Las relaciones entre los dos países más poblados del mundo, India y China, dependen de la reanudación del comercio transfronterizo a través de este paso de montaña de 4.545 metros de altura.
Desde tiempos inmemoriales, caravanas de mulas y yakes cargadas de sal, oro, seda, algodón e ideología budista atravesaban esta brecha en lo alto de los montes del Himalaya, poco más de 300 kilómetros al sur de Lhasa, la capital de Tibet, el territorio anexado por China en 1959.
Pero fue Gran Bretaña la potencia que formalizó y amplió el comercio mediante la Convención Sikkim-Tibet de 1890. Desde entonces, el intercambio continuó sin interrupciones hasta la breve pero sangrienta guerra fronteriza de 1962 entre India y China.
Esta semana, tres décadas después de la guerra que incluyó incursiones del ejército chino en el actual estado indio de Sikkim, entonces un reino budista y protectorado de India, los gigantes de Asia decidieron dejar de lado sus disputas territoriales y promover el desarrollo mutuo a través del comercio.
Ambos gobiernos firmaron el martes en el paso de Nathu La documentos que facilitan el comercio entre ”el estado de Sikkim” y ”la región autónoma de Tibet, de la República Popular China”.
La firma del tratado se realizó en el marco de la visita de seis días del primer ministro indio Atal Bihari Vajpayee a China, que terminará el viernes.
Aunque analistas de Nueva Delhi todavía discuten qué fue lo que se acordó exactamente y si esto significa el reconocimiento formal por Beijing de la incorporación de Sikkim a India tras un referendo en 1975, los habitantes de ese estado nororiental situado entre Nepal y Bután tienen razones para celebrar.
”Esta es la mejor noticia que hemos tenido en mucho tiempo. Quizá ahora sea posible un desarrollo real de este estado remoto”, opinó Jigme N. Kazi, escritor e historiador residente en Gagtok, la capital de Sikkim.
Hasta la guerra de 1962, la población de Sikkim mantenía estrechas relaciones con la de localidades tibetanas como la de Yatung y Xigatse, el centro del budismo lamaísta.
”Por lo menos podremos visitar esos lugares que frecuentaban mis ancestros, e incluso encontrar novia”, dijo Kazi, casado con Tsering, una tibetana que trabaja como maestra en Gangtok.
Hasta hace poco, China negaba la visa a los residentes de Sikkim, cuyos representantes han integrado de todos modos delegaciones oficiales indias de visita a ese país. Los acuerdos de esta semana no llegaron a reconocer abiertamente la soberanía india de Sikkim.
Los comerciantes del oriental puerto indio de Kolkata (ex Calcuta) están entusiasmados por los acontecimientos de esta semana.
”Hemos esperado décadas la reactivación del comercio”, dijo Bhaskaranand Aggarwal, cuya familia se había instalado en Yatung y debió abandonar el lugar cuando el ejército chino avanzó sobre la frontera india.
Aggarwal guarda entre sus más preciadas posesiones fotografías de ”los buenos tiempos”, entre ellas imágenes del cruce en mula a través de Nathu La en los años 50. ”Llegamos a llevar automóviles y motocicletas estadounidenses chocados que eran restaurados en Tibet”, recordó.
Para Aggarwal y otros comerciantes en Gangtok, China se beneficiaría mucho de la reapertura de la corriente, pues la altiplanicie tibetana es más accesible desde el estado indio de Sikkim, apenas 500 kilómetros al norte de Kolkata.
”Sikkim es el pulso de Tibet. Para manejar mejor la región, China debe regularizar el suministro de alimentos a través de Sikkim”, explicó el académico chino K. Srikant, experto en asuntos chinos del independiente Instituto de Análisis y Estudios de Defensa en Nueva Delhi.
Desde la incorporación de Sikkim a India en 1975 y la abolición de la monarquía, el estado ha dependido de los fondos de desarrollo aportados por Nueva Delhi. El estado no tiene aeropuerto ni vías férreas, y las carreteras de las llanuras suelen quedar bloqueadas por las avalanchas de tierra.
”Si puede haber una ruta de Nueva Delhi a Lahore, entonces no hay razón para que no haya una ruta de autobús de Gangtok a Lhasa”, dijo el legislador indio Palden Gyamtso.
Las diferencias limítrofes han obstaculizado el comercio entre India y China. De todos modos, la liberalización económica de los dos países aceleró el comercio bilateral. El intercambio ha aumentado entre 25 y 35 por ciento anual desde 2000, hasta alcanzar 5.000 millones de dólares el año pasado.
Si se incluye la región administrativa especial china de Hong Kong y a Taiwan, territorio al que Beijing considera una provincia renegada, China se convertiría en el tercer socio económico de India después de la Unión Europea y de Estados Unidos. (