Japón se dispone a sacrificar el sesgo pacifista tradicional en su diplomacia para colaborar con las fuerzas de ocupación en Iraq y preservar así su alianza de defensa con Estados Unidos, que lo resguarda de la amenaza nuclear de Corea del Norte.
La Dieta (cámara baja del parlamento japonés) aprobó el 4 de este mes una ley que permite el envío de miembros de las Fuerzas de Autodefensa —lo más parecido a un ejército que tiene Japón— para apoyar los esfuerzos de restablecimiento del orden en Iraq.
Se prevé que en los próximos días el Senado (cámara alta) apruebe sin inconvenientes la ley, la cual habilitaría el envío inicial de unos 10.000 soldados al territorio iraquí que permanecerían allí al menos cuatro años.
La ley llevará a las Fuerzas de Autodefensa por primera vez fuera de Japón sin un pedido expreso de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o del país escenario del conflicto, y sin la misión de garantizar un cese del fuego entre dos partes en guerra.
Se trata de las condiciones aprobadas en una ley de 1992 sobre la participación de Japón en operaciones de paz.
Por otra parte, la constitución impuesta por Estados Unidos en 1947, después de la rendición de Japón en la segunda guerra mundial (1939-1945), reduce el uso de la fuerza a la autodefensa, en manos de militares y guardacostas, y prohíbe la salida de tropas del territorio nacional.
Tokio y Washington firmaron en 1951 un acuerdo de seguridad por el cual Estados Unidos instaló bases para defender sus intereses en Asia. Ese pacto dio inicio a la estrecha alianza que aún hoy continúa.
Japón es uno de los 20 países a los que Washington habría pedido colaboración para controlar la situación en Iraq, donde los ataques de la resistencia iraquí contra las fuerzas de ocupación son casi diarios. India recibió un pedido similar, pero lo rechazó.
La ley sirve a dos propósitos. Por un lado, Japón ayuda a Estados Unidos en este tiempo de necesidad, y también demuestra su compromiso con la estabilidad en Medio Oriente, señaló el experto en asuntos internacionales Satoshi Morimoto, de la Universidad de Tokio.
El conflicto en Iraq ha implicado un dilema para Japón, que por un lado, procura mantener su aislamiento de conflictos bélicos, pero que por el otro teme perder el resguardo de la potencia que ha garantizado su seguridad desde 1945.
El primer ministro Jonichiro Koizumi parece ahora decidido a respaldar a Estados Unidos y sacrificar los principios tradicionales de la diplomacia japonesa por temor a quedar desprotegido ante Corea del Norte, que lleva adelante un programa nuclear amenazante para la estabilidad de Asia oriental.
La postura de Koizumi fue elogiada por su par británico Tony Blair, quien dijo el sábado en Tokio recibir con agrado todo los esfuerzos de Japón respecto de Iraq.
La oposición, en cambio, criticó la postura del primer ministro japonés. Todavía hay pequeños combates en Iraq. No podemos tolerar que las Fuerzas de Autodefensa se unan a las fuerzas de ocupación, afirmó el líder del opositor Partido Democrático, Naoto Kan.
Cuarenta y seis por ciento de 1.859 encuestados por el diario Asahi Shimbun se manifestaron este mes a favor de la ley, y 43 en contra.
Pero 70 por ciento consideraron que Japón debía involucrarse en la reconstrucción de Iraq, a pesar de que casi 57 por ciento creen que Estados Unidos no tenía justificación alguna para la invasión iniciada el 20 de marzo, ante 29 por ciento que afirman lo contrario.
En la Dieta, muchos políticos de oposición sugirieron que el gobierno podría enviar civiles para colaborar con los trabajos de ayuda humanitaria, en lugar de enviar soldados.
Para calmar al público, Koizumi, del Partido Liberal Democrático, prometió mantener a las Fuerzas de Autodefensa fuera de cualquier combate.
Las tropas participarán de trabajos humanitarios para ayudar el pueblo de Iraq. No estarán en áreas de combate. El gobierno va seguir de cerca la situación antes de decidir en qué actividades colaborará, dijo Koizumi ante la Dieta.
Las Fuerzas de Autodefensa ya están colaborando con una serie de tareas humanitarias en Iraq a solicitud de la ONU. El jueves, dos aviones C-130 partieron de la central base aérea japonesa de Komaki hacia Roma, donde serán cargados de alimentos que llevarán a la población iraquí.
Además, Tokio prometió donar 5,5 millones de dólares para las tareas de reconstrucción del sistema de electricidad en Iraq llevadas adelante por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
La ley que es debatida por el parlamento cambia por completo la postura que ha tenido Japón ante diferentes conflictos en el pasado. Las Fuerzas de Autodefensa colaboraron con los esfuerzos para la reconstrucción de Camboya por mandato de la ONU en 1993 y en la de Timor Oriental luego de 1999.
En la primera guerra del Golfo de 1991, Japón colaboró con 2.000 millones de dólares para apoyar a las fuerzas de Estados Unidos en la expulsión de las tropas iraquíes que invadieron Kuwait.
Analistas señalan que la colaboración Tokio en trabajos de ayuda humanitaria dirigidos por la ONU será mucho más aceptada por el público japonés y los partidos políticos.
La ayuda no es política, y por eso el público japonés la apoya. La participación de la ONU haría más fácil para el pueblo japonés ver a sus Fuerzas de Autodefensa en Iraq, señaló el analista Sakura Sakakibara, experto en asuntos de Medio Oriente del Centro Mitsui de Estudios Estratégicos Mundiales.
El activista Hibiki Yamaguchi, de la organización no gubernamental Peace Depot, opinó que Japón debería abocarse a la asistencia humanitaria.
La ONU tiene experiencia en la resolución de conflictos y en actividades de asistencia. Es mejor que Japón se limite a colaborar con la ONU, sostuvo. (