La presencia de inmigrantes sudcoreanos crece con rapidez en el barrio mexicano de Tepito, centro comercial de la capital donde se mezclan negocios de pequeña y gran escala, legales e ilegales.
Tepito está ubicado en el centro histórico de la capital. Allí se dibujan largos, entreverados y bulliciosos callejones, flanqueados por todo tipo de comercios, y es posible comprar desde camiones hasta drogas y refinadas armas, pasando por toda clase de productos legales, piratas, contrabandeados o robados.
Según el estatal Instituto Nacional de Migración, de unos 15.000 sudcoreanos residentes en México, unos 8.000 viven en la capital, y la mayoría de éstos en Tepito, también llamado barrio bravo por sus altos grados de delincuencia.
Cada semana visitan Tepito 1,3 millones de personas, y se realizan ventas en ese barrio por más de cuatro millones de dólares, de los cuales 30 por ciento va a parar a manos de sudcoreanos, indicaron a IPS fuentes de la Delegación Cuauhtémoc, el departamento municipal donde se encuentra esa zona comercial.
En la actualidad, el valor de las exportaciones anuales de Corea del Sur a México es unos 3.600 millones de dólares, o sea 3.300 millones más que en 1989.
Una parte de esos productos se vende en lujosas tiendas y otra en Tepito, convertido en los últimos años, por comerciantes locales, en una zona donde la venta legal se funde con el contrabando y la piratería.
El comercio bilateral legal va bien, y el creciente traslado de sudcoreanos al país es parte de ese fenómeno, comentó el embajador de Corea del Sur en México, Kang Wung-Sik.
Pero también se presentan casos de ilegalidades, y eso es lamentable, admitió.
En diciembre, la policía mexicana detuvo en Tepito y sus alrededores a 43 sudcoreanos por cargos de contrabando, sobornos y falsificación de documentos migratorios. Tras la detención, 15 fueron declarados legalmente presos por instrucciones de un juez.
Wung-Sik consideró que en esas detenciones se violaron los derechos de sus compatriotas y pidió explicaciones al gobierno del presidente Vicente Fox, pero tras recibirlas no reiteró su queja.
Las familias sudcoreanas tienen ahora miedo de caminar por las calles de la capital mexicana, pues sienten que se las acusa injustamente y que se generalizan juicios negativos sobre ellas, dijo a IPS Yung Burm-Choi, presidente de la Asociación Coreana de México.
En la llamada Zona Rosa de la capital, céntrica y llena de bares, comedores y hoteles, Kim Yi Young, dueña de un restaurante coreano, opinó que México es un buen lugar para trabajar, pero lamentó que algunos de sus compatriotas hayan cometido delitos.
Pregunte a otro. No poder hablar de eso. No saber español. Esas fueron algunas de las respuestas que dieron comerciantes sudcoreanos de Tepito, cuando IPS los consultó sobre el origen de su dinero y mercancías.
Respuestas similares ofrecieron cuando se les preguntó si es verdad que una mafia ligada a su país los extorsiona o protege, tal como afirma la policía local.
Según autoridades municipales, los asiáticos son dueños de 300 bodegas (grandes locales para depósito, distribución y venta al por mayor de mercaderías) de las 700 que se calcula que hay en Tepito.
Desde esos lugares, se distribuyen a pequeños comercios aparatos electrónicos, joyas de fantasía, juguetes y vestimentas, entre otros productos.
La emigración sudcoreana a México viene en aumento desde fines de los años 90, cuando el gobierno del entonces presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) firmó acuerdos de cooperación comercial con Seúl.
En Tepito y otras zonas céntricas de la capital, los comerciantes procedentes de Corea del Sur compran cada vez más locales, para instalar almacenes y bodegas desde donde venden y distribuyen sobre todo productos textiles y electrónicos.
A la mayoría no parece preocuparles la inseguridad de ese barrio, un laberinto donde hasta la policía tiene miedo de ingresar.
Las familias que llegan a México desde Corea del Sur suelen traer de 100.000 a un millón de dólares, informó Kim Gun-Young, director del Centro Coreano de Comercio.
El creciente flujo migratorio es animado por la vecindad de México con Estados Unidos y la sociedad que tienen esos dos países con Canadá en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. El sudcoreano mira a México como una plataforma de comercio, explicó.
Los que tienen más dinero y rango de empresarios llegan a trabajar como directivos en las maquiladoras (fábricas en zona franca industrial, que arman productos con insumos extranjeros importados sin gravámenes), o en oficinas que representan a empresas sudcoreanas.
Los coreanos tienen la particularidad de buscar copar el pequeño comercio, tal como ya lo hicieron en Argentina, Brasil y Paraguay, dijo a IPS el investigador Alfredo Romero, de la Universidad Nacional Autónoma de México y experto en emigración asiática.
Como otras comunidades de inmigrantes, suelen concentrarse en determinadas zonas, donde reproducen sus forma de vida y sus fuertes lazos familiares, explicó.
Según vecinos de Tepito, donde su presencia es cada vez más evidente, los sudcoreanos del barrio se cuidan entre ellos con equipos de seguridad propios, y por lo general se mantienen aislados en sus comercios y restaurantes.
Cuando sus almacenes son asaltados, no suelen presentar denuncias a la policía, por temor a que se descubra que mucha de su mercancía es pirata o ingresó al país sin pagar impuestos, afirmó el director de inteligencia de la Policía Federal Preventiva, Herver Hurtado.
Según el funcionario, la policía conoce que existen grupos de sudcoreanos dedicados a actividades delictivas, entre ellas el tráfico de armas y la extorsión de comerciantes, incluyendo a sus compatriotas.
La policía informó que comerciantes sudcoreanos venden en Tepito plumas y lápices que en realidad son pistolas de bajo calibre, y que otros comercializan armamento de alto calibre, drogas ilegales y toda clase de productos piratas.
Claro que (algunos sudcoreanos) traen armas y drogas para vender en Tepito, aquí todos lo sabemos, dijo a IPS la presidenta de la Asociación de Comerciantes de la Ciudad de México, Guadalupe Gómez.
La mayoría de los coreanos son gente trabajadora y honesta, pero también estamos viendo que muchos llegan al centro de la capital con dinero en efectivo y mercadería pirata o de contrabando, agregó. (