Olga Ramos, la Reina del Cuplé, ya tiene como heredera de su voz, gracia y simpatía a su hija Olga María, para cantar ese tipo de canción originada a principios del siglo XX a ambos lados del Atlántico.
Durante todo mayo se celebran actos de homenaje a Olga Ramos, que cumple 85 años de edad y toda una vida dedicada al cuplé, una canción-espectáculo que en sus inicios reflejó el carácter sexista de la industria cultural de la época.
El cuplé nació a principios del siglo XX como un canto en la voz de mujeres hermosas para públicos masculinos, según las musicólogas cubanas Victoria Eli y María de los Angeles Alfonso. Era, señalaron ambas, ”El olor de la hembra para embriagar al macho”.
Pero después se convirtió en un artículo de familia, con amplio consumo popular para el gusto de todos, aunque conservó como seña distintiva ser cantado sólo por mujeres.
Así, al hablar de la historia del cuplé hay que recordar a La Fornarina, La Chelita, La Argentinita, Pastora Imperio y Raquel Meller, quien popularizó El Relicario y La Violetera, dos canciones definidoras del género.
Cuando Meller llegó a Nueva York en 1908, como punto final de una gira por París, Londres y Buenos Aires, las butacas para su espectáculo en esa ciudad estadounidense se pagaron a 25 dólares cada una, una prueba de la trascendencia y el éxito de la cantante y del cuplé.
Olga Ramos comenzó a cantar de adolescente, siempre cuplé y a veces algún tango, ganó notoriedad en México en 1978, y a su regreso a España abrió el bar musical ”Las noches del cuplé”, en la calle de La Palma, en el centro antiguo de Madrid.
Allí actuó hasta su retiro, en 1998. ”Retiro relativo, en el sentido de que no está todas las noches actuando en público, pero sigue con el cuplé a cuestas”, puntualiza su hija y discípula, Olga María.
Así lo demostró el jueves 8, en uno de los actos de homenaje, realizado en el bar y restaurante musical El Kortijo, también en el Madrid antiguo, donde ”la heredera” actúa los jueves, viernes y sábados por la noche.
La Reina del Cuplé subió al escenario, cantó y dialogó con el público. Como en esos días estaba de visita el Papa, guiñando un ojo al público dijo: ”El Santo Padre es un gran profesional…, como yo”.
Después, diría a IPS que se siente ”vieja por fuera, pero muy joven por dentro”.
Cuando se le pidió una definición del cuplé, replicó que no es fácil dar una, ya su efecto en la gente puede ser hacerla llorar o reír, sentirse madrileña, bonaerense, habanera o mexicana.
”O sentirse como un militar, cuando se canta 'al compás de los tambores y al sonar del tararí…'. Eso es el cuplé, muy variado, muy complejo, muy alegre y muy difícil”, añadió.
Chicote, propietario del bar del mismo nombre por el que desde inicios del siglo XX pasaron, pasan y celebran sus tertulias los más grandes poetas y escritores de España y América Latina, dijo a IPS que admira a Olga y la capacidad que tuvo para enseñar a cantar a su hija y ”transmitirle esa picardía y sensibilidad para comunicarse con el público, tan propia del cuplé”.
Con esa apreciación coincidieron Angel Manuel García, presidente de la Fundación Villa y Corte, de Madrid, y Luis Prados de la Plaza, el Cronista de la Villa, como se denomina al que se considera el periodista más especializado en asuntos madrileños.
García, Chicote, Prados de la Plaza, Manuel Buenaventura, presidente del Club Taurino y otras personalidades del mundo cultural de Madrid coincidieron en que Olga María es la digna heredera de la Reina del Cuplé, ”con su misma picardía y con una voz que hace recordar a Olga en sus mejores momentos”, según el primero.
Rafael Mateo Tarí, presidenta de la Fundación Iberoamericana de Estudios Jurídico-Sociales, dijo a IPS, al concluir el acto de homenaje, que la Reina, además de ”ser un espectáculo excepcional, es lo más representativo de Madrid”, al igual que su heredera, Olga María Ramos. (