IRAQ: EEUU pierde batalla de la seguridad

Familiares de un paciente que esperan armados en la puerta del quirófano, trabajadores humanitarios asaltados y baleados, niños heridos por el estallido de bombas de racimo: eso es Iraq cinco semanas después de que Estados Unidos proclamara su victoria en la guerra.

Además, los crecientes ataques contra soldados invasores han tenido un impacto negativo en las operaciones de ayuda humanitaria en Iraq. Un militar estadounidense murió y otros cinco resultaron heridos este jueves cuando desconocidos lanzaron una granda contra un puesto militar de la localidad de Fallujah.

El presidente George W. Bush proclamó el 1 de mayo el cese de los combates en Iraq, en un discurso pronunciado en la cubierta del portaviones USS Abraham Lincoln en el océano Pacífico. Pero la semana pasada en Bagdad el general David McKiernam dijo a la prensa que la guerra no había terminado.

”Esta es zona de combate. Aún estamos en proceso de remover al régimen” de Saddam Hussein, sostuvo McKiernam, quien advirtió que la seguridad se deterioraba día a día.

Estados Unidos aumentó el mes pasado de 120.000 a 140.000 soldados su presencia militar en Iraq con la finalidad de restaurar la ley y el orden tras la caída del régimen de Saddam Hussein, quien desapareció poco antes de la toma de Bagdad por las fuerzas invasoras el 9 de abril.
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”La seguridad es responsabilidad directa de la potencia ocupante, no de la ONU”, advirtió el portavoz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Fred Eckhard.

”Seguridad, seguridad y seguridad”, dijo un portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuando la prensa le preguntó cuáles eran las tres prioridades de la agencia en Bagdad.

La OMS y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), ambas agencias de la ONU, son las organizaciones que más han criticado la falta de garantías para quienes cumplen labores humanitarias en Iraq.

Ese problema es evidente en la meridional ciudad de Basora, dijo a la prensa la portavoz de la OMS Fadela Chaib. Varios médicos del hospital universitario de Basora presenciaron un asesinato por venganza en una habitación, dijo a modo de ejemplo.

Al asesinado ”le dieron dos balazos. Cuando los asesinos vieron que había sobrevivido, regresaron y lo remataron”, le dijo un cirujano a Chaib.

El mes pasado, la representante de Unicef Carel de Rooy afirmó que la incapacidad de Estados Unidos para garantizar seguridad amenazaba la vida de 300.000 niños y niñas iraquíes. ”Sabemos los riesgos que afrontan los niños iraquíes y sabemos lo que se debe hacer, pero somos trabajadores humanitarios, no policías”, dijo.

La organización humanitaria CARE, de Estados Unidos, perdió el mes pasado en Iraq dos de sus vehículos a manos de secuestradores. Uno de sus depósitos fue atacado, y un guardia que se encontraba en el lugar resultó herido de bala.

La seguridad en Iraq colapsó tras la invasión iniciada el 20 de marzo, que convirtió el país en tierra de nadie donde prevalece la ley de la jungla, según varias agencias internacionales y organizaciones de derechos humanos.

”Solemos operar mientras los familiares del paciente esperan fuera del quirófano armados con pistolas y cuchillos para vengarse si algo marcha mal”, dijo el cirujano de Basora entrevistado por Chaib.

”Tawra, una enfermera, fue amenazada con una granada por intentar poner algo de orden durante la hora de visita”, agregó la funcionaria de la OMS, quien se entrevistó con una veintena de médicos y enfermeras.

El representante especial de la ONU en Iraq, Sergio Vieira de Mello, incluyó la seguridad entre las prioridades tratadas con autoridades civiles y militares estadounidenses y británicas, en la entrevista que mantuvo con ellas en Bagdad el miércoles.

El portavoz de Unicef Geoffrey Keele dijo el jueves que cientos de niños continúan sufriendo heridas e incluso mueren por el estallido de bombas de racimo arrojadas durante los 44 días de guerra por los invasores, o de las municiones almacenadas por fuerzas iraquíes en lugares públicos, entre ellos escuelas.

Sesenta niños y niñas fueron tratados por esa causa en el hospital Al-Noor de Bagdad, con quemaduras en la cara, manos y miembros o el estómago al descubierto, informó Keele. Algunos debieron ser amputados o murieron, sostuvo el médico Ammar Jabbar.

Cinco semanas después de la caída de Bagdad, ”no hay, sencillamente, excusas para la continua inseguridad”, dijo el activista Saman Zia-Zarifi, de la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW).

”Algo debe estar terriblemente equivocado, pues los iraquíes claman por la policía” del régimen de Saddam Hussein, ”corrupta y brutal, para que restaure alguna semblanza de seguridad”, agregó Zia-Zarifi.

Un senador del gobernante Partido Republicano de Estados Unidos, Pete Domenici, se manifestó ”genuinamente preocupado”. A menos que se restaure el orden, ”existen posibilidades reales de que la victoria que proclamamos no sea tal”, advirtió.

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