La cruzada contra la obscenidad en la publicidad impresa y electrónica del Ministerio de Información de Pakistán es un paso hacia la consolidación del fundamentalismo islámico en el gobierno del general Pervez Musharraf.
Los militares y los grupos religiosos se apoyan mutuamente, afirmó el International Crisis Group (ICG, Grupo Internacional de Crisis), una organización dedicada a la investigación y al activismo contra los conflictos bélicos.
Desde 1999, el gobierno no ha demostrado la voluntad ni la intención de aplicar políticas que contraríen a los mulás (clérigos musulmanes) tales como… la modificación de leyes islámicas discriminatorias, aseguró Samina Ahmed, directora de la sección de Asia Meridional del ICG, en Islamabad.
Además, la constante amenaza de guerra con India por (la disputada zona de Cachemira) también vincula a los mulás con los militares, agregó Ahmed, ex profesora de la Universidad de Harvard, Estados Unidos.
La campaña del Ministerio sucede a la islamización de las leyes en la Provincia de la Frontera Noroccidental, lindera con Afganistán y gobernada por una alianza de seis partidos islámicos conocida por el nombre de Muttahida Majlis-i-Amal (MMA).
La cruzada del gobierno federal procura asegurar que la publicidad del país refleje nuestros valores, cultura y religión, arguyó un funcionario.
El ministerio aplicó así una recomendación del Consejo de Ideología Islámica (CII), un organismo constitucional que asesora al gobierno sobre la islamización de las leyes y reglamentos y que en enero criticara la obscenidad y vulgaridad de la publicidad.
El CII acusó a las agencias de publicidad que ofrecen a las jóvenes una carrera como modelos de conducirlas a una vida en el pecado.
Las agencias temen ahora sanciones en nombre del Islam, algo habitual durante la dictadura del general Zia ul Haq (1977-88), que consolidó su poder favoreciendo a los grupos religiosos.
No toleran que la publicidad muestre el brazo desnudo de una mujer, pero sí que muestren a un hombre tomando una ducha como parte de un comercial de jabones. Su definición de vulgaridad busca limitar la expresión de las mujeres, sostuvo un gerente de una agencia, que solicitó mantenerse en el anonimato.
La cruzada contra la obscenidad, anunciada la semana pasada, no hace falta en un país donde la censura oficial ha estado vigente desde la dictadura de Zia, señalan algunos críticos.
La censura es férrea en la televisión estatal, que abarca más de 90 por ciento del territorio de este país, según Massod Hasan, periodista especializado en el mundo del espectáculo. Todo aquello que sea mínimamente sugestivo es eliminado. Ha sido así durante años, destacó.
La campaña contra la obscenidad no sólo inquieta a las agencias de publicidad. Muchos creen que refleja una creciente preponderancia de los partidos fundamentalistas islámicos que socavará los derechos de los ciudadanos.
Los grupos de presión fundamentalistas se consolidaron en el gobierno luego de las elecciones de 2002, en los primeros comicios celebrados tras el golpe de Estado de 1999 que llevó al poder al general Musharraf.
La MMA sorprendió en las elecciones generales del pasado octubre al obtener la mayoría de los escaños en la asamblea de la Provincia de la Frontera Noroccidental, cuya capital es Peshawar.
El fuerte desempeño de la alianza también la convirtió en una fuerza clave en la formación del gobierno central, con más poder del que jamás había tenido ningún partido islámico en este país de mayoría musulmana.
El ascenso de la MMA amenaza las libertades cívicas, la libertad de expresión y la tolerancia religiosa en el país, según ICG.
Además de ejercer el poder directamente en la Provincia de la Frontera Noroccidental e integrar la coalición de gobierno de la provincia de Balochistán, la MMA es el tercer partido en el plano federal y asegura ser la oposición oficial, con el apoyo de partidos menores.
Una de las primeras medidas tomadas por el gobierno de la MMA en la Frontera Noroccidental fue la quema de miles de videocasetes y discos compactos antiislámicos de unas 400 tiendas de Peshawar, la capital de la provincia, y el cierre de cines que pasaban películas vulgares o mostraban carteles inmorales.
La Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, junto con otras organizaciones similares, condenaron la represión gubernamental.
La MMA intenta aplicar en Pakistán el mismo experimento fundamentalista que fracasó en Afganistán, dijo el director de la Comisión, Afrasiab Khattak, en referencia al depuesto régimen afgano del grupo radical islámico Talibán.
Es un exceso contra el pueblo imponer una prohibición a los medios de información, comentó.
Esta represión se aplicó antes de que la asamblea legislativa provincial impusiera la sharia (la ley islámica) a fines de marzo.
Anteriormente, activistas de la MMA obligaron a comerciantes en zonas tribales en la frontera con Afganistán a respetar el viernes como día de descanso, en lugar del domingo oficial.
La prensa también informó que un ministro provincial irrumpió en la casa de una mujer en Peshawar para verificar su partida de matrimonio. La Fundación Aurat, que defiende los derechos de las mujeres, lo consideró una señal de que se aproximan tiempos difíciles para las libertades civiles.
No obstante, la ley aprobada en marzo en Frontera Noroccidental no incluye normas temidas por los activistas de los derechos humanos, como el velo obligatorio para las jóvenes estudiantes o la abolición de la enseñanza mixta.
Pero tampoco impone algunos aspectos defendidos por los partidarios del MMA, como los préstamos bancarios sin intereses.
Un portavoz del ministro jefe de la Provincia de la Frontera Noroccidental, Akram Durrani, dijo a IPS que las enseñanzas del Islam serán la ley suprema en todas las instituciones bajo jurisdicción del gobierno. No habrá una sola ley antiislámica en la provincia, declaró.
Por su parte, ICG exhortó al gobierno federal a anular toda legislación provincial que limite la participación de las mujeres en la vida pública o les niegue oportunidades de educación y empleo.
