La estrella del subcomandante Marcos, jefe del mexicano Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y otrora ícono de la lucha contra el neoliberalismo, parece haberse eclipsado definitivamente.
Los reflectores de la política están más lejos que nunca del insurgente EZLN y de su líder, hecho que expertos relacionan con el fin de los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), con presuntas divisiones internas en esa guerrilla y sus polémicos pronunciamientos sobre asuntos externos.
Los zapatistas y Marcos pasan por una etapa complicada y arriesgada. Creo que están repensando sus estrategias en un contexto en el que ya no tienen en frente a un gobierno acusado de ilegítimo y a un sistema democrático cuestionado, dijo a IPS Guillermo Trejo, investigador de la Centro de Estudios y Docencia Económicas (CIDE).
Aunque Marcos y el EZLN, integrado mayoritariamente por indígenas, fueron gérmenes del actual frente mundial contra el neoliberalismo y la globalización, hoy son apenas referentes marginales en ese movimiento.
Marcos es una página del pasado, sentenció en enero Demetrio Sodi, diputado del izquierdista y opositor Partido de la Revolución Democrática.
La luz de Marcos brilló con fuerza a partir de enero de 1994, cuando el EZLN se levantó en armas en el meridional estado de Chiapas en demanda de justicia para los indígenas y democracia para un país que era gobernado por el PRI desde 1929.
Pero la fuerza guerrillera no pasó de simbólica, pese a que el alzamiento fue real, ya que los combatientes casi no poseían armas.
La era del PRI terminó en 2000, cuando ganó la presidencia Vicente Fox, del conservador Partido Acción Nacional.
Entre las primeras medidas tomadas por Fox, luego de asumir el cargo en diciembre de ese año, se contó la desmilitarización parcial de Chiapas, el impulso a la puesta en libertad de personas acusadas de actividades subversivas y el ofrecimiento de un diálogo sin condiciones al EZLN, que éste no aceptó.
En México y en gran parte del mundo ya casi nadie habla de los encuentros contra el neoliberalismo que los zapatistas organizaron en 1995 y 1996 en las selvas de Chiapas, con presencia de activistas e intelectuales extranjeros.
Tampoco se recuerdan los suspiros de algunas mujeres ante la imagen de un Marcos encapuchado, que fumaba pipa y escribía como un poeta.
Los servicios de inteligencia mexicanos dijeron en 1995 que el líder del EZLN era en realidad el mestizo mexicano Rafael Guillén, un licenciado en filosofía que cumplirá 46 años el 19 de junio.
Su peso en el zapatismo alcanzó tal grado que en 2001 declaró que su error fundamental es no haber cuidado, no haber previsto esta personalización y protagonismo (suyos) que muchas veces, si no la mayoría, impide ver lo que está detrás, que es la lucha por los derechos indígenas.
El último movimiento guerrillero que cimbró la política de México fue la marcha de sus comandantes en marzo de 2001 a la capital para demandar al Congreso legislativo la aprobación una ley de derechos indígenas, lo cual finalmente consiguieron aunque en una versión que no los satisfizo y rechazaron.
A fines de 2002 y tras una etapa de recibir periódicos elogios por su creatividad para posicionarse en los medios de comunicación, Marcos pasó del aislamiento político provocado por su silencio y el rechazo al diálogo con el gobierno a ser el blanco de críticas de sus antiguos admiradores.
El jefe guerrillero se ganó las recriminaciones por calificar de fascista al juez español Baltasar Garzón luego de que éste señalara que el partido vasco Batasuna es una extensión del grupo ilegal Euskadi ta Askatasuna (ETA, Patria Vasca y Libertad en vascuence).
Garzón fue ampliamente conocido fuera de su país por haber pedido la extradición del ex dictador chileno Augusto Pinochet, ante lo cual fue detenido en 1998 en Londres acusado de delitos contra la humanidad.
Marcos dio a entender que apoyaba a ETA, aunque después se deslindó de ese grupo, pero sin que ese último pronunciamiento haya tenido mayor eco en los medios de comunicación.
De este modo cometió un grave error y demostró su aislamiento político al denostar a Garzón, candidato en 2002 al premio Nobel de la Paz, opinaron escritores, políticos y artistas en México.
El historiador Pedro Viqueira considera que la actual opacidad de Marcos es síntoma de que el líder guerrillero perdió el contacto con la política y ya no controla como antes al EZLN, que desde la segunda semana de 1994 y gracias a una ley de pacificación no dispara un solo tiro ni es atacado por el ejército.
Para Luis Alvarez, Comisionado para la Paz del gobierno, funcionario a quien Marcos ha negado todo pedido de audiencia, el EZLN ya no es el movimiento fuerte y unido de los años pasados.
Lo que pasa al EZLN y a Marcos es que se han enconchado (encerrarse en sí mismo) sin encontrar aún el camino a seguir frente a la política institucional, y en ese ínterin es más fácil cometer errores tácticos y estratégicos, declaró Trejo del CIDE, un experto en movimientos campesinos e indígenas.
La democracia y la alternancia política meten en problemas a las guerrillas, pero también el tema indígena mete en problemas a la democracia en México, apuntó.
La guerrilla de Chiapas, que hoy sería integrada por menos de 5.000 hombres y mal armados, ha sido considerada en México y el extranjero la voz de los 10 millones de nativos del país, la mayoría de ellos pobres y marginados.
Cuarenta y siete por ciento de 600 personas consultadas en 1995 por el diario local Reforma en la capital consideraron que hay racismo en México. Ante la pregunta de si le hubiese gustado ser de otra raza, 12 por ciento confesó que quisieran ser blancos y 100 por ciento rechazó la idea de ser negros.
La ley aprobada en 2001 sobre derechos indígenas castiga la discriminación y otorga derechos de autonomía a las etnias, pero acotados a los intereses nacionales.
Según Trejo, el EZLN estará fuera de los reflectores y Marcos podría ganarse nuevas críticas hasta que el grupo defina su nuevo camino. En tanto eso suceda, se afianzará la autonomía de facto que ya existe en varios municipios indígenas de Chiapas que aún respaldan a la guerrilla, añadió.
Pero además, continuará la violencia que de forma periódica se presenta en Chiapas, donde las divisiones políticas, religiosas y la disputa por tierras entre nativos provoca asesinatos y enfrentamientos.
El gobierno de Fox prometió que jamás atacará a la guerrilla y negó las acusaciones de ese grupo de que llevaba adelante una guerra de baja intensidad en Chiapas. Además, afirmó que, cuando el líder del EZLN se anime, estará listo para iniciar negociaciones de paz.
Trejo consideró que el tiempo y el contexto político de alternancia y elecciones competidas juegan hoy contra Marcos y el EZLN, pues corren el riesgo de ser marginados de la política y de consumir toda la admiración que cosecharon los años anteriores.
Lo mejor para Marcos y el EZLN sería que en 2006 (cuando finaliza la gestión de Fox) regrese el PRI a la presidencia y así puedan tener otra vez a un enemigo claro que enfrentar, sentenció el experto.