CINE-BRASIL: Fragmentación y miscelánea en filme innovador

”El hombre que copiaba”, el último filme del brasileño Jorge Furtado, sorprende con un inicio lento y monótono antes de vuelcos inesperados en su argumento. Parece un espectáculo ligero, pero luego se aprecia que no es nada superficial.

El empleo de una miscelánea de lenguajes —cine, televisión y dibujos animados— y de estilos, sumando drama, comedia y suspenso policial, contribuye a la engañosa ligereza.

El director y guionista Furtado mostró finalmente su talento y creatividad en un largometraje 14 años después de sorprender el mundo del cine con ”Isla de las Flores” (Ilha das Flores), considerado el mejor cortometraje brasileño, que ganó premios en su país y en el Festival de Berlín.

En medio de su trabajo en televisión desde entonces pudo hacer una primer película de largometraje sin pretensiones, titulada ”Hubo una vez dos veranos”, casi un ejercicio para el verdadero estreno en este ”El hombre que copiaba” (O homem que copiava).

Difícilmente este filme, alabado por la crítica, alcanzará un millón de espectadores, pero ya está entre los de mejor taquilla en el cine nacional.

Su personaje principal, al que se refiere el título, es un pobre operador de fotocopiadora en una papelería de Porto Alegre, la capital del meridional estado brasileño de Río Grande del Sur.

André, interpretado por el actor negro Lázaro Ramos que se destacó en varias películas recientes, ironiza sus tareas repetitivas y manuales, que le permiten soñar y a veces leer fragmentos de libros que va copiando.

La media hora inicial de la película está dedicada a diseñar el perfil de André, que todas las noches observa por un binóculo desde su pequeño apartamento a la joven Silvia, el personaje interpretado por la conocida actriz de telenovelas Leandra Leal, de quien se enamoró y que vive en un edificio cercano.

Su pasado de niño pobre y abandonado por el padre se cuenta a través de dibujos animados, un recurso que aparece de modo frecuente en el filme para señalar detalles de la historia, hacer comentarios humorísticos o sustituir escenas de forma inteligente.

Para eso ayuda el hecho de que el personaje central es un dibujante aficionado.

Las artimañas que usa André para acercarse al objeto de su pasión terminan por generar la necesidad de obtener 38 reales (13 dólares). Es lo que cuesta una bata para su madre, cuya compra varias veces aplazada le permite visitar la tienda de venta de ropas femeninas donde trabaja Silvia.

El copiador, que contaba los centavos de su sueldo mensual de 302 reales (104 dólares), sólo gana lo suficiente para sobrevivir. Por eso termina por utilizar la fotocopiadora para falsificar dinero y así adquirir la bata.

A partir de entonces la película gana otro ritmo, asumiendo un carácter policial, con un asalto a un vehículo transportador de dinero, amenazas de muerte, chantaje y dos asesinatos.

A André y Silvia, finalmente juntos, se les suma otra pareja cómplice y los cuatro consiguen al final el sueño común de obtener mucha plata y mudarse a Río de Janeiro.

Otra sorpresa de la película es revelar que no fue el copiador sino Silvia, la vendedora pero conocedora de literatura internacional, quién manejó los hilos de la trama para conquistar a su enamorado.

No hay remordimientos por los delitos cometidos, todo se justifica y la película no es moralista. Al final el crimen compensa, al ser practicado por personas humilladas de la sociedad actual, cuyos ingresos no permiten el acceso al consumo ofrecido por el mercado y la publicidad.

Lo que hacen es aprovechar la oportunidad anhelada de escapar al destino mediocre de pequeños empleados de comercio, de vida monótona y sin horizontes.

La fragmentación es, según el mismo director, el tema central de la película, reflejando la cultura de hoy, de mucha información y ”poco conocimiento sobre muchas cosas”, acentuada por la televisión, la red mundial de computadoras y hasta el periodismo.

Algunas escenas sintetizan esa idea. El ”voyeur” André va componiendo su conocimiento del cuarto en que vive Silvia mirando con su binóculo por las grietas de la ventana y los reflejos en el espejo instalado en la puerta del armario. Sus lecturas se limitan a fragmentos de los libros que fotocopia.

Furtado confirma así, en la pantalla grande y comercial, su habilidad para contar historias, usando y mezclando muchos recursos audiovisuales.

Ese talento suyo ya se hizo conocido en la red de televisión Globo, donde forma parte del equipo que produce los programas más creativos, aunque también se había afirmado en el cine con ”Isla de las Flores”.

En ese cortometraje, Furtado trata el problema de la basura contando la historia de un tomate, desde su siembra hasta su llegada al basural, donde personas muy pobres buscan alimentos. (

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