China realizará en junio su primera aparición en una cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo, en un esfuerzo por cambiar su imagen de potencia comunista por la de actor global de primera línea.
La necesidad de reparar el daño internacional causado por su mal manejo inicial de la epidemia de neumonía atípica o síndrome respiratorio agudo severo provee el marco inmediato para la reunión del presidente Hu Jintao con los líderes del G-8.
Pero algunos expertos consideran que el verdadero motivo de la aceptación de la invitación a una reunión de países en desarrollo previa a la cumbre anual del G-8 es que China precisa una plataforma alternativa al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, donde ocupa un puesto permanente.
”Es obvio que sólo desde su posición en el Consejo de Seguridad, China ya no puede hacer oir su voz como más le sirve”, observó Zheng Yu, experto en relaciones internacionales de la Academia China de Ciencias Sociales.
”Las funciones del Consejo se han debilitado continuamente. Ahora, el Grupo de los Ocho es el escenario internacional donde se deciden todos los asuntos de importancia económica, política y de seguridad”, señaló.
Hace tres años, Beijing rechazó una invitación de Alemania para asistir a la cumbre anual del G-8 como observador, con el argumento de que ése era un ”club de ricos”. China siempre se consideró un paladín del Sur en desarrollo.
Pero desde 2001, China busca renovar su imagen a través de una serie de sutiles medidas políticas, para ser vista no ya como un poder comunista que apoya movimientos guerrilleros, sino como una potencia mundial emergente que desea tratar con otras potencias mundiales.
En noviembre de 2002, en medio del temor de los vecinos asiáticos por su ascendente influencia, China firmó un acuerdo para la creación de una zona de libre comercio con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, de 10 miembros, para 2010.
El tratado pone a China al frente de lo que sería el tercer bloque regional del mundo después de la Unión Europea y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Mientras, Beijing abandonó también su discurso alguna vez virulento contra Estados Unidos y unió fuerzas con la superpotencia en la ”guerra contra el terrorismo”.
Aunque se opuso a la invasión de Iraq, China trata ahora de participar activamente en la reconstrucción de ese país del Golfo y envió un representante especial a Medio Oriente en señal de su intención de ampliar su influencia en la región.
”China ha estado en ascenso más de 20 años. Pero lo que hace especiales a los últimos tres años es una combinación de poder económico y militar que le ha dado al país una nueva confianza”, comentó Robert Ross, un experto en ciencia política del Boston College.
”La autoevaluación de China está cambiando, y los líderes chinos reciben lecciones sobre cómo su país está convirtiéndose en una potencia”, dijo Ross en una rueda de prensa en Beijing.
No sorprende entonces que el presidente Hu haya aceptado de inmediato la invitación del visitante primer ministro de Francia, Jean-Pierre Raffarin, para asistir a una reunión previa a la cumbre el 1 de junio en la ciudad francesa de Evian. La propia cumbre se realizará del 1 al 3 de junio.
”Creemos que esta reunión es necesaria y muy importante en este momento”, declaró la portavoz de la cancillería, Zhang Qiyue.
La portavoz presentó la decisión de China de participar como un esfuerzo por mejorar el diálogo entre los países del Norte y del Sur.
Pero mientras Beijing sostiene que asistirá a la reunión como líder del mundo en desarrollo, es consciente de que sus intereses están ahora con los países industrializados.
El G-8 está integrado por Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Alemania, Italia, Canadá, Japón y Rusia, todos ellos potencias económicas y socios comerciales de China.
Un año y medio después de la incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio y casi dos décadas después de abrir sus puertas a las inversiones de compañías extranjeras, el país más poblado del mundo se ha transformado en parte indispensable de la economía mundial.
China es la economía de más rápido crecimiento del mundo y el principal exportador del Sur en desarrollo. Su economía es la sexta del planeta, según cifras del Banco Mundial.
”Ya no es necesario que China se sienta como la víctima humillada del mundo imperial desde principios del siglo XX”, comentó Ye Zicheng, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Beijing, al diario Southern Weekend.
”Y el G-8 tampoco es el grupo de las ocho fuerzas aliadas que incendiaron y saquearon Beijing”, agregó.
Los expertos señalan que Rusia, el último país en incorporarse al G-8, ofreció a China un buen modelo para modificar gradualmente su imagen de país comunista con políticas aislacionistas.
También se han realizado paralelismos entre Hu y el ex líder soviético Mijail Gorbachov, el primer jefe de Estado soviético en asistir a una cumbre del G-8 en 1991, meses antes de la desintegración de la Unión Soviética.
La participación de Hu Jintao en la cumbre del G-8 marca su primera aparición oficial en un foro mundial desde que fue designado secretario general del Partido Comunista, el pasado octubre, y presidente en marzo. (