El parlamento de Australia investiga si Estados Unidos y Gran Bretaña le mintieron al gobierno del primer ministro John Howard, que basó su apoyo a la guerra para desarmar a Iraq sobre datos aportados por esos países.
Howard, que asistió el miércoles en Sydney a un desfile de los soldados que regresaron de Iraq, dijo que se hacía responsable de la decisión de colaborar con la ofensiva para derrocar al presidente iraquí Saddam Hussein.
Yo acepto la última responsabilidad por la decisión. No me arrepiento. Hice lo correcto y nunca lo lamentaré, subrayó el primer ministro, entrevistado por la televisión.
Una comisión conjunta de la Cámara de Representantes y del Senado de Australia, creada el miércoles, investigará la exactitud de los datos de inteligencia dados por Londres y Washington sobre el supuesto programa de Bagdad para fabricar armas de destrucción masiva.
La investigación también determinará si el gobierno de Howard divulgó información propia falsa a la ciudadanía australiana sobre la supuesta amenaza iraquí.
El martes, el parlamento de Gran Bretaña inició una investigación similar para saber si el gobierno de Tony Blair mintió al divulgar la información sobre los supuestos arsenales iraquíes.
Mientras, en Estados Unidos, senadores del opositor Partido Demócrata acusaron a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de haber ocultado información crucial a los inspectores de armas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El senador demócrata Carl Levin dijo que si el pueblo estadounidense hubiera sabido que el gobierno de George W. Bush no compartía su información sobre las armas de destrucción masiva con la ONU, se habría desatado una fuerte demanda pública para que el proceso de inspección continuara.
El portavoz del opositor Partido Laborista australiano Kevin Rudd sostuvo que la creación de la comisión conjunta era la mejor forma de conocer la verdad.
Nos pareció que esa era la manera de llegar al fondo del asunto. Queremos saber si el gobierno de Howard exageró de alguna forma la información de inteligencia sobre las armas iraquíes para darle impulso a su intención de ir a la guerra, señaló.
Rudd dijo que el gobierno deberá elegir en los próximos días cómo afrontar la investigación. Puede minimizarla, esto es, no cooperar. Pero yo creo que el pueblo australiano hará preguntas fundamentales sobre lo que el gobierno esconde, sostuvo.
El primer ministro calificó de oportunista la demanda de la partidos de oposición. Es demasiado pronto para hacer esa investigación, pues no se le ha dado tiempo al proceso de inspección, dijo Howard, del gobernante Partido Liberal.
Mientras, el canciller Alexander Downer, en una columna para el diario The Sydney Morning Herald, aseguró estar convencido de que Iraq tenía armas de destrucción masiva. Canberra se unió conscientemente a la llamada coalición de los dispuestos a hacer la guerra, encabezada por Washington y Londres, agregó.
Sería un error hacer conclusiones sobre las armas iraquíes en este momento. El derrocado régimen iraquí nunca cooperó del todo con los inspectores de la ONU, y esta falta fue la base para la decisión de participar en la operación, escribió el ministro.
Uno de los principales testigos con el que contarán los parlamentarios será el ex jefe de inteligencia austrlaiano Andrew Wilkie, quien renunció a la Oficina de Evaluación Nacional (ONA, por sus siglas en inglés) por discrepar con Howard sobre las causas de la guerra en Iraq.
Wilkie también declarará ante la Cámara de los Comunes de Gran Bretaña en la investigación contra Blair, acusado de manipular un informe sobre las supuestas armas de destrucción masiva de Saddan Hussein.
Estoy convencido de que una guerra contra Iraq en este momento sería un error. Para empezar, Iraq no es una amenaza para la seguridad de Estados Unidos ni de Gran Bretaña ni de Australia ni de otro país, había dicho Wilkie al renunciar en marzo.
En definitiva, esta guerra contra Iraq no tiene nada que ver con la campaña mudial contra el terrorismo, subrayó.
La ONA es la agencia de inteligencia que aconseja al primer ministro australiano y a otros integrantes del gabinete sobre asuntos internacionales económicos, políticos y de seguridad.
Antes de partir a Gran Bretaña, Wilkie dijo a la cadena de televisión australiana ABC que Howard exageró información para ocultar la verdadera razón de ir a la guerra, que era apoyar a Estados Unidos a cualquier costo.
En un discurso ante el parlamento el 4 de febrero, Howard explícitamente se basó sobre datos de inteligencia británicos para afirmar que Iraq procuró obtener uranio en Africa, lo que demostraba su intento de fabricar armas nucleares.
La consejera de Seguridad de Estados Unidos, Condolezza Rice, admitió poco después que esta información era falsa.
Pero Howard dijo la semana pasada a la ABC que no se arrepentía de su discurso de febrero en el parlamento.
Hay una sensación de que las verdaderas razones de la guerra no fueron reveladas aún, sostuvo el director del independiente Instituto Australiano de Política Estratégica, Hugh White.
Pero el primer ministro australiano todavía tiene un as en su manga.
Howard es el político más astuto y cínico en la historia de Australia, y por eso no sería raro que se niege a contestar ante cualquier commisión hasta tanto no se conocozca el resultado de las investigaciones contra Bush y Blair, dijo White. (