”La gran batalla en Angola es ahora por el afianzamiento de la democracia y contra la corrupción. Guerra fratricida, nunca más” fue el lema del congreso de la Unita, que este viernes eligió al primer sucesor del desaparecido líder Jonas Savimbi.
Isaías Ngola Samakuva logró el voto de 78 por ciento de los participantes en el IX Congreso de la Unita (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), movimiento que se levantó en armas en 1975 contra el gobierno marxista que ese año había tomado el poder tras obtener la independencia de Portugal.
La lucha contra el gobernante Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) sumió a la vasta ex colonia portuguesa del sudoeste de Africa en una mortífera y destructiva guerra civil.
Tras cuatro días de sesiones finalizadas este viernes, Samakuva pudo vencer a Paulo Lukamba Gato, un general incondicional de Savimbi y calificado de ”carismático pero duro y arrogante”, y a Eduardo Dinho, quien abandonó a Savimbi luego de que éste decidiera fusilar a varios miembros de su familia en 1998.
Dinho se incorporó entonces a la ”Unita-Renovada”, que en los últimos años ocupó los lugares de la oposición en el parlamento de Angola.
A diferencia de muchos líderes africanos, Samakuva ”tiene la rara virtud de saber compartir el poder y aceptar las decisiones de los otros”, señaló la analista portuguesa Ana Días Cordeiro.
La experta hizo hincapié, además, en que el congreso de la Unita fue de ”continuidad en el cambio”, ya que la imagen del movimiento ”siempre se confundió con la de su incuestionable líder, Jonas Savimbi”.
En otras palabras, ”mantienen a su fundador como un símbolo permanente, pero desean hacer lo que nunca fue posible mientras Savimbi estuvo vivo: modernizar y democratizar el partido”, añadió.
El nuevo presidente de la Unita, nacido hace 57 años en el seno de una familia tradicional muy respetada, factor de extrema importancia en Angola, es conocido entre amigos y adversarios por la frontalidad y la diplomacia con que trata los problemas.
También es considerado el ”hombre de paz” de la Unita, pese a que nunca abandonó al líder histórico, representándolo en todas las frustradas negociaciones con el gobierno del MPLA durante dos décadas.
Al término del congreso, Samakuva confirmó que la Unita debe adaptarse a las nuevas realidades, porque ”no hay dudas que un sistema democrático es el que más se ajusta a los comportamientos de hoy, una actuación con transparencia, colocando encima de todo el primado de la ley y el respeto por las instituciones”.
A su vez, Mártires Correia Vitor, secretario general del ahora mayor partido opositor del país, apuntó que este congreso ”abre una nueva era en toda la sociedad angoleña”, lo cual ya se demostró al escoger al nuevo presidente de la Unita por votación secreta, ”libre, genuina y democrática”.
Desde la muerte en combate de Savimbi, el 22 de febrero de 2002, no se ha escuchado un solo tiro de guerra en Angola, dando la razón al gobernante MPLA, que por 27 años sostuvo que era posible la paz si el carismático líder rebelde quedaba fuera de juego.
Para no dejar dudas de su empeño en la colaboración democrática, la Unita llegó al punto de invitar y designar a un líder histórico del MPLA, Justino Pinto de Andrade, como presidente de la comisión electoral del congreso.
Los observadores coinciden en que, si esta agrupación entra realmente en una fase democrática y cristalina, el MPLA no tendrá más alternativa que comenzar a observar reglas más estrictas en la administración del poder.
El presidente de Angola, José Eduardo dos Santos, dirige ”un país que teóricamente es uno de los más ricos del mundo, pero que continúa siendo uno de los más pobres”, señaló el subdirector del diario portugués Público, Nuno Pacheco.
El analista sostuvo que eso se debe a ”la inmensa riqueza de sus líderes”.
”Basta que cada una de las 59 personas más ricas del país cedan 10 por ciento de su fortuna, lo que sería algo así como 400 millones de dólares, para que esa nación (africana) no continuase endeudándose con el extranjero”, agregó.
La larga guerra civil en gran medida se localizó en las zonas más ricas en diamantes y en pozos petrolíferos, que sirvieron de telón de fondo a las más feroces batallas entre el ejército gubernamental y los rebeldes de la Unita.
El balance de la violencia en Angola, que dejó como saldo la muerte de 1,2 millones de sus 11 millones de habitantes, llevó al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Kofi Annan, a calificar el conflicto en 1999 como ”el peor del mundo desde la segunda guerra mundial”.
Pero las hostilidades comenzaron en febrero de 1961, cuando el entonces guerrillero MPLA asaltó la cárcel de Luanda, encendiendo la llama de la rebelión contra el dominio colonial portugués en la llama en esa época ”provincia de ultramar” de 1,4 millones de kilómetros cuadrados.
Los pasos del líder del MPLA, Agostinho Neto, fueron seguidos por unos pocos, como Iko Carreira, Antonio Condessa, Lucio Lara, MoBeto Monteiro Traça, Nito Alves, Caetano ”John” Jacobo, Antonio da Costa Andrade y Manuel Soares da Silva, todos dirigentes históricos que le acompañaron en la gesta libertaria.
Sin embargo, el aliento a la lucha llegó de Asia. En diciembre de 1961, el entonces primer ministro indio Jawaharlal Nehru, lanzó una ofensiva militar para reconquistar Goa, Diu y Damao, las tres colonias del llamado Estado Portugués de la India.
Tras las primeras escaramuzas y luego de que el acorazado ”Vasco da Gama” fuera hundido por la aviación india, el gobernador de Goa, la capital de los tres enclaves, general Antonio Vassalo e Silva, entregó su sable al enemigo y puso fin a casi cinco siglos de presencia portuguesa en India.
Las noticias de la India se difundieron rápidamente en Africa y la lucha anticolonial no demoró en tomar un nuevo aliento en Angola, Mozambique y Guina-Bissau.
Entre 1962 y 1974, el imperio portugués en Africa, excepto en las islas de Cabo Verde, Santo Tomé y Principe, se convirtió en un auténtico polvorín.
En ese contexto, Savimbi funda la Unita, acusado por el MPLA de ”oportunista” y de ”jugar a ganador”, en momentos en que las grandes potencias mundiales presionaban al dictador portugués Antonio de Oliveira Salazar a poner fin a su arcaico imperio.
Tras el golpe militar del 25 de abril de 1974 en Lisboa, cuando capitanes izquierdistas del ejército derrocaron a Marcello Caetano, sucesor de Salazar desde 1969, fueron desclasificados documentos de la Policía Interna de Defensa del Estado (PIDE), que contenían referencias comprometedoras para la Unita.
Según esos documentos, la PIDE había acordado con Savimbi que el ejército colonial no les atacaría a cambio de hostilizar al MPLA.
El Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), que gobernaba Portugal, nombró en 1975 como gobernador de Angola para el periodo de transición al representante de la marina en el Consejo de la Revolución, Antonio DoAlva Rosa Coutinho, conocido en la época como ”el almirante rojo” por sus simpatías por el MPLA.
El mismo día en que Rosa Coutinho entregó el poder al MPLA, poniendo punto final a cinco siglos de colonialismo, la Unita comenzó las hostilidades con el apoyo de la entonces segregacionista Sudáfrica, Estados Unidos y Gran Bretaña.
La elección de Samakuva, parece augurar un verdadero punto final a 42 años de violencia en Angola, contabilizados desde los primeros disparos contra el ejército colonial portugués en 1961 hasta este viernes, día en que la Unita decidió optar por su ”hombre de paz” para sustituir al guerrero Savimbi.