El submarino científico japonés Kaiko está irremediablemente perdido, pero no su legado. Las maravillas que recogió en profundidades marinas nunca antes exploradas impulsaron importantes investigaciones en medicina, geología, genética, biología y hasta telecomunicaciones.
El pequeño sumergible amarillo, que podía alcanzar la máxima profundidad oceánica del mundo, realizó más de 250 exploraciones que permitieron descubrir 180 bacterias y 350 nuevas especies, útiles para aplicaciones médicas e industriales.
Tan grande fue su aporte para resolver los enigmas del mundo profundo, que los científicos, pese a las dificultades económicas, sólo esperan su pronto reemplazo.
”Kaiko pudo resolver muchos rompecabezas científicos y contribuir al mejoramiento de la humanidad. Algo debe hacerse (para sustituirlo)”, dijo a Tierramérica Satoshi Furuta, supervisor del estatal Centro de Ciencia y Tecnología Marina de Japón (JMSTC, por sus siglas en inglés), encargado de operar el Kaiko.
Perdido en medio de un tifón en mayo, el vehículo no tripulado era operado en forma remota y tenía apenas tres metros de largo y pesaba 10,6 toneladas.
En 1995 logró el record de alcanzar los 11.000 metros bajo el agua, hasta el lecho de la Depresión Challenger, la más profunda del mundo, en la Fosa Maruyama, situada cerca de Guam (Islas Marianas), en el océano Pacífico occidental.
Mediante cilindros sumergidos en el lecho marino por los brazos robóticos de Kaiko, se llevó a cabo una rica búsqueda de microbios.
Por ejemplo, el científico Yuichi Nogi descubrió la bacteria Moritella yayanosii en la Fosa de las Marianas, que contiene proteínas como la DHA y la EPA, ampliamente utilizadas en la medicina.
Los investigadores intentan desarrollar a partir de ella nuevos y más potentes medicamentos contra la hipertensión y el cáncer, así como un agente purificador de la sangre, relató Nogi a Tierramérica.
”Es la primera vez que estas proteínas son extraídas de bacterias en vez del aceite de pescado, como se hacía hasta ahora. El descubrimiento ha abierto todo un mundo de posibilidades para la medicina”, añadió.
Otro hallazgo fue la brillante bacteria Shewanella violacea, en una exploración a seis mil 500 metros en la Fosa de Tyukyu, cerca de la meridional isla japonesa de Okinawa. ”Es el primer hallazgo de la colonia microbiana púrpura”, añadió Nogi.
Ya se trabaja en el desarrollo de nuevos productos cosméticos particularmente efectivos para el blanqueamiento de la piel.
Pero la Shewanella violacea también se está probando en la industria de los semiconductores. Los científicos creen que algunas estructuras cristalinas de la bacteria podrían aplicarse a la creación de compuestos químicos útiles al desarrollo de materiales semiconductores, explicó Nogi.
En los viajes del Kaiko también se obtuvieron precisas fotografías de la topografía del lecho marino, en especial detalles de los cambios de las placas tectónicas y las fallas, que podrían contribuir a comprender cómo ocurren los terremotos, abundan los científicos.
Ahora, los especialistas se concentran en medir los movimientos de las placas debajo de Japón, a través de dispositivos instalados por medio del Kaiko en el fondo del océano Pacífico. Los resultados de esas mediciones son trasmitidos a computadoras en el exterior, donde son analizadas por expertos.
El Kaiko desapareció cuando el cable de acero que lo unía a la nave madre, Kairei, se rompió en medio de un tifón en el Pacífico.
Pese a que estaba diseñado para flotar en la superficie del agua y emitir una señal de rastreo cuando permanecía a la deriva, su búsqueda ha terminado, explicó Furuta, supervisor del JMSTC.
”Al principio tuvimos esperanzas, pero ya no. El próximo paso se tomará tan pronto se complete la investigación sobre cómo se rompió el cable, este mismo verano (boreal)”, añadió.
El JMSTC estima que el costo de un nuevo submarino no superará en mucho los 15 millones de dólares invertidos en el original. Pero la recesión de la economía japonesa dificultará un rápido reemplazo.
Durante su vida útil, Kaiko contribuyó a descifrar algunos acertijos del océano, por ejemplo cómo ha proliferado la vida marina en las duras condiciones de presión, temperatura y ausencia de luz solar de las aguas profundas.
”La necesidad de un nuevo Kaiko es muy grande, pues veníamos trabajando en la investigación en las profundidades marinas. Su pérdida ha frenado el avance en estudios relevantes”, dijo a Tierramérica el profesor Susumu Ito, director del Centro de Bio- Emprendimientos para Organismos Extremófilos.
Las especies encontradas a miles de metros de profundidad forman parte del grupo de las extremófilas, pues se desarrollan en ambientes extremos.
Para ser viable a 6.000 metros de profundidad o más, la vida marina requirió una adaptación fisiológica y biológica especial, explicó Nogi.
La recuperación de esas formas de vida terminó con la noción de que la supervivencia era imposible en condiciones tan duras, dijo el biólogo marino Shinji Tsuchida, quien participó en varias exploraciones en la Fosa de las Marianas.
La aventura de Tsuchida por el océano Indico en 2000, le permitió hallar vida en torno a las ”fumarolas negras” (del inglés black smokers), una suerte de géiseres submarinos que arrojan agua muy caliente rica en minerales desde el fondo del océano.
Esas especies proliferan en un entorno con gran concentración de hidrógeno sulfúrico y metano y una presión mil veces superior a la de la superficie marina, explicó.
”La teoría común señalaba que nada podría sobrevivir en tales ambientes extremos a los que la luz del sol jamás llega. Pero Kaiko demostró lo contrario”, sostuvo.
Allí se encontraron, por ejemplo, el pequeño cangrejo blanco (Austinograea rodriguezensis), el gusano negro de tubo y varias especies de camarones y mejillones.
El gusano de tubo no tiene boca ni tracto digestivo y se alimenta del hidrógeno sulfúrico en aguas cercanas a Okinawa, donde a profundidades de más de 2.500 metros la temperatura llega a 360 grados.
Una enzima de su organismo disuelve el hidrógeno sulfúrico, una característica con potencial para aplicarla a la purificación de aguas contaminadas, relató Tsuchida.
Los hallazgos del Kaiko dieron pie, hace tres años, a la creación de una ”biblioteca de genes”, que facilitará el desciframiento de genomas de microbios y la información sobre su historia evolutiva.
La biblioteca genética se encuentra ahora en etapa de acumulación de datos de más de 1.000 especies extraídas por Kaiko de profundidades de hasta 10.000 metros, así como de otros submarinos en aguas menos profundas.
Los estudios en marcha, indicó Nogi, están destinados a identificar genes de las especies descubiertas idénticos a los hallados en las investigaciones sobre el genoma humano.
Si esto fuera posible, se impulsaría el tratamiento de enfermedades a través de terapias genéticas, sostuvo.
”El mar intermedio y profundo es como una montaña de tesoros. Apenas hemos comenzado a explorarlo, aún queda mucho por hacer. Por eso Kaiko es indispensable para la humanidad”, concluyó Ito.
*Publicado originalmente el 19 de julio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (