Estados Unidos podría anular la identidad de Iraq si pone en práctica en el país árabe políticas similares a las aplicadas cuando ocupó Japón después de la segunda guerra mundial (1939-1945), advirtieron expertos japoneses.
El analista independiente Hirumi Arima afirmó que Japón sigue agradecido por lo que hizo Estados Unidos luego de la segunda guerra mundial, pero desea dejar de ser una ”marioneta” de Washington.
”Japón quiere encontrar su propia identidad. Pero lo más triste es que no sabe cómo hacerlo. Estar bajo Estados Unidos por tanto tiempo nos ha convertido en un pueblo que no es ni japonés ni estadounidense”, indicó Arima.
Aliado de Alemania e Italia en esa guerra y hoy principal socio de Estados Unidos en Asia del Pacífico, Japón es con frecuencia citado como ejemplo de una exitosa ”estrategia de paz” que puso en práctica Washington cuando sus fuerzas ocuparon por siete años el país después de la rendición del emperador Hiroito.
Pero muchos japoneses lamentan aún hoy esa intervención estadounidense, pues consideran que desde entonces Tokio está impedido de actuar con independencia de Washington.
La historia de Iraq y las circunstancias de la invasión de Estados Unidos y Gran Bretaña en marzo, que derrocó al régimen de Saddam Hussein el mes pasado, son muy diferentes a las de Japón en 1945.
El país de Hiroito era una potencia militar que había invadido varios países asiáticos desde los años 30.
Los asuntos en debate al ocuparse Iraq también surgieron en 1945 respecto de Japón: el tiempo de permanencia de las tropas estadounidenses, el gobierno interino que establecerá Washington, la elaboración de una nueva constitución y la permanencia de bases aliadas en territorio iraquí.
”Básicamente, el éxito de la experiencia japonesa se debe a que (Tokio) fue un buen perdedor. El modelo de Japón puede ser de inspiración a Iraq”, dijo el director del influyente centro de estudios japonés At The World Institution, Tetsuya Ozeki.
Japón se rindió en 1945 luego de que Estados Unidos lanzara dos bombas atómicas sobre las meridionales ciudades de Hiroshima y Nagasaki.
La ocupación estadounidense fue dirigida por el general Douglas McArthur, y se estableció un tribunal especial para juzgar crímenes de guerra. Al emperador japonés Hirohito se le permitió permanecer en el país pero sin ningún tipo de poder.
En 1946, se introdujo una nueva constitución que garantizaba un gobierno democrático y establecía una política pacíficista que prohibía el desarollo militar. Se aplicó una drástica reforma agraria y las mujeres por primera vez tuvieron derecho al sugragio.
Tokio firmó un acuerdo de seguridad en 1951 que le permitía a Estados Unidos instalar bases para defender sus intereses en Asia.
Ese pacto de seguridad convirtió a Japón en un firme aliado de Washington durante toda la guerra fría, y esta estrecha relación continúa vigente.
Los cambios en Japón después de la guerra se produjeron con relativa calma, pese al rechazo de algunos partidos políticos. Es que la mayoría de los japoneses deseaban iniciar una nueva etapa y beneficiarse de la riqueza económica de Estados Unidos.
El resultado fue un inmediato resurgimiento japonés de las ruinas. El país, ahora de 130 millones de habitantes, es hace décadas el segundo más rico del planeta.
”El gran interés de Japón por el orden social le permitió aceptar con humildad su derrota y dar el siguiente paso de dejarse llevar por sus vencedores. Por su parte, Estados Unidos impuso políticas que recibieron mucho apoyo. Para mí, esto es lo que es importante para Iraq ahora”, afirmó Ozeki.
”Japón se abrazó de Estados Unidos después de la segunda guerra mundial, y Estados Unidos de Japón. ¿Pero cómo Estados Unidos va a abrazar a Iraq?”, preguntó, por su parte, el analista Yoichi Funabashi, del periódico Asahi.
Mientras, Shinsaku Nohira, del grupo pacifista Peace Boat, sostuvo que ”los estadounidenses ocuparon Japón para asegurarse de que podrían expandir su presencia en Asia oriental”, y añadió que ”es el mismo objetivo en Iraq hoy, para controlar las vastas reservas petroleras y la política en Medio Oriente”.
Nohira afirmó que, más que seguir el ”ejemplo japonés”, Iraq debería tener el derecho de elegir sus propios líderes para así tener una verdadera democracia.
”Nosotros nos sometimos a los estadounidenses y se nos impuso todo y, si bien puede haber algunos méritos en esta política, los japoneses no estamos felices con todo lo que procede de Estados Unidos. Los iraquíes deberían tener la opción de elegir”, añadió.
”Los estadounidenses quieren promover el modelo japonés porque su política convirtió a Japón en un incuestionado aliado. Pero 58 años después de la ocupación estadounidense, los japoneses nos estamos dando cuenta de que no es exactamente lo que queríamos”, opinó Arima.
La mayoría de los japoneses olvidaron la rivalidad de la guerra y mantienen una gran afinidad con los estadounidenses.
El primer ministro Junichiro Koizumi ha intentado mediar entre Washington y los países europeos que se opusieron a la invasión a Iraq, aunque está claro que está más cerca de Estados Unidos.
”Hay un gran sentimiento antiestadounidense en el mundo ahora. Como buen amigo de Estados Unidos, Japón debe estar a su lado en este momento crítico, trabajando duro para lograr la unidad en la comunidad internacional”, comentó Ozeki.
Por otra parte, Japón necesita mantener el apoyo de Estados Unidos ante las constantes amenazas de Corea del Norte.
”Japón puede ser un modelo para la reconstrucción de Iraq, pero también una advertencia de cómo los intereses de Estados Unidos van a determinar el futuro de ese país árabe”, señaló Arima. (