PETROLEO: Rusia busca nuevos mercados en Asia

En medio de la guerra en Iraq, Rusia se esfuerza por desarrollar nuevos mercados para su petróleo y volverse una fuente alternativa al volátil Medio Oriente, en especial para Asia.

Para ese fin, Moscú decidió construir grandes oleoductos en su extremo oriental para aumentar sus exportaciones de crudo a Japón — el segundo importador de petróleo del mundo después de Estados Unidos— y China, el tercer consumidor mundial.

En los últimos meses, el gobierno ruso ponderó dos opciones competidoras entre sí mientras observaba de cerca la situación en Medio Oriente.

El primero de los planes, respaldado por la firma petrolera rusa Yukos y China, consistía en la extensión de 2.400 kilómetros de la actual red de oleoductos desde la meridional ciudad rusa de Irkutsk hasta Daqing, China, a un costo de 2.500 millones de dólares.

El otro proyecto, patrocinado por la firma estatal petrolera Rosneft y Japón, evitaría a China y se extendería 3.800 kilómetros hacia la oriental ciudad rusa de Najodka, sobre el mar de Japón, a un costo de 5.200 millones de dólares.

Hasta principios de marzo, parecía que prevalecería el plan apoyado por China, pero finalmente el Ministerio de Energía recomendó la combinación de las dos propuestas en un sólo proyecto, que consistiría en la construcción del oleoducto hasta Daqing y luego lo extendería esta Najodka.

Por lo tanto, Moscú intenta satisfacer a China y a Japón en un intento por lograr un acuerdo de transigencia geopolítico.

El oleoducto previsto llevaría 1,6 millones de barriles diarios (de 159 litros cada uno) desde yacimientos cercanos al lago Baikal, al norte de Mongolia, hasta Najodka, en el mar de Japón.

Pero primero se construirá un ramal corto hacia Daqing, el centro chino de producción petrolera, unos 300 kilómetros al sur de la frontera con Rusia.

El oleoducto hacia Najodka correría enteramente dentro de Rusia. El enorme proyecto otorgaría un gran impulso a la capacidad de exportación de las compañías petroleras rusas, y también convertiría a Rusia en una especie de estación de abastecimiento para la región Asia-Pacífico.

Tanto Beijing como Tokio habrían manifestado su disposición a financiar sus conexiones a la red y esperan que el nuevo oleoducto ayude a diversificar sus importaciones de crudo, una necesidad puesta en evidencia por el actual conflicto en Iraq.

Ante el dilema diplomático, Moscú prefirió combinar las dos propuestas y complacer tanto a China como a Japón.

Mijail Jodorkovsky, director general de Yukos y uno de los principales patrocinadores del proyecto chino, afirmó que Rusia no posee actualmente ”petróleo suficiente” para justificar la construcción de un oleoducto largo y sumamente costoso hasta el Pacífico.

Por otra parte, Rosneft criticó la opción china porque, según sus funcionarios, el precio del petróleo ruso en China ”no sería determinado por el mercado”.

Trasneft, la compañía estatal constructora de oleoductos, también opinó que un oleoducto hasta el Pacífico sería más seguro y flexible, pero manifestó su disposición a cumplir con cualquier decisión del gobierno.

Sin embargo, no todas las autoridades están convencidas. El ministro de Energía, Igor Yusufov, dijo que no está claro si las reservas de gas y petróleo en el este de Siberia y el extremo oriental del país justifican la extensión de la red hacia el este.

Según el Ministerio, se precisa una inversión de 12.000 millones de dólares en exploración geológica en el este de Siberia para asegurar suficientes suministros para el acueducto Angarsk- Najodka y para aumentar la producción en la región hasta 100 millones de toneladas por año para 2020.

Se precisa una producción de 75 a 80 millones de toneladas anuales de crudo de los principales yacimientos del oeste de Siberia para justificar el oleoducto, señaló el Ministerio de Energía.

Pese a sus reservas, el Ministerio es partidario de los vínculos con Japón, y el 28 de marzo concluyó un programa de cooperación energética de 10 años con ese país.

El programa incluye la cooperación en la construcción de oleoductos y gasoductos, la explotación de reservas siberianas de hidrocarburos y otros proyectos.

”Rusia precisa nuevos oleoductos para aumentar sus exportaciones de crudo a China y otros países de Asia oriental”, opinó Valery Nesterov, analista petrolero de Troika-Dialog, una empresa intermediaria con sede en Moscú.

Por el momento, las compañías petroleras rusas se niegan a especular sobre si la guerra en Iraq afectará sus ambiciones en el extremo oriental.

”Es muy pronto para prever si las consecuencias de la guerra o los cambios en la política de exportación de petróleo iraquí afectarán el proyecto del oleoducto”, declaró a IPS Dimitri Panteleyev, presidente de Rosneft.

Pero Victor Kalyuzhny, vicecanciller ruso y enviado especial sobre el Caspio, declaró el lunes a la prensa que la guerra podría alentar la demanda mundial de crudo.

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