El maíz, el milenario cereal de notable incidencia en la dieta y economía de México, se convirtió en punta de lanza de las críticas locales al libre comercio y al propio sistema multilateral que se apresta a reunirse en este país.
Expertos y activistas advirtieron de los efectos nocivos en la agricultura mexicana, en especial del maíz, de los tratados comerciales y del resultado de las tratativas sobre derechos de propiedad intelectual, que ocupará parte de la próxima reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Uno de ellos, la investigadora Ana de Ita señaló que ”las compañías transnacionales tratan ahora de poner su marca en las semillas que por centenares de años han sido trabajadas por indígenas y campesinos”.
”Las empresas agrobiotecnológicas quieren legitimar su conquista bajo las leyes de propiedad intelectual que se discutirán en la reunión de la OMC”, y una de ellas es el maíz genéticamente modificado, apuntó De Ita, la experta del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (Ceccam).
Precisamente, la conferencia que la OMC efectuará del 10 al 14 de septiembre en el sudoriental balneario mexicano de Cancún motivó la realización de encuentros de discusión en torno a dos asuntos claves para el mundo en desarrollo como son la cuestión agropecuaria y de las patentes.
”México es el centro de origen de diversidad y domesticación del maíz” y por eso se dice que ”en este país el hombre inventó al maíz o el maíz inventó al hombre o las dos cosas juntas”, dijo De Ita en uno de esos foros, el realizado el lunes con el nombre de ”Los derechos de los campesinos frente a la OMC: Agricultura, patentes y comercio”.
Eso muestra ”la importancia que la sociedad mesoamericana le dio al conocimiento de esta planta y su imbricación tanto de los hombres como de las semillas, pues el maíz perdió la capacidad de reproducirse y necesita de la mano del hombre para seguirse produciendo”, añadió.
El origen de la planta del maíz (Zea mays) es hasta ahora un misterio, aunque se sigue considerando al teosinte como el único congénere más cercano.
La aparición en el territorio que hoy ocupa México de este cereal, el único originario de América, se sitúa entre 7800 y 500 antes de Cristo. Hay pruebas aportadas por los hallazgos arqueológicos de que en el meridional valle de Tehuacan ya se cultivaba hace aproximadamente 4.600 millones de años.
En México existen en la actualidad 56 razas y 16.000 acepciones de maíz. Cada región tiene diversas variedades y continuamente son diversificadas.
Así, para cuidar el origen, diversidad y domesticación del maíz mexicano es que el Comité de Biodiversidad estableció en 1998 un margen de plazo para la experimentación y liberación con fines comerciales de transgénicos, ante la confirmación de que Estados Unidos trabajaba desde 1996 en variedades al respecto.
Datos del Centro Internacional del Mejoramiento de Maíz y Trigo indican que en 75 por ciento de las semillas producidas por las firmas transnacionales en todas sus variedades se utilizaron como materia prima semillas de logradas por campesinos y recolectadas y guardadas en ese centro de investigación estatal.
Por esos conocimientos colectivos, las empresas no pagaron canon alguno, ”pero ahora quieren que se les retribuya por sólo haber injertado un gen, un mejoramiento, una característica en una semilla que, según los campesinos, es propiedad de la humanidad y patrimonio colectivo”, comentó De Ita.
Por su parte, Silvia Ribeiro, integrante del Grupo de Acción sobre Erosión Tecnología y Concentración, advirtió que ”podría suceder que algunas de las empresas dueñas de patentes (de transgénicos) pudieran demandar a los productores mexicanos cuyos campos fueron contaminados y acusados de uso ilegal de patentes”.
”Para los científicos, los transgénicos es la solución a las hambrunas, pero para los pueblos indígenas el maíz criollo seguirá siendo la fuente fundamental de nuestra alimentación”, aseguró.
En México se venden en tiendas de alimentos unos 10 millones de toneladas de tortillas de maíz cada año, sin contar las que producen los campesinos para su propio consumo, según la Cámara Nacional de Maíz Industrializado.
Pero el maíz mexicano no sólo es amenazado por las patentes y los transgénicos sino también por el libre comercio.
Este sector agrícola de México se encuentra en desventaja respecto de la producción de Estados Unidos y Canadá, todos socios desde el 1 de enero de 1994 en el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN),
”México se ha convertido en ejemplo de lo que no se debe hacer y de los efectos que puede producir el libre comercio a ultranza en la economía de la organización campesina y en los recursos naturales”, indicó De Ita.
La investigadora del Ceccam añadió que la producción maicera de este país, con sólo 2,4 toneladas por hectárea, no tiene ninguna posibilidad o niveles de competencia frente a la estadounidense, que llega a 8,4 toneladas, o canadiense, con 7,3 toneladas.
Organizaciones campesinas habían pedido sin éxito en 1994 que dejaran fuera del acuerdo al maíz mexicano en atención a la soberanía alimenticia y por ser el principal alimento de la población y cultivo campesino.
El gobierno argumentó, en cambio, que se había conseguido una protección extraordinaria, ya que por 10 años el maíz iba a contar con barreras de aranceles o impuestos especiales a la importación.
Sin embargo, la compra de maíz estadounidense creció de 100.000 toneladas en 1993 a unos seis millones de toneladas anuales desde 1994 a la actualidad. México es el segundo mercado para el maíz de Estados unidos, detrás de Japón.
Respecto del comercio general de productos agrícolas desde la creación del TLCAN, los datos indican que México importó en 1995 de Estados Unidos unos 3.300 millones de dólares y exportó a ese país 3.835 millones.
Pero ese intercambio pasó en 2001 a 7.415 millones de dólares de importaciones de Estados Unidos y a 5.267 millones de dólares de importaciones, lo cual muestra un fuerte déficit de la balanza comercial agropecuaria de México con su vecino del norte. (
