La Asociación Estadounidense para la Investigación del Cáncer (AACR) decidió cambiar de nombre a su premio anual, pues recordaba a un científico acusado de haber matado a ocho puertorriqueños en experimentos secretos.
La medida, sin embargo, no satisfizo por completo a activistas de Puerto Rico, que critican a la AACR por no haber divulgado el informe de una comisión que se dedicó a investigar el trabajo científico realizado en los años 30 por el médico Cornelius P. Rhoads en la isla.
La comunidad científica de Puerto Rico esperaba esta decisión desde que la AACR anunció en octubre la suspensión del premio Cornelius P. Rhoads, que otorga desde 1979 a logros meritorios en el estudio del cáncer, hasta que no fuera aclarado el caso.
El trabajo de Rhoads comenzó a ser cuestionado desde que se descubrió en 1931 una de sus cartas, certificada como auténtica por la comisión de la AACR, en la que se jactaba de haber liquidado a ocho puertorriqueños.
Los puertorriqueños son la raza de hombres más sucios, holgazanes, degenerados y ladrones que jamás han habitado este planeta. Son peores incluso que los italianos. Lo que esta isla necesita no es trabajo de salud pública, sino un gran maremoto o algo parecido que extermine toda la población, escribió Rhoads.
He hecho lo mejor de mí para avanzar en este proceso de exterminación, liquidando a ocho y transplantando el cáncer a otros más (…). Todo científico se deleita en abusar y torturar a desafortunados pacientes, añadió.
Rhoads escribió la carta cuando trabajaba en Puerto Rico como jefe patólogo para una investigación encargada por el Instituto Rockefeller sobre una enfermedad bacterial denominada Sprue.
La manipulación de células cancerosas que realizaba Rhoads no tenía ningúna vinculación con la investigación que se le había encomendado.
Edwin Vázquez, profesor de biología en la Universidad de Puerto Rico y quien lanzó el año pasado una campaña para cambiarle el nombre al premio, calificó la decisión de triunfo para los puertorriqueños y para la ciencia en general, y destacó que la AACR trabajó con responsabilidad.
Sin embargo, dijo estar desilusionado y sorprendido cuando la AACR anunció que no revelaría el informe.
La organización está actuando en contra de las prácticas científicas sanas, basadas sobre el libre flujo de información.
Casi inmediatamente después que la AACR calificó el informe de reservado, Vázquez lanzó una nueva campaña para demandar que el documento, compilado por el profesor emérito en ética científica de la Escuela de Derecho de la Universidad de Yale, Hay Katz, sea revelado.
Toda una nación fue insultada por el doctor Rhoads. Puerto Rico tiene el derecho a conocer lo que ha descubierto el doctor Katz, afirmó Vázquez.
Pero la AACR explicó que el único objetivo del informe era proveer información a su mesa de directores para determinar si se debía cambiar el nombre del premio.
Lo que se sabe es que la AACR comprobó que la carta en cuestión fue efectivamente escrita por Rhoads.
Puedo entender el deseo de Vázquez de exponer lo que considera una gran violación de derechos humanos, pero se equivoca pensando que este informe es un asunto de información científica, opinó William Winslade, experto en ética médica de la Universidad de Texas.
El informe de Katz no era un proyecto científico. El estaba haciendo un trabajo como experto. Las organizaciones pueden pedir asesoramiento a cualquiera y no tienen por qué hacer público ese consejo, añadió.
La información que contenía la carta es conocida desde que fue hallada en 1931, y muchos académicos han estudiado el caso. Por al menos 20 años, el profesor de historia Pedro Aponte, de la Universidad de Puerto Rico, ha investigado y publicado estudios sobre el trabajo de Rhoads.
Pero el director de Comunicaciones de la AACR, Warren Froelich, aseguró que la organización desconocía las serias acusaciones contra el doctor Rhoads hasta que Vázquez lanzó su campaña en octubre.
La carta fue encontrada por un asistente de Rhoads al lado de su microscopio en el Hospital Presbiteriano de San Juan, y luego fue hecha pública por el entonces presidente del Partido Nacionalista Puertorriqueño, Pedro Albizu.
Ese texto desató una polémica en todos los periódicos de la isla hasta que las autoridades ordenaron una investigación.
Rhoads nunca negó haber escrito esa carta, y aunque 13 pacientes murieron en la investigación (ocho a manos del científico acusado), la justicia puertorriqueña lo liberó afirmando que se trataba de una persona enferma o quizás un hombre con pocos escrúpulos.
El científico volvió entonces a Estados Unidos y estableció varios laboratorios para desarrollar armas químicas en Panamá y en los estados de Utah (occidental) y Maryland (oriental). Por este trabajo ganó el premio Legión del Mérito, en 1945.
El mismo año comenzó a trabajar para la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos, que entonces realizaba experimentos con presos, pacientes de hospital y soldados a los que exponía a radiación sin su consentimiento.
Esas pruebas con seres humanos salieron a la luz en 1994, divulgadas por el Comité Asesor en Experimentos sobre Radiación.
No obstante, Rhoads fue siempre reconocido entre los científicos de su país y llegó a ser el primer director del Instituto Sloan-Kettering para la Investigación del Cáncer, cargo que ocupó desde 1945 y hasta su muerte.
El premio Cornelius P. Rhoads fue creado por la AACR a pedido de un donante anónimo.
Froelich señaló que el premio seguramente tendrá un nombre genérico, no el de ningún científico.
Mientras, Vázquez confía en que su campaña para que la AACR revele el informe de Katz será tan exitosa como la que lanzó para que el nombre del premio fuera cambiado.
Este es un asunto de orgullo nacional. Estoy seguro de que esta campaña será exitosa. No descansaremos hasta que hayamos visto ese informe, afirmó.