La elección de diputados del domingo en México marcó un descalabro para el presidente Vicente Fox, a quien esperan tres años más de mandato en cuesta arriba, pero también para la imagen de los políticos en general y de la propia democracia.
En la primera elección general tras el fin de los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), de 1929 a 2000, hubo una abstención sin precedentes, de casi 60 por ciento de los 65 millones de habilitados para votar.
De los pocos electores que votaron, 36,3 por ciento lo hicieron por los candidatos del PRI, 30,6 por ciento por los del gobernante Partido Acción Nacional (PAN), y 17,8 por ciento por los del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), informó este lunes el estatal Instituto Federal Electoral.
Por lo tanto, ningún partido tendrá mayoría parlamentaria.
Al evaluar los datos, los observadores resaltaron que en esta ocasión votaron por el PAN sólo seis de cada 10 electores que en 2000 eligieron a Fox como presidente.
El mensaje de la población fue, claramente, que "los políticos tienen mala imagen y el gobierno no satisface", dijo a IPS el investigador Alfredo Macias, del departamento de estudios sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Pero ese pronunciamiento difícilmente cambiará la dinámica esperada para la segunda mitad del mandato de Fox, que termina en 2006, según entienden expertos.
En los primeros tres años del actual gobierno no hubo mayoría parlamentaria absoluta de un partido, ni de una coalición, y en la segunda mitad del mandato será aun más difícil la concertación, dijo a IPS el director del área de Estudios Políticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas, Benito Nacif.
Habrá escasos y quizá poco trascendentes acuerdos para realizar reformas estructurales que el país necesita, pues el principal objetivo de los partidos será la competencia con miras a las elecciones presidenciales, pronosticó.
Se votó para renovar por completo a los 500 integrantes de la Cámara de Diputados, de los cuales 227 pasarían a ser del PRI, 16 más que entre los salientes, y 158 al PAN, 49 menos que en el período anterior.
De las restantes bancas, 100 serán para el PRD, 49 más que en el período precedente, y las demás serán ocupadas por representantes de partidos políticos pequeños.
El domingo también se votó para renovar a los ocupantes de seis poderes ejecutivos estaduales que estaban en manos del PAN. Según datos preliminares, el partido de Fox se mantendrá en el poder en dos estados, y fue derrotado por el PRI en los otros cuatro.
Había cuatro poderes legislativos locales en disputa, y en tres casos ganó el PRI.
El único pero contundente triunfo del PRD se produjo en la capital, donde ya ejercía el poder ejecutivo y ganó mayoría absoluta de la Asamblea Legislativa, así como 14 de las 16 jefaturas de las delegaciones (municipios).
El PRD logró sólo 20 por ciento de las bancas de la Cámara de Diputados, pero cuenta en sus filas con el jefe de gobierno de la capital, Andrés López, quien es hoy el político mejor calificado por la población según encuestas, y se perfila como un serio aspirante a la presidencia del país en 2006.
De ahora en adelante, la agenda política estará marcada por la carrera presidencial, pero la gente también estará evaluando la utilidad de "la nueva democracia mexicana", previó Macias.
Durante las siete décadas en que el PRI estuvo en el poder, sus victorias electorales estuvieron bajo sistemática sospecha de fraude. En ese sentido, el triunfo de Fox no sólo cambió el partido gobernante, sino también la percepción de la calidad democrática.
Pero Fox no ha logrado que se aprueben las reformas de los sectores eléctrico, fiscal y laboral que prometió como candidato, y tampoco que se firme el pacto que propuso a todos los partidos para definir una agenda de desarrollo nacional.
Las instituciones de la democracia y la cultura política mexicana aún deben madurar para facilitar los acuerdos y atenuar los disensos, apuntó Nacif.
En un sondeo realizado en 2002 por Latinbarómetro, firma radicada en Chile que realiza estudios sobre democracia en América Latina, los consultados en México estuvieron entre los menos satisfechos con el desempeño de su sistema democrático, y se ubicaron en ese rubro en el lugar 13, entre 17 países.
En esa encuesta, nueve de cada 10 mexicanos consultados dijeron desconfiar mucho de lo que decían y hacían los partidos.
"El ciudadano entiende la democracia como un sistema competitivo que necesita de competidores, pero no se siente identificado con los jugadores existentes", señaló el politólogo Jesús Silva-Herzog en una columna para el diario Reforma.
"La democracia será nuestro deporte político preferido pero no nos maravillan los equipos que se disputan el campeonato", escribió.
El alejamiento de los políticos se agudiza cuando el país está en mala situación económica, apuntó Macias.
Fox llegó a la presidencia con la oferta de lograr que el producto interno bruto creciera siete por ciento cada año, pero en 2001 ese indicador cayó 0,4 por ciento, en 2002 repuntó menos de uno por ciento, y para este año se pronostica que no crecerá más de 2,5 por ciento.
Tras la elección del domingo, Fox y las dirigencias del PRI, el PAN y el PRD coincidieron por separado en opinar que es necesario tejer acuerdos entre contrarios, por el bien de la democracia y de la población.
El mandatario interpretó que "la voluntad de los electores es clara" en el sentido de conformar un panorama político con pluralidad de actores, y que por lo tanto "es tiempo de intensificar los acuerdos".
"En tres años más veremos si los políticos fueron capaces de producir resultados a pesar de la pluralidad existente y de la ambición legítima por conquistar la presidencia en 2006", alertó Macias.
Según Nacif, la elección del domingo dejó claro que el fin de los gobiernos del PRI y de su autoritarismo en 2000 no garantizó el florecimiento de la democracia, que aún requiere importantes avances para consolidarse.
