Cada vez más legisladores de Estados Unidos se pronuncian por el fin de las restricciones a los viajes a Cuba, a través de un proyecto de ley cuya votación en el Congreso legislativo se prevé para septiembre.
Estamos en una buena posición para alcanzar ese objetivo, dijo el representante Jeff Flake, del gobernante Partido Republicano, patrocinante del proyecto.
El año pasado, el levantamiento de la prohibición de los viajes a Cuba sin autorización que rige hace cuatro decenios fue aprobada por la Cámara de Representantes (baja) por 262 votos a 167, pero la iniciativa quedó bloqueada en el Senado (cámara alta).
Este año se presentarán proyectos idénticos en las dos cámaras, ahora respaldados por una creciente cantidad de legisladores, organizaciones de derechos humanos y figuras jóvenes de la comunidad cubano-estadounidense.
Cincuenta y nueve representantes y 23 senadores pertenecientes al Partido Republicano y al opositor Partido Demócrata copatrocinan la norma, hoy en fase de revisión en los comités de relaciones exteriores de los dos cuerpos del Congreso.
Unos 200.000 estadounidenses viajaron a Cuba el año pasado, 160.000 autorizados por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro para realizar actividades de intercambio científico y cultural, entre otras. El resto lo hicieron ilegalmente.
Viajar a Cuba es, en última instancia, una cuestión de libertad. Nos oponemos a la represión en Cuba, pero prohibir los viajes es una política errada. Debemos endurecernos con Cuba introduciendo los valores estadounidenses. Debemos exportar la libertad a Cuba, dijo Flake.
Las últimas encuestas al respecto muestran también un cambio de actitud entre los cubano-estadounidenses hacia la política de Washington respecto de La Habana.
La mayoría de los entrevistados de esta comunidad por la firma de estudios de opinión pública Hamilton Beattie & Staff en Miami, en especial los menores de 45 años, están más preocupados por la calidad de vida en el sur del sudoriental estado de Florida que por el futuro político del presidente cubano Fidel Castro.
Por otra parte, una encuesta publicada a comienzos de año por el diario The Miami Herald indica que más de la mitad de los cubanos entrevistados del sur de Florida apoyan el diálogo entre los exiliados y funcionarios del gobierno de Castro. Hace un decenio, los que pensaban eso eran apenas 20 por ciento.
De todos modos, aunque los anticastristas de línea dura son cada vez menos, la mayoría de los cubano-estadounidenses afirman que nunca votarían un candidato que defienda la eliminación total de las restricciones al comercio, los viajes y las inversiones en la isla.
Los que critican las restricciones de viajar a Cuba atribuyen a motivos electorales la inflexible posición del presidente George W. Bush al respecto.
La prohibición se basa solamente sobre consideraciones de política interna. Bush trata de ganar votos endureciendo las restricciones para viajar a Cuba, dijo a IPS un portavoz de la Fundación Interreligiosa para Organizaciones Comunitarias (IFCO), que realiza envíos anuales de ayuda humanitaria a Cuba.
Desde que Bush asumió la presidencia en enero de 2001, más de 1.200 estadounidenses recibieron cartas amenazadoras de la OFAC por viajar a Cuba.
Este organismo tiene la potestad de imponer multas de hasta 55.000 dólares a quienes violen la prohibición de viajar sin autorización a la isla y gasten allí dinero sin permiso de las autoridades.
Por otra parte, la OFAC anunció en marzo la eliminación de los permisos de intercambio estudiantil, sistema por el cual numerosos jóvenes estadounidenses viajaban a Cuba.
Es una política estúpida, dijo el senador demócrata Byron Dorgan, copatrocinante de la ley en debate. La OFAC debería rastrear terroristas, pero gasta dinero en perseguir a turistas estadounidenses. Esta ley no tiene sentido y perjudica al pueblo estadounidense.
En 1996, la sanción de la denominada Ley Helms-Burton endureció las restricciones a los viajes, al indicar que sólo el Congreso tendría la facultad de eliminarlas.
Permitir a los estadounidenses viajar libremente a Cuba haría más por alentar la causa de las reformas en ese país que la actual y errada política de aislamiento, dijo el director ejecutivo de la División de las Américas de la organización de derechos humanos Human Rights Watch, José Miguel Vivanco.
Cientos de voluntarios de todo Estados Unidos, México y Canadá viajarán a fin de mes a Cuba llevando 80 toneladas de ayuda humanitaria, en una travesía organizada por IFCO y el grupo Pastores para la Paz.
Los participantes del viaje se niegan a solicitar permiso para el viaje pues, advierten, el derecho a viajar está amparado por la Constitución estadounidense. Además, consideran una obligación desafiar leyes inmorales diseñadas para crear dolor y sufrimiento a inocentes ciudadanos cubanos.