En la búsqueda de combustibles menos contaminantes, el uso del aceite de ricino (Ricinus communis) tiene beneficios ambientales y técnicos y representa una gran oportunidad de desarrollo para zonas áridas y empobrecidas, como el nordeste de Brasil.
El aceite que se extrae de las semillas de esta planta ya tiene un mercado internacional creciente, asegurado por 700 aplicaciones que incluyen usos medicinales y cosméticos y sustitución del petróleo en plásticos y lubricantes.
El producto también se utiliza en la producción de fibra óptica, vidrio a prueba de balas y prótesis óseas. Además, es indispensable para impedir la congelación de combustibles y lubricantes de aviones y cohetes espaciales, a bajísimas temperaturas.
”Pero su gran mercado se está abriendo en el campo energético, con la expansión del biodiesel”, señaló a Tierramérica Napoleao Beltrao, quien investiga hace 18 años las propiedades del ricino en la unidad Algodón de la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA), en la nororiental ciudad de Campina Grande, estado de Paraíba.
El aceite de ricino es el mejor para producir biodiesel, por ser el único soluble en alcohol, y no requerir calor y el consecuente gasto de energía que exigen otros aceites vegetales en su transformación a combustible, argumentó el investigador.
El biodiesel, químicamente denominado éster, resulta de la reacción de cualquier ácido graso con alcohol etílico (etanol) o metílico (metanol). Europa y Estados Unidos ya consumen casi dos mil millones de litros anuales de biodiesel, hecho sobre todo de colza o soja y metanol.
Sus productores crearon asociaciones nacionales e internacionales para difundir esta energía alternativa, que reduce la contaminación urbana y el efecto invernadero característico de los gases emitidos por la combustión de petróleo.
Beltrao confía en la competitividad del ricino frente a los demás aceites vegetales.
La planta es de fácil cultivo y resistente a la escasez de agua. Por eso es ideal para el extenso y semiárido nordeste brasileño. Allí, según Beltrao, se dispone de casi cuatro millones de hectáreas apropiadas, donde se alcanzaría un rendimiento de hasta 1,5 toneladas de semillas de ricino por hectárea, mientras el promedio mundial es de apenas 750 kilogramos.
Además, el ricino se convertiría en una alternativa productiva para ”15 millones de personas que pasan hambre” en la región más pobre del país, dijo el especialista.
Investigaciones recientes y mejoras genéticas permitieron elevar de 24 a 48 por ciento el contenido de aceite en la semilla del ricino. La soja sólo contiene 17 por ciento de aceite, observó el investigador.
Se logró también reducir la altura de la planta, que alcanzaba tres metros, lo que dificultaba la cosecha manual y la mecanización. Ahora hay variedades de 1,7 metros.
El mercado para el aceite de ricino es ”ilimitado”, porque se multiplican sus usos, evaluó Roberto Veneziani, director de la empresa Braswey, con sede en la meridional Sao Paulo y exportadora del producto a Europa y América.
Es el mejor para hacer tintas especiales y para usos en áreas de alta tecnología, como los reactores nucleares, destacó.
Sin embargo, conquistar el mercado de biodiesel requiere dos aspectos clave: la mecanización de la cosecha y superar las grandes oscilaciones de precios, opinó Veneziani.
Brasil, durante décadas el mayor productor y exportador mundial de aceite de ricino, cayó al tercer lugar, superado por India y China. Su producción de 500 mil toneladas a fines de los años 80 cayó a menos de 120 mil el año pasado, según Veneziani.
Una señal clara de que Brasil se inclinará al biodiesel impulsaría el renacimiento de este cultivo.
Pero eso está por verse, según Fernando Baratelli de la empresa estatal Petrobrás, quien asegura que los precios son un obstáculo para el biodiesel.
”El aceite de soja cuesta el doble que el diesel. En Alemania, el biodiesel avanzó porque el gobierno redujo la carga impositiva, algo que difícilmente Brasil podría ofrecer”, dijo Baratelli, quien lidera el sector de Gas y Energía del Centro de Pesquisa (CENPES) de Petrobrás.
El funcionario reconoció, sin embargo, que el ricino es ”prometedor por sus aspectos sociales y ambientales” e informó que el propio CENPES está evaluando su viabilidad en una planta piloto.
* Publicado originalmente el 24 de mayo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (