TRABAJO-AMERICA LATINA: Transnacionales del desempleo

La expansión de las firmas transnacionales en América Latina de la mano de la globalización acarrea, entre otros efectos, una creciente merma del empleo ante la impotencia de los gobiernos para corregir este fenómeno.

El recorte masivo de personal en las grandes corporaciones ”tiene importantes costos sociales y serias consecuencias económicas para los países de la región y sus trabajadores y familias”, advirtió Beverley Carlson, oficial de Asuntos Sociales de la División de Desarrollo Productivo y Empresarial de Cepal.

Carlson es la autora del estudio ”Destrucción de empleos, multinacionales y globalización: la anatomía de la pérdida del poder”, difundido en inglés por Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), agencia regional de la Organización de las Naciones Unidas con sede en Santiago de Chile.

El desempleo en América Latina alcanzó en 2002 el pico más alto en la historia de la región al afectar a 9,1 por ciento de su fuerza laboral, lo cual significó que dos millones de trabajadores perdieron ese año sus fuentes de ocupación.

El proceso de globalización fue acompañado de desregulaciones del mercado laboral, así como de una mayor tecnificación de los procesos productivos, y las empresas transnacionales se aprovechan de estos dos fenómenos que tienen un particular impacto en América Latina y el Caribe.

”La región tiene una doble desventaja en la economía globalizada. Sus salarios son más altos que los de sus competidores globalizados más pobres. Al mismo tiempo, su nivel de habilidades (capacitación laboral) es más bajo que el de sus competidores globalizados más ricos e incluso que algunos de los más pobres”, según Carlson.

Arturo Martínez, el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la mayor matriz sindical de Chile, comentó a IPS que en este país el Estado se redujo en el marco del modelo económico neoliberal y su papel actual se limita a intentos de regular y sobre todo de subsidiar la actividad privada.

La incorporación de nuevas tecnologías es uno de los factores de reducción de costos y al mismo tiempo de optimización de las ganancias, ya sea con mayores volúmenes de producción o dando prioridad al sector servicios, destacó.

”Así, la esperanza del gobierno y los empresarios está fundada en que Chile puede crecer cuando se recupere la economía mundial, pero cada vez se pierde la relación entre el aumento del producto y el empleo. O sea, un punto de crecimiento no va a dar un punto de aumento de la ocupación”, explicó Martínez.

Por su parte, el subdirector del no gubernamental Programa de Economía del Trabajo de Chile, Manuel Razeto, recordó que hasta el periodo de 1997-1998 la economía chilena crecía a un promedio anual de siete por ciento.

”Sin embargo, aún con esa tasa de crecimiento, la capacidad de absorber empleo había ido decayendo violentamente y con la crisis posterior se gatilló un violento desempleo”, dijo Razeto a IPS.

”Como resultado de la globalización y de la creciente importancia en la región de las corporaciones multinacionales, muchas de las decisiones clave en esta área (del empleo) están más allá del control nacional, por lo que los encargados de tomar las decisiones en los gobiernos tienen severas limitaciones para solucionar esta situación”, señaló Carlson en su informe.

La experta, en base a un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, señaló que 22 de las 100 mayores firmas transnacionales son más grandes que la mitad de las economías de América Latina y el Caribe, sin considerar a los 12 países más pequeños.

El valor agregado de la empresa petrolera Exxon, por ejemplo, es ligeramente inferior al producto interno bruto (PIB) de Chile y superior al de Perú, mientras que Mitsubishi y Sony se equiparan al PIB de Uruguay y República Dominicana.

El estudio consigna igualmente, entre otros datos, que el PIB de Ecuador es similar al valor agregado de Telefónica de España y que el tamaño de la economía de Honduras es igual al poderío económico de McDonalds o de Pepsi Cola Company, ambas de Estados Unidos.

En 2001, alrededor de 40 por ciento de las 50 mayores empresas transnacionales instaladas en América Latina anunciaron reducciones de puestos de trabajo. Si se considera a las 100 mayores, un tercio de ellas notificó de disminuciones de su personal, explicó la investigadora de Cepal.

Uno de los sectores más golpeados por la disminución de puestos laborales en las compañías transnacionales en la región es el de la industria de automotores.

La firma Daimler Chrysler eliminó al menos 3.000 empleos en México, Brasil y Argentina, país este último en que Ford redujo 1.500 puestos de trabajo, mientras 3.000 operarios brasileños perdían su empleo en Volkswagen, que también anunció despidos en México.

El sector de tecnologías de la comunicación y la información fue otro frente de recortes de empleo en la región en 2001.

En este sector se registraron despidos en la firma Hitachi en México, mientras Nextel reducía personal en Argentina, Brasil, Chile, México y Perú, y Power-One lo hacía en República Dominicana, México y Argentina, para completar la lista con reducciones en la firma Canon en México y en Siemens en Brasil.

El sector financiero, sobre todo en Argentina, pero también en México, Bolivia y Chile dejó una estela de reducción de puestos de trabajo en 2001, a través de transnacionales como Citigroup, Goldman Sachs, JP Morgan Chase y ABN Amor, entre otros.

Según los antecedentes recopilados por la investigadora de Cepal, Costa Rica, Perú, Venezuela, Trinidad y Tabago y Jamaica fueron también escenario de desaparición de puestos de trabajo por parte de transnacionales en sectores de servicios, producción agrícola y manufacturas de electrodomésticos.

Es indispensable que los gobiernos adopten medidas para hacer un seguimiento cuidadoso del impacto de las inversiones de los grandes conglomerados transnacionales y de sus prácticas de empleo para desarrollar políticas proactivas e informadas que beneficien esas inversiones, pero no a costa de los trabajadores, señaló Carlson.

Para Razeto, ”la única forma de superar en la región la precarización y la inestabilidad en el empleo pasa por una reconstrucción del preexistente modelo normativo de protección. Es decir, por un fuerte crecimiento de los derechos laborales y su fiscalización”.

A su vez, el presidente de la CUT dijo a IPS que se necesita ”una reformulación de este modelo neoliberal, que es solamente de acumulación, que no valora el trabajo sino que da cada vez mayor valor al capital”.

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