Miles de exiliados kurdos retornan al norte de Iraq años después de ser expulsados por el depuesto régimen de Saddam Hussein, pero muchos encuentran sus tierras ocupadas y están dispuestos a pelear para recuperarlas.
La aldea Al Zendi, próxima a la ciudad de Kirkuk, experimentó una arabización en los años 80, al igual que el resto del norte de Iraq, porque Bagdad procuraba modificar el equilibrio étnico en Kirkuk y Mosul, dos ciudades ricas en petróleo y cuya población kurda era considerada problemática por el gobierno.
Como muchas más, una familia kurda y sus posesiones llegan en un camión abierto a un puesto de control instalado por el movimiento autonomista Unión Patriótica de Kurdistán (UPK), en Dakuk, al sur de Kirkuk. Shaker Mahmoud Al Zendi y el resto de los suyos están de vuelta en casa después de 20 años en el exilio.
Volví en 1983 tras combatir por Iraq contra Irán en la guerra de 1980-88, recordó Al Zendi. Fue una batalla terrible, pero al volver a casa fue peor. Toda la aldea había sido arrasada, contó Al Zendi, que tomó el nombre de su lugar de origen.
El partido de gobierno, Baas, obligó a la mayoría de las familias kurdas al exilio interno, a zonas más remotas y pobres del país. Unas 200 familias de la aldea de Al Zendi fueron enviadas a la localidad de Ramadi, en el desierto próximo a Jordania.
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Los kurdos, de religión musulmana, son una nación sin tierra propia. Casi 12 millones viven en el sudeste de Turquía, otros dos millones en el norte de Iraq, un millón en Irán y menos de un millón en Siria. También existen pequeñas comunidades kurdas en Kirguistán, Azerbaiyán y Rusia.
En Iraq, constituyen 20 por ciento de la población. La mayoría de los iraquíes son chiitas (62 por ciento) y habitan el sur, mientras en el centro predominan los sunitas (35 por ciento), el grupo islámico dominante en el depuesto régimen de Saddam Hussein.
Los kurdos no ocultan su alegría al volver a sus campos verdes y fértiles en el norte. Pero ahora sus tierras están ocupadas por extraños, y algunos están dispuestos a luchar por lo que creen suyo.
Al Zendi ordenó a los integrantes de su tribu que instalen sus carpas en el sitio donde solía levantarse su aldea. Su voz tiembla de rabia, mientras señala a Al Wahdedh, una aldea distante.
Esa sigue siendo mi tierra y les pedí a los usurpadores que se marcharan, pero se negaron, exclamó.
Las autoridades del UPK apoyan el reclamo de los kurdos que retornan a sus hogares. Los ocupantes tendrán que volver a sus lugares de origen. Algunos ni siquiera son iraquíes auténticos, advirtió Nur Eddin Daoudi, un funcionario político cuya tarea es acompañar a los kurdos hasta sus aldeas.
El UPK intenta invertir la arabización impuesta por el régimen de Saddam Hussein. Unos 750.000 árabes y beduinos del distrito de Kirkuk tendrán que abandonar el lugar porque fueron instrumentos del partido Baas, dijo Daoudi.
Pero el UPK respetará sus derechos humanos porque nosotros hemos padecido y no le haremos lo mismo a otros, afirmó. Los árabes tendrán un mes para encontrar casa y trabajo en otra parte, informó.
Pero no tenemos adonde ir, replicó en árabe Awad Bardi Owgla, integrante de la extensa tribu Al Shamar ubicada en la aldea Al Wahdeh, a la que había señalado con ira el kurdo Al Zendi.
Los al shamar está preocupados y enojados por la situación. Owgla acusó a las fuerzas de ocupación de Estados Unidos, que invadieron Iraq el 20 de marzo, de eliminar el gobierno y enviar al país al caos.
La tribu era un pueblo nómada que se desplazo durante siglos de la región en la frontera con Siria hasta el norte de Arabia Saudita, explicó Owgla. Pero en 1973 el gobierno la obligó a abandonar su existencia nómada.
Hasta 1974, la tribu no tenía nacionalidad, pero el gobierno cambió eso y les concedió tierras próximas a Dakuk, agregó.
Esos kurdos mienten. El gobierno les había dado tierras pocos años antes que a nosotros. La mayor parte de las nuestras también eran de propiedad fiscal, y el resto las compramos a particulares, afirmó.
Eso concuerda con una directiva del UPK que autoriza a quedarse a todos aquellos registrados en la zona antes de 1971. Las familias que se inscribieron después de esa fecha tendrán que abandonar la zona, indicaron dirigentes kurdos.
Owgla reconoció la posibilidad de que su aldea haya ocupado algunas tierras kurdas, luego de la expulsión de los kurdos en 1983, pero indicó que el problema podría negociarse.
Sin embargo, en lugar de negociar, los kurdos les disparan balas, sostuvo. Los soldados estadounidenses deberían protegernos. Ellos protegen los campos petroleros de Kirkuk, pero no a nuestras familias, denunció.
Entre tanto, los Al Zendi inspeccionan un montón de escombros que una vez fueron la casa familiar. Aquí es donde voy a construir mi nueva vivienda, dijo el jefe Al Zendi, con un puñado de tierra en la mano.
Por el momento, los hombres de la tribu Al Zendi están viviendo en carpas para marcar su presencia. Las mujeres y los niños se alojan en una casa próxima a Dakuk, que fuera propiedad de la familia hace 20 años.
Había sido ocupada por un miembro del partido Baas que la abandonó hace unos 20 días. En seguida envié a algunos hombres para que la retomaran, explicó Al Zendi.
Los niños caminan por la casa como si estuvieran soñando. Todos nacieron en Ramadi, y es la primera vez que están en el hogar de sus padres.
Yo odiaba a Ramadi. La gente allí era muy mala con nosotros, contó Hawla, de 10 años. No extraña nada de lo que dejó atrás, ni su escuela, ni sus amigos. Este es nuestro lugar. Me siento en casa, aseguró.