El arresto en Francia del líder agricultor José Bové, conocido por sus métodos radicales contra la globalización, hará más daño al gobierno que al propio activista, advirtieron simpatizantes y grupos de la sociedad civil.
Bové, que lidera movimientos contra los productos transgénicos, la llamada comida chatarra y los aranceles comerciales de Estados Unidos, pasará 10 meses en la cárcel por haber ayudado a destruir campos de cultivos transgénicos.
Su detención provocó una ola de protestas en toda Francia. Agricultores y sindicalistas se manifestaron en la meridional ciudad de Montpellier frente al centro de reclusión adonde fue llevado Bové en helicóptero.
También hubo protestas en París y en otras ciudades, y la Confederación Campesina, el sindicato izquierdista de pequeños agricultores fundado por Bové, anunció que en los próximos días organizará protestas frente a todas las prisiones de Francia y ante campos de cultivo de productos modificados genéticamente.
”Chirac a prisión, libertad para Bové”, reclamaba un grupo de manifestantes en París. La pancarta hacía referencia a las acusaciones de corrupción contra el presidente Jacques Chirac, que tiene inmunidad mientras sea jefe de Estado.
Bové fue detenido en la mañana del domingo en su granja en la meridional localidad de Millau, por numerosos policías acompañados de perros que derribaron la puerta de la casa, mientras un helicóptero sobrevolaba la zona.
La policía actuó para ejecutar una sentencia a 10 meses de prisión que incluye una condena de seis meses por haber arruinado un cultivo de arroz transgénico en Montpellier, en 1999, y otra de cuatro meses por haber destruido una reserva de semillas de maíz transgénico de la compañía multinacional Novartis en 1998.
Líderes de oposición y grupos de derechos humanos consideraron que la acción policial fue una señal de autoritarismo del gobierno. El diario Libération la calificó de ”un nuevo golpe del gobierno contra los sindicatos de Francia”.
El analista político Jean-Michel Thenard destacó en Libération que la oposición de Bové a los organismos manipulados genéticamente fue decisiva en la política francesa hacia esos productos.
”Si Francia se opone actualmente a los transgénicos, tanto en Europa como en la Organización Mundial del Comercio (OMC), es precisamente porque Bové creó conciencia popular sobre sus peligros”, escribió Thenard este lunes.
La Unión Europea suspendió las importaciones de productos transgénicos en 1999, tras una serie de protestas de agricultores y asociaciones de consumidores. Esto causó un enfrentamiento en la OMC con Estados Unidos, el principal productor de transgénicos.
Actualmente, el bloque europeo considera el levantamiento del embargo.
Desde mediados de los años 90, Bové se convirtió en un icono del movimiento globalifóbico y ha estado presente en toda reunión internacional que atrae a grupos de activistas, como las del FMI y el Banco Mundial, el Grupo de los Ocho, conferencias ministeriales de la OMC y el Foro Social Mundial de Porto Alegre.
Bové, cuya consigna es ”El mundo no es una mercancía”, alegó que la destrucción de plantaciones de cultivos transgénicos es un acto de protección a los consumidores y al ambiente.
La justicia le ofreció una sentencia reducida, pero él insistió en nada menos que el perdón presidencial. Su solicitud fue respaldada por unas 600.000 cartas de sindicalistas y pequeños agricultores.
Pocos esperaban que su arresto se produjera de esta forma. ”La fuerza policial fue absolutamente desmedida contra un líder agricultor conocido por su no violencia. José no es un criminal peligroso”, declaró su abogado, François Roux.
Funcionarios judiciales también consideraron que la acción policial fue excesiva y motivada políticamente.
”El gobierno usa su aparato represivo contra el movimiento popular”, dijo a IPS Evelyne Sire-Martin, líder de la unión de magistrados.
Jean-Claude Amara, portavoz del grupo de derechos humanos Droits Devant!, afirmó que el gobierno ”exhumó” una ley de la década de 1940 para perseguir activistas.
”Esa ley fue inspirada directamente por el gobierno neofascista que colaboró con los nazis” y ”el actual gobierno copió párrafos enteros de ella”, dijo Amara a IPS. Ahora, los nuevos enemigos son los líderes sindicales, los activistas de los derechos humanos y los inmigrantes, señaló.
Por otra parte, el ministro de Justicia Dominique Perben defendió la acción policial contra Bové como una medida preventiva.
”Bové demostró que no cooperaría con la policía, y nosotros intentamos evitar la violencia”, declaró el ministro en una conferencia de prensa ofrecida en la tarde del domingo.
Perben dijo que Chirac consideraría si Bové merece una amnistía presidencial, en una señal de las dificultades que atraviesa el gobierno por causa del líder agricultor.
”Para Chirac, el caso Bové es un verdadero dolor de cabeza”, comentó Thenard.
Cientos de agricultores se declararon cómplices de la destrucción de plantaciones de transgénicos alentada por Bové.