El mercado del arte es una opción atractiva para una parte de la clase media argentina que conserva capacidad de ahorro e inversión, y prefiere adquirir una pintura, en vez de confiar su dinero a un banco o arriesgarlo en la bolsa de valores.
Esa nueva corriente de inversiones incrementa la demanda de obras de artistas emergentes, y favorece a las pequeñas galerías y los comerciantes de arte que trabajan en circuitos menos convencionales.
Una muestra de eso fue la última edición de ArteBA, la feria de galerías de arte que se llevó a cabo en junio en Buenos Aires, con participación de artistas locales y algunos de Brasil, Chile, Estados Unidos, México, Suiza y Uruguay.
La mitad de las obras vendidas en ArteBA 2003 fueron de plásticos con trayectoria, pero otro 40 por ciento correspondió a artistas emergentes y sólo 10 por ciento a ”maestros consagrados” como Antonio Berni, Carlos Alonso, Rómulo Macció, Libero Badii y Jorge Eneas Spilimbergo.
ArteBA 2003, realizada bajo el lema ”Los artistas se anticipan al futuro”, mostró un punto de inflexión entre manifestaciones artísticas predomimantes en los años 90, signadas por el individualismo, y nuevas corrientes que retoman el objetivo de reflejar y expresar conflictos y cambios sociales.
La crisis económica que se agudizó hacia fines de 2001 no sólo provocó la renuncia ese año del presidente Fernando de la Rúa, que había asumido en 1999, sino que también generó rechazo casi unánime a los símbolos de poder de los 90: bancos, grandes empresas y políticos corruptos.
Esa crisis, que sacudió violentamente a la sociedad, ayudó a derribar viejos muros y generar nuevos espacios, algo que en el terreno artístico se manifiesta por una mayor aceptación de la diversidad.
Así, en ArteBA 2003 convivieron ”Inauguración”, una monumental pintura de Alonso, con un retrato en vidrio del príncipe Felipe de España, por encargo de la familia real de ese país y realizado por el grupo ”Mondongo”, que suele trabajar con cereales, alimentos para perros y otros elementos no convencionales.
Los organizadores de la feria afirman que su objetivo es contribuir a que los artistas puedan vivir de su obra y ayudar a difundir a los nuevos valores que surgen en el mundo de la plástica.
ArteBA, que se lleva a cabo desde 1991, reunió este año en el centro de exposiciones de la Sociedad Rural Argentina, en el barrio de Palermo, a 50 galerías, 17 nuevas expresiones de arte, nueve espacios de arte y diseño, y 12 publicaciones especializadas.
Por los 8.000 metros cuadrados de la muestra transitaron más de 100.000 personas que, en ocho días, compraron un millar de obras, más de la mitad de las que estaban expuestas.
No hubo información oficial sobre el volumen de negocios de ArteBA 2002, pero trascendió que fue inferior al de las ediciones anteriores, en especial de las que se realizaron antes de la devaluación de enero de 2002, que terminó con una década de paridad forzosa entre el peso y el dólar.
Además, hubo que bajar los precios de las obras para poder venderlas, según fuentes vinculadas con la feria.
En términos económicos, ArteBa 1999 fue la mejor, con ventas de obras por valor de cinco millones de dólares, pero hay que tener en cuenta que más de 20 por ciento de esa suma correspondió a dos obras: ”La Nigromante”, de Jorge de la Vega, por la que se pagaron 600.000 dólares, y ”La Difunta Correa”, de Berni, que se vendió en 500.000.
El año pasado, la feria se llevó a cabo bajo el lema ”Resistencia cultural para el orgullo nacional”, y logró atraer a 100.000 visitantes, que se llevaron 800 de las 1.500 obras expuestas.
Según los organizadores, la gran mayoría de los compradores fueron profesionales de clase media, interesados en invertir su dinero en bienes que se valoricen con el paso del tiempo, pero a a la vez sean disfrutables.
Según los distribuidores de arte, la gran favorita de ArteBA 2003 fue la pintura, tal como ocurrió en años anteriores y como sucede también en Europa.
Los precios variaron mucho. Cinco obras de Macció, por ejemplo, se vendieron en 250 mil dólares, mientras que un pintor de la escuela de la Boca vendió 21 cuadros, cotizados entre 1.500 y 3.000 dólares cada uno.
También hubo ventas en moneda nacional. Por ejemplo, el vicepresidente Daniel Scioli compró la obra ”Un grito del corazón”, de José Luis Anzizar, por 3.000 pesos, poco más de 1.000 dólares. (