Un vacío de poder, una burocracia desorientada y una elite malaya que luchará por reacomodarse serán el legado más probable del primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, después de 22 años de gobierno.
La lucha por posiciones políticas puede afectar la confianza de los votantes en los principales candidatos de las elecciones generales de principios del año próximo, meses después de que Mahathir se retire como primer ministro y líder de la gobernante Organización Nacional de Malayos Unidos (ONMU), en octubre.
Las maniobras por el poder aumentan ante la debilidad política del sucesor de Mahathir al frente de la ONMU, Abdulá Ahmad Badawi, cuyo control sobre el partido no ha sido probado pero quien, como viceprimer ministro, goza del poder de su legitimidad, hasta ahora incuestionada.
Por ahora, no hay duda de que Abdulá será el próximo primer ministro, concretando un proceso de sucesión que en el pasado se frustró varias veces. Pero la elección de su compañero de fórmula entre tres poderosos vicepresidentes del partido es causa de polémica y divisiones internas.
"Este asunto causará rupturas en la ONMU", advirtió en una entrevista P. Ramasamy, de la Universidad Kebangsaan Malasia.
Por todo esto, la inquietud general se escondió tras la euforia manifestada la semana pasada en la última aparición de Mahathir ante el partido gobernante que encabeza.
Detrás de las muestras de unidad, existe una gran insatisfacción por el asunto de la sucesión en la ONMU, que tiene tres millones de miembros de la mayoritaria etnia malaya y fue fundada en 1946.
Paradójicamente, fue bajo el gobierno de Mahathir que el partido sufrió una de sus peores crisis internas. La primera ocurrió en 1989, cuando un tribunal declaró que el partido era una entidad ilegal, luego de una lucha por la sucesión del liderazgo partidario que había ganado el primer ministro.
En 1998, miles de miembros renunciaron en protesta por la expulsión del poder del entonces viceprimer ministro Anwar Ibrahim, quien fue encarcelado bajo cargos de corrupción y sodomía que la oposición considera fraguados. Mahathir temía que Anwar lo desafiara políticamente.
En la convención partidaria de tres días, Mahathir hizo prometer públicamente a los tres vicepresidentes de la ONMU (el ministro de Defensa Najib Tun Raza, el ministro de Comercio Interno Muhyiddin Yassin y el ex ministro jefe Muhammad Taib) que no cuestionarán la elección que haga Abdulá como compañero de fórmula.
El propio primer ministro admitió que teme una lucha de poder luego de su partida. "Estoy muy preocupado porque todavía no hemos entendido la ética de la competencia", declaró.
Mahathir, que debió enfrentar reiterados desafíos a su autoridad, debería saber mejor que nadie que las promesas políticas se abandonan con facilidad.
"Basta con observar la historia de la ONMU, plagada de disputas y facciones escindidas", comentó un antiguo líder del partido. "Abdulá tendrá sus manos llenas", agregó.
"Mantener unida a la ONMU será el mayor desafío de Abdulá, porque todo lo demás dependerá de esto. La pregunta que debe hacerse cualquier observador cínico pero preocupado es: ¿cuánto durará?", dijo el ex parlamentario Sim Kwang Yang.
Mahathir conserva una alta consideración y respeto por haber convertido esta nación asiática de 25 millones de habitantes en un país islámico cosmopolita, respetado internacionalmente, con impresionantes logros económicos, magnífica infraestructura y una sociedad con alto grado de educación.
Pero los críticos señalan que el éxito económico llegó a un costo muy alto: la pérdida de espacios democráticos, la censura de la prensa y la intolerancia hacia el disentimiento.
Abdulá era vicepresidente en 1998, cuando Mahathir destituyó a Anwar. Tras el encarcelamiento de éste, Mahathir designó a Abdulá como su viceprimer ministro y convenció al partido de respaldar el nombramiento sin llamar a elecciones abiertas.
El futuro presidente de la ONMU es un antiguo tecnócrata que se convirtió en ministro de Educación y fue desplazado de la política durante tres años y ocho meses luego de desafiar a Mahathir en 1988.
Abdulá tiene credenciales islámicas, pero su verdadera fuerza radica en su imagen de político honesto. Muchos esperan que sea más tolerante que Mahathir.
Su primera prueba será el problema de Anwar Ibrahim, ahora que Mahathir anunció que cualquier reconciliación con el ex viceprimer ministro está en manos de sus sucesores.
La ONMU debe solucionar la cuestión de Anwar antes de enfrentar a los votantes malayos otra vez. La indignación por su encarcelamiento fue la razón de que casi 65 por ciento de los musulmanes malayos votaran contra el gobierno y a favor del opositor partido PAS en los comicios generales de 1999.