La ocupación de Iraq a manos de Estados Unidos y de Gran Bretaña obliga a Rusia a reformular su aspiración de consolidarse como principal exportador de petróleo del mundo, y la induce a acercarse a la OPEP.
El gobierno ruso elabora desde el año pasado un programa según el cual este país producirá para 2020 entre 450 y 520 millones de toneladas de crudo anuales. La producción de 2002 ascendió a 379 millones de toneladas, nueve por ciento más que la de 2001.
Como el consumo interno se mantendrá estable, según las previsiones, buena parte de la extracción añadida se destinará a la exportación, con Estados Unidos como principal comprador, de acuerdo con el plan.
Pero el aumento de la participación en el mercado petrolero de Iraq implicará tanto una nueva fuente de abastecimiento para Estados Unidos como una inundación de crudo que amenaza con reducir los precios.
En ocasiones anteriores, Rusia, que no integra la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), accedió a participar en los planes del bloque de reducción de la producción para sostener los precios. Pero el apoyo a estas medidas duraba pocos meses.
La situación en Iraq y los planes de Estados Unidos para explotar el petróleo del país árabe cambian radicalmente el panorama, pues dejan sin efecto el ambicioso plan de Rusia de consolidar un liderazgo en el mercado, acordado incluso entre Washington y Moscú.
Los presidentes George W. Bush, de Estados Unidos, y Vladimir Putin, de Rusia, habían firmado en mayo de 2002 en Moscú una declaración conjunta sobre cooperación en materia de energía.
En octubre, funcionarios y expertos de ambos países se reunieron en la meridional ciudad estadounidense de Houston, en el petrolero estado de Texas. Los rusos aseguraron entonces que podrían exportar un millón de barriles diarios de crudo a Estados Unidos en un plazo de cinco años.
La compañía estatal rusa Rosneft y la empresa estadounidense Marathon Oil Corporation acordaron un proyecto de riesgo compartido denominado UNAM (Urals North American Marketing) con el objetivo de suministrar petróleo de la región rusa de los Urales a Estados Unidos.
Se preveía que el envío de crudo comenzaría a fines de este año, pero no existe ahora certeza en que el plan se materialice. ”Rosneft y Marathon continúan discutiendo el proyecto UNAM”, cuya concreción depende ahora de ”varios factores”, dijo a IPS el portavoz de la empresa rusa Dmitry Panteleyev.
Es que los planes de aumentar las exportaciones de petróleo a Estados Unidos comienzan a parecer poco realistas. El vicecanciller ruso Andrei Denisov dijo a la prensa en Moscú a mediados de este mes que el gobierno de Putin está reformulando su estrategia energética luego de la guerra en Iraq.
Rusia y Estados Unidos manifestaron fuertes diferencias sobre el destino que debe darse al petróleo iraquí, ahora que cayó el régimen de Saddam Hussein (1979-2003) y Washington domina el territorio del país árabe, bajo cuyo territorio descansan las segundas reservas de crudo comprobadas del mundo.
El secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Colin Powell, no logró convencer a mediados de este mes en Moscú a Putin de apoyar el levantamiento de las sanciones comerciales a Iraq, propuesta ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Rusia es reticente a atribuir a Estados Unidos la facultad de vender el petróleo iraquí y de gastar el dinero así obtenido sin supervisión internacional.
Además, empresas de Rusia y de Estados Unidos parecen estar dirigiéndose hacia un choque de intereses por la explotación del crudo iraquí. Las firmas rusas pierden la esperanza de mantener la vigencia de los contratos firmados con el régimen de Saddam Hussein, dijo el experto estadounidense en energía Robert Ebel.
La compañía rusa LUKoil amenazó, incluso, con formular demandas ante organismos internacionales si sus contratos son bloqueados. LUKoil firmó un contrato para desarrollar el campo petrolero iraquí de Qurna Oriental, con una inversión prevista de 4.000 millones de dólares para 2020.
Los últimos movimientos en Iraq llevan a Rusia a acercarse a la OPEP, organización a la cual se había resistido a integrarse hasta ahora.
Funcionarios y empresarios rusos temen que el precio de su petróleo caiga si el mercado internacional se inunda de crudo iraquí.
Rusia está dispuesta a unirse a otros países exportadores para cortar la producción en caso de caída de los precios, dijo en Moscú el ministro de Energía ruso Igor Yusufov el miércoles 14, en una conferencia de prensa conjunta con su par de Qatar y presidente de la OPEP, Abdulá al-Attiyah.
Yusufov apoyó una franja de precios para el barril de 159 litros de crudo de entre 20 y 25 dólares. La franja establecida por la OPEP en 2000 oscila entre 22 y 28 dólares.
La situación de Rusia ahora es más difícil que en anteriores ocasiones en que accedió a reducir su producción en conjunto con la OPEP, y, por lo tanto, se prevé que mantenga un compromiso de mayor aliento.
La OPEP aspira a que Rusia se sume a la organización como miembro pleno, recordó Al Attiyah.