por ciento de los fuegos tienen causas naturales, las razones desconocidas alcanzan a 27 por ciento y el hombre es responsable por 63 por ciento del flagelo, en otras palabras, la negligencia, pese a que las causas intencionales sean también relevantes.
Entre estos, está la compra y venta de terrenos y las reparticiones de herencia, pero no son sólo los motivos económicos los que provocan los fuegos, también hay situaciones de venganza, conflictos relacionados con los cotos de caza, entre otros, apuntó.
La mayoría de los incendios son evitables, y obviamente que me refiero a la prevención, a la carencia de corta-fuegos eficaces, que no tienen una dimensión adecuada y son hechos sin estudiar los vientos y sin un estudio serio de ingeniería forestal, añadió este experto de la Universidad de Lisboa.
El daño económico es también considerable, explicó Cardoso Pereira, en especial porque miles de alcornoques fueron consumidos por las llamas, recordando que de este árbol se extrae la corteza para el corcho, cuyo comercio mundial es dominado por Portugal, que cubre 67,4 por ciento del mercado.
Una cosa es cierta: los fuegos forestales no se extinguen con agua. Hay otras técnicas que no son usadas. Los incendios de bosques se previenen, no se combaten. Lo único que pueden hacer lo bomberos es proteger a las personas y casas en peligro, concluyo el experto.
La polémica pasó también al campo político y se suceden las acusaciones al gobierno del primer ministro conservador José Manuel Durão Barroso, por haber privatizado sectores de competencia militar y por haber reducido en 25 por ciento el presupuesto para la prevención de incendios forestales.
Con el propósito de ahorrar dinero, las empresas privadas de aviación que reemplazaron a las Fuerzas Armadas en el combate al fuego, han contratado pilotos rusos y ucranianos, que no hablan portugués y mal ingles, lamento este jueves Fernando Curto, presidente de la Liga de Bomberos Profesionales.
La lógica de esa reducción drástica de gastos no encuentra asidero entre los analistas.
De los 38 millones de euros (43 millones de dólares) del presupuesto general estatal dedicado a los bomberos, el gobierno decidió cortar nueve millones, con graves perjuicios para la operacionalidad del cuerpo, una cifra insignificante frente a los 1.250 millones (1.415 millones de dólares) de pérdidas estimadas.