El encono entre India y Pakistán, pese al tímido acercamiento de los últimos meses, es todavía el gran obstáculo para el progreso de Asia meridional, una de las regiones más pobres del mundo, con 1.600 millones de habitantes.
La tensión entre los dos rivales nucleares de la región obligó a postergar un año la cumbre anual de la Asociación para la Cooperación Regional de Asia Meridional (SAARC, por sus siglas en inglés), que iba a realizarse el pasado enero en la capital pakistaní.
Después de intensas negociaciones la semana pasada en Katmandú, los cancilleres del grupo fijaron la nueva cumbre para enero del año próximo en Islamabad.
Si todo transcurre como está previsto, será la primera vez en casi dos años que el primer ministro indio Atal Bihari Vajpayee viaje a Pakistán.
En los últimos meses, Islamabad expresó disposición a dialogar con India pese a la disputa por la septentrional provincia de Cachemira, mientras empresarios de ambos países mantuvieron una serie de reuniones para explorar negocios conjuntos.
La semana pasada fue restaurada una línea de autobús entre Nueva Delhi y la septentrional ciudad pakistaní de Lahore, que había sido clausurada cuando los dos países rompieron relaciones diplomáticas en diciembre de 2001.
La ruptura fue motivada por un ataque terrorista al parlamento indio que el gobierno de Vajpayee atribuyó a grupos radicales islámicos apoyados por Pakistán. El incidente llevó a ambos vecinos al borde de una cuarta guerra en la primera mitad de 2002, pero las relaciones están más distendidas ahora.
Sin embargo, todavía hay piedras en el camino. El secretario de Relaciones Exteriores de Pakistán, Riaz Jokar, advirtió la semana pasada que el gobierno de India podría sabotear la cumbre de SAARC prevista para el año que viene.
Si uno mira la historia de SAARC, India ha sido el único país que ha querido impedir la realización de las cumbres por lo menos en dos o tres ocasiones, dijo Jokar.
Hemos visto varios informes de prensa indicando que la falta de progreso para la firma del Acuerdo de Libre Comercio de Asia Meridional podría ser usada por Nueva Delhi como pretexto para postergar otra vez la cumbre, añadió.
Por su parte, el secretario de Relaciones Exteriores indio, Kaneal Sibal, criticó a Pakistán por su falta de compromiso con SAARC.
Esta rivalidad no es nueva para esta asociación regional de 18 años entre Bangladesh, Bután, India, Maldivas, Nepal, Pakistán y Sri Lanka, cuyo destino siempre ha estado marcado por las relaciones entre sus dos socios mayores.
Desde 1947, cuando se independizaron del imperio británico, los dos países se disputan el control de Cachemira, una zona rica en petróleo cuya población es mayoritariamente musulmana, al igual que la de Pakistán.
El diferendo fue el motivo de tres guerras entre India y Pakistán. La Organización de las Naciones Unidas estableció en la región una frontera provisional —la llamada línea de control— a través de la cual el intercambio de fuego es frecuente.
En la parte bajo control indio, integrada al estado de Jammu y Cachemira, actúan grupos separatistas que han perpetrado en los últimos años varios atentados. India acusa a Pakistán de respaldar militarmente a esos guerrilleros islámicos, pero Islamabad sostiene que sólo les brinda apoyo moral y diplomático.
El progreso de SAARC será muy pequeño mientras estas dos naciones rivales no trabajen juntas en un genuino espíritu de cooperación, advirtió el politólogo Lok Raj Baral, del Centro de Estudios Contemporáneos de Nepal.
El propio secretario general de SAARC, Qama Rahim, admitió que el grupo ha sufrido muchas frustraciones y que no logró alcanzar varias metas sobre cooperación comercial por culpa de la rivalidad indo-pakistaní.
En este contexto, la próxima cumbre no será diferente a las anteriores, cargadas de discursos pero con pocos avances para mejorar la calidad de vida de la población de Asia meridional, prevén analistas.
Los jefes de Estado y de gobierno de SAARC han discutido a lo largo de los años asuntos importantes para la región, como el control de fronteras y el acuerdo de libre comercio. También han propuesto políticas comunes para reducir la pobreza, pero no obtuvieron resultados.
Se espera que, en la próxima cumbre, los siete países firmen el acuerdo de libre comercio.
La idea es tener listo el borrador antes de la cumbre para firmarlo allí, dijo el canciller de Nepal, Madhuraman Acharya.
Pero el gobierno pakistaní ya expresó sus objeciones al acuerdo. Islamabad advirtió que la disparidad entre las economías de la región hará que las exportaciones de un país grande inunden a los pequeños.
Es necesario resolver muchos asuntos complejos antes de que sigamos adelante. Hay una gran brecha entre las economías de los miembros de SAARC, afirmó Khokar.
Algunos cancilleres de SAARC manejaron en la reunión de Katmandú la posibilidad de que India y Pakistán tengan una reunión bilateral paralela a la cumbre del grupo, para evitar que su rivalidad obstaculice acuerdos que involucran a toda la región.
Esto ocurrió en enero de 2002, cuando Vajpayee y Musharraf se enfrascaron en una discusión durante la cumbre realizada en Katmandú.
Pakistán siempre ha exigido una revisión de la carta de SAARC para permitir discusiones bilaterales entre sus miembros, pero India se resiste, arguyendo que los asuntos bilaterales no deben ser discutidos en un foro multilateral.
¿No será tiempo de revisar el papel de SAARC? Si cada cumbre es secuestrada por los problemas indo-pakistaníes, ¿para qué entonces celebrar una cumbre?, preguntó este lunes el periódico nepalés The Kathmandu Post. (